Un nuevo y vergonzoso error del fiscal de Manhattan en el caso Weinstein salió a luz: admitió el miércoles que un detective de la policía de Nueva York (este de EEUU) había aconsejado a una de las mujeres acusadoras del productor cinematográfico que borrara de su teléfono todo lo que ella considerara vergonzoso.
En una carta con fecha del martes enviada al abogado de Harvey Weinstein, la fiscal adjunta responsable de este tema icónico del movimiento #MeToo reconoció que el detective había hecho esta recomendación a una de las dos acusadoras que han presentado los cinco cargos restantes contra Weinstein, correspondiente a una presunta violación en 2013 y un cargo de sexo oral forzado en 2006.
“Mi oficina le pidió a la demandante que proporcionara todos los teléfonos móviles que ella usó mientras estuvo en contacto con los acusados”, dijo la fiscal asistente Joan Illuzzi-Orbon en una carta a la prensa.
Pero como a la querellante le preocupaba que los mensajes “privados” se transmitieran al fiscal en esa ocasión, el detective que dirigía la investigación para la policía de Nueva York, Nicholas DiGaudio, le aconsejó que “borrara todo lo que no quería ver antes de entregar los teléfonos”, dijo la fiscal adjunta, citando al querellante.
Si bien la asistente Illuzzi-Orbon asegura que la querellante finalmente entregó todo el contenido de sus teléfonos al fiscal, esta admisión debilita aún más el caso de la fiscalía, que tuvo que abandonar el jueves pasado uno de los cargos contra el productor de 66 años.
“Este nuevo hecho socava aún más la integridad de una acusación ya de por sí deficiente”, dijo el abogado de Harvey Weinstein, Ben Brafman, citado por su portavoz.
El famoso abogado solicita desde agosto que se depongan todas las demandas, y espera la decisión del juez. La próxima audiencia está programada para el 20 de diciembre.
Aunque Weinstein fue acusado de abuso sexual por unas 80 mujeres, su acusación en la primavera boreal pasada se basó en las denuncias de apenas tres mujeres.
Desde el jueves, sólo se mantienen las acusaciones de dos mujeres. Se encontró que la tercera, Lucía Evans, la única cuyo nombre era conocido, no era creíble después de que un testigo dijo que le había dicho que había aceptado practicarle sexo oral Weinstein, con la esperanza de que le diera un papel.
El apartamiento de Evans del caso se debió en parte a un error del detective DiGaudio, quien no reveló al fiscal la existencia de este testimonio contradictorio.