Un equipo internacional de investigadores utilizó el telescopio espacial James Webb para medir la temperatura del exoplaneta rocoso TRAPPIST-1 b, situado a 40 años luz. El resultado indica que el lado diurno del planeta tiene una temperatura de unos 230 grados Celsius y sugiere que no tiene una atmósfera significativa.

El Telescopio Espacial James Webb detectó que un planeta rocoso que orbita la estrella conocida como TRAPPIST-1 posiblemente no tenga atmósfera, y por lo tanto no sería habitable.

El hallazgo, publicado en Nature, descarta preliminarmente la presencia de vida en ese planeta denominado Trappist-1b, habiendo aún otros 6 en el mismo sistema solar por estudiar.

Para llegar a esta conclusión, los astrónomos midieron las temperaturas del planeta, siendo éste el que tiene la órbita más cercana a su estrella, siendo 1.4 veces más grande que nuestro planeta, recibiendo una irradiación cuatro veces superior a de la Tierra del Sol.

Esta cantidad relativamente grande de calentamiento estelar sugería que las emisiones térmicas del planeta podían ser medibles y arrojar así luz sobre su la atmósfera del planeta.

TRAPPIST-1 está a unos 40 años luz, en la constelación de Acuario, y es bastante más pequeña y fría que el Sol. Sus planetas están nombrados alfabéticamente desde la B a la H atendiendo al orden de su distancia. De los siete planetas, que orbitan su estrella en una armonía casi perfecta, tres son rocosos y están en la zona de habitabilidad de su astro.

Todos los planetas del sistema TRAPPIST-1 han sido observados con la técnica de espectroscopia de transmisión utilizando los telescopios espaciales Hubble o Spitzer, pero no se habían detectado características atmosféricas, recuerda Agencia Efe.

Explorando Trappist-1b

El equipo encabezado por Thomas Greene del Centro de Investigación AMES de la Nasa (EE.UU) se sirvió del instrumento de infrarrojo medio (MIRI) del James Webb, que puede observar la radiación de longitud de onda media a larga, para evaluar la emisión térmica del planeta, detalla.

La interpretación más directa de sus hallazgos -escriben los autores- es que la atmósfera planetaria redistribuye poco o nada la radiación procedente de la estrella anfitriona, y casi no hay absorción atmosférica detectable de dióxido de carbono u otras especies.

Esto se debe “probablemente a que TRAPPIST-1b absorbe casi toda la irradiación de la estrella enana y no tiene una atmósfera de alta presión”.

Que el exoplaneta no tenga una atmósfera sustancial concuerda con los resultados de las predicciones de los modelos.

Sin embargo, haría falta nuevas observaciones para ayudar a comprender mejor la redistribución del calor en TRAPPIST-1b, así como las propiedades de esos planetas y sus diferencias con los de nuestro del sistema solar.

El equipo también usó el telescopio para medir la temperatura de TRAPPIST-1b, basada en su emisión térmica del planeta y el resultado indica que, en el lado diurno del planeta tiene una temperatura de unos 500 kelvins (aproximadamente 230 grados Celsius).

Esta es la primera detección de cualquier forma de luz emitida por un exoplaneta tan pequeño y frío, un resultado que supone un paso importante para determinar si los planetas que orbitan pequeñas estrellas activas como TRAPPIST-1 pueden albergar atmósferas necesarias para la vida, indican los autores

También es un buen augurio para la capacidad del telescopio James Webb de caracterizar exoplanetas templados del tamaño de la Tierra utilizando su instrumento MIRI.