Chile cuenta con uno de los más grandes depósitos de litio en el mundo, por lo que la atención está en el país con una demanda que ha hecho subir los precios del producto en un 750% desde 2021.

Chile es uno de los más grandes productores de litio, con grandes reservas concentradas en el norte del país. Actualmente, la demanda del denominado “nuevo oro blanco” aumenta año a año, al ser un material importante para la elaboración de diversos productos, como baterías de vehículos eléctricos.

Al respecto, a fines de julio, Chile y Argentina anunciaron una futura reunión trilateral con Bolivia para avanzar en la producción conjunta de litio. La idea apunta a elaborar una “estrategia común de gobernanza”.

El presidente Gabriel Boric, en tanto, durante su primera cuenta pública hizo referencia a la futura creación de la Empresa Nacional del Litio.

“Queremos que sepan además que uno de los pilares de nuestro programa de Gobierno fue la creación de una Empresa Nacional del Litio y reafirmamos este compromiso”, dijo.

Los ojos productores del mundo en el litio

De acuerdo a un artículo publicado por el Wall Street Journal (WSJ), el salar de Atacama contiene el 55% de las reservas mundiales del mineral y con esto, lideraría la revolución de los autos eléctricos.

Según el medio estadounidense, luego que la Corte Suprema de nuestro país dejara sin efecto un contrato con una empresa China para la extracción del recurso, indicando que el Gobierno no consultó primero con los indígenas, la presidenta del uno de los caseríos indígenas en Atacama, Lady Sandón, declaró que “quieren producir más y más litio, pero nosotros somos los que pagamos el precio”.

Algo similar estaría ocurriendo en el conocido “Triángulo del Litio” que abarca Chile, Argentina y Bolivia. “La producción ha sufrido a manos de gobiernos de izquierda que buscan un mayor control sobre el mineral y una mayor participación en las ganancias, así como por preocupaciones ambientales y un mayor activismo de las comunidades andinas locales que temen quedarse afuera mientras los foráneos se enriquecen”, señala WSJ.

El medio estadounidense afirma que esta región está “sofocando la producción del metal en un momento en que los fabricantes de baterías lo necesitan desesperadamente”.

La demanda ha hecho subir los precios del producto en un 750% desde 2021 y analistas manifestaron estar preocupados porque esto se puede convertir en un cuello de botella para el crecimiento de vehículos eléctricos.

En Bolivia, el gobierno nacionalizó su industria del litio hace años y aún tiene que producir cantidades significativas del metal. México, un competidor más pequeño, también nacionalizó recientemente el litio. En Argentina, la producción apenas comienza a despegar.

En tanto, el escenario en Chile donde el litio está estrictamente controlado, se planea crear una empresa estatal y de aprobarse la nueva Constitución en el plebiscito de septiembre, se fortalecería las normas ambientales y derechos indígenas sobre la minería, detalla el Wall Street Journal.

“Este es un recurso estratégico para la transición energética”, dijo la ministra de Minas de Chile, Marcela Hernando. Hernando manifestó recientemente al congreso de Chile que, si bien el Gobierno no tenía los conocimientos para extraer litio por su cuenta, insistiría en el control mayoritario de cualquier empresa conjunta con privados.

Hace unos años, Chile era el mayor productor de litio del mundo, produciendo un poco más que Australia. Si bien Chile ha ampliado la producción en sus operaciones existentes en un 80%, desde 2016 a unas 140.000 toneladas anuales, no ha abierto una nueva mina en unos 30 años. Ahora produce aproximadamente la mitad que Australia, que ha cuadruplicado su producción en los últimos cinco años, según el USGS.

A diferencia del petróleo, que se produce en todo el mundo, el litio es menos común. América del Sur, Australia y China son los lugares clave. Fuera de América del Sur, se extrae de roca dura. En la región, el litio se encuentra en agua subterránea salada que se evapora por el sol después de ser bombeada a grandes estanques artificiales. El litio de América del Sur es menos costoso de producir, pero los mineros dicen que el inconveniente es que lleva mucho más tiempo construir una mina, unos ocho años.

Funcionarios chilenos y ambientalistas se preocupan por el impacto en los suministros de agua. Willy Kracht, subsecretario de minería de Chile, dijo recientemente que se necesitan hasta 2.800 metros cúbicos de agua para producir una tonelada de litio en Chile, frente a 70 metros cúbicos para una tonelada de cobre.

Los ambientalistas creen que la minería ha provocado que algunas lagunas cercanas se sequen, lo que perjudica a la población de flamencos salvajes que dependen de ellos para alimentarse de camarones y construir nidos. “El daño es irreversible”, dijo la ex convencional y bióloga Cristina Dorador.

En tanto, mineros del litio negaron que las operaciones afectaran las lagunas que monitorean con las comunidades locales.

“Se sintió como una puñalada”

De acuerdo a Wall Street Journal, en 2017, Tim Fernback se mostró optimista sobre su proyecto de litio en Chile, un líder de libre mercado en la región que generalmente ha recibido a mineros extranjeros que extraen cobre y otros metales. Su firma con sede en Vancouver, LiCo Energy Metals, adquirió una propiedad en el Salar de Atacama, un vasto salar rodeado de volcanes nevados.

Fernback, quien fue director de operaciones de LiCo, dijo que se reunió con los lugareños para explicarles los planes de la empresa y se ofreció a construir una planta para proporcionar agua potable. Pensó que las reuniones fueron bien. Cuando llegó el momento de perforar la superficie cubierta de sal, los residentes bloquearon las carreteras en señal de protesta, citando preocupaciones ambientales. Creyendo que el proyecto no tenía remedio, LiCo abandonó Chile en 2019.

“Se sintió como una puñalada por la espalda”, dijo Fernback. “Entramos allí, gastamos mucho dinero en la propiedad, de la cual tuvimos que salir. ¿Quién más va a querer hacer eso?”.

Chile perdió su liderazgo mundial en litio en parte porque el estado ha mantenido un control estricto desde la década de 1970, cuando la dictadura militar de Augusto Pinochet lo declaró un recurso estratégico porque es un componente de las bombas nucleares.

Las dos mineras de litio que operan aquí alquilan sus tierras a una agencia estatal, lo que limita cuánto pueden producir. La exportación también requiere un permiso especial de la agencia nuclear del gobierno.

Para expandir su producción, Albemarle Corp., con sede en EE. UU., firmó un nuevo contrato en 2016 que le exige pagar regalías de hasta un 40%, un máximo de la industria. Con la esperanza de agregar valor a nivel nacional en lugar de solo exportar materia prima, el gobierno exigió a Albemarle que proporcionara hasta el 25% de su producción de litio a un precio de mercado bajo a las empresas que lo procesan localmente. La empresa también entrega parte de sus ventas a comunidades indígenas.

“Si la regulación del litio en Chile fuera como la regulación del cobre, les puedo asegurar que habría muchas más minas”, dijo Ignacio Mehech, Country Manager de Albemarle en Chile. “Tenemos que ser capaces de producir el litio que el mundo necesita”.

El punto más brillante para la producción de litio en América del Sur ha sido Argentina, que hasta ahora ha estado más abierta a la inversión privada, una fuente de divisas extranjeras muy necesarias para el gobierno con problemas de liquidez. Los funcionarios brindan a las empresas acuerdos de estabilidad fiscal y han flexibilizado algunos controles cambiarios que asfixian a otros sectores, según firmas que operan allí.

Como resultado, el país ha recibido una afluencia de inversionistas, como la minera anglo-australiana Rio Tinto PLC, el fabricante chino de baterías Ganfeng Lithium Co. y la multinacional francesa Eramet SA. Los gigantes automotrices mundiales también están apostando cada vez más por Argentina, y Toyota tiene una participación en una mina local. Ford y BMW tienen acuerdos para recibir litio argentino.