La tradicional fábrica de alfombras de Puyuhuapi, ubicada en la región de Aysén, decidió cerrar sus puertas tras 73 años de funcionamiento, cuando fue fundada por colonos alemanes al fondo de un fiordo de esa zona.

De ese modo se termina una sorprendente historia en la que sus fundadores levantaron toda la infraestructura – que permanece en excelentes condiciones- con maderas cortadas y labradas en el mismo lugar donde fue levantada la industria.

“Ingenieros textiles que pasaban por aquí se sorprendían de cómo en un lugar como este se pudieron desarrollar máquinas tan perfectas”, relató a El Mercurio Verónica Ralph, esposa de Helmuth Hopperdietzel, quien heredó la fábrica de su tío Walter Hopperdietzel, el fallecido colono alemán que armó el taller.

Ella llegó a realizar una práctica como diseñadora a la zona y decidió quedarse en Aysén para aprender las técnicas de la fabricación de las tradicionales alfombras y, de paso, formar una familia.

“Hay que imaginarse en esa época la fábrica, en este lugar tan aislado y cómo se hizo. Todo en un período en que no había luz eléctrica. Y todas las máquinas manuales, que siguen funcionando perfectamente”, añadió.

Respecto a la decisión, explicó que en buena medida fue gatillada por la falta de hilo de lana fina, producida en su momento por Oveja Tomé, quienes fueron sus proveedores por décadas. A ello se sumó el cierre de una hilandería en Santiago: “No tenemos dónde conseguir esa lana, que tiene que ser de una raza de oveja que no suelte pelos, que se hile a un espesor determinado”, detalló la mujer.

Ahora, mirando hacia el futuro, su marido comenzó a fabricar su propia cerveza: “Hopperdietzel”, elaborada con aguas de una cascada cercana.

puyuhuapi.com
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