El equipo considera que los creadores de la serie están "yendo demasiado lejos" con la recreación, según el diario The Sun.

Nada contento está el equipo de producción de la nueva temporada de The Crown, con algunas escenas de la muerte de la princesa Diana, con las que habrían ido “demasiado lejos” para la recreación.

Actualmente, la serie de Netflix se encuentra filmando su sexto ciclo, el cual incluirá el choque donde falleció Lady Di en 1997.

En una de las comentadas escenas, descrita por el diario The Sun, Elizabeth Debicki -que interpreta a Diana- aparecería en un ataúd abierto en la morgue después del accidente donde muere su personaje.

El diario inglés añade que el momento también incluye a Dominic West, en el rol de Carlos, ingresando a la habitación para ver el cuerpo de Diana, antes de romper en llanto en el lugar.

Lo que no está claro, es si se utilizará maquillaje para recrear las heridas que pudo haber dejado el choque en el cuerpo de la princesa.

Asimismo, el periódico explica que se espera que dicha escena de The Crown genere rechazo de parte de los británicos y de los muchos seguidores de Diana, princesa de Gales, en todo el mundo.

La otra escena que pone en aprietos a The Crown

Y al parecer no será la única escena compleja, ya que también describe otro momento controvertido que mostraría al equipo médico que intenta salvar a Diana, cubiertos en la sangre de la princesa.

Según fuentes de The Sun, parte del equipo de producción siente que Netflix y los creadores de la serie están yendo muy lejos en la recreación, que además hará revivir un momento doloroso no sólo para la familia real, sino que para todo el mundo.

Recordemos que Diana murió el 31 de agosto de 1997, mientras se encontraba en París con su entonces pareja Doddy Al Fayet. Ambos eran perseguidos por paparazzis cuando el vehículo en el que viajaban por el túnel del Pont de l’Alma, perdió el control.

La princesa falleció a las 03:00 de la madrugada en el hospital donde era atendida, producto de las lesiones del accidente.

Sus hijos Harry y William tenían, en ese momento, 12 y 15 años, respectivamente.