El pueblo de Chile ha dejado en claro que quiere unión y transversalidad, para llevar adelante los destinos del país.
El aplastante triunfo de José Antonio Kast sobre Jeannette Jara en la elección presidencial, teniendo como resultado un 58% versus un 41%, es como para entusiasmarse y pensar que se avecina un fructífero gobierno de derecha. Sin embargo, una de las cosas más difíciles en la vida es saber reinventarse en el éxito.
Eso es un desafío. Se ganó en buena lid, con una aplastante mayoría y demostrando mucha solidez, pero ahora viene lo más complejo: saber conducir los destinos de nuestro país.
El día después de la victoria, José Antonio Kast, comenzó con un desayuno en Buin junto a vecinos y luego, con su círculo cercano llegó hasta La Moneda para ser recibido por el presidente Gabriel Boric.
La idea, es siempre, hacer un traspaso de mando lo más republicano posible. Hasta el momento, pareciera ser que eso será acorde a las circunstancias y la tradición de Chile, tal como lo han destacado periodistas de varios medios extranjeros.
Ahora bien, no hay que perderse y pensar que todo será una luna de miel. La realidad tras haber conquistado el poder, suele remecer. José Antonio Kast y su equipo comienzan su aterrizaje en La Moneda; para ello hay varios aspectos que considerar y lo primero debe ser establecer las confianzas con quienes serán los aliados políticos al momento de gobernar.
Sin que necesariamente se transforme en una coalición, un eventual gabinete podría ir desde Demócratas hasta Libertarios. Darle un sello, donde desde el centro hasta la derecha más conservadora sean capaces de convivir, será bien percibido por la ciudadanía. El pueblo de Chile ha dejado en claro que quiere unión y transversalidad, para llevar adelante los destinos del país.
A esto, necesariamente se debe sumar las designaciones de los cuadros más técnicos que conforman un gobierno, tales como las subsecretarías, las jefaturas de servicios y seremis. Las señales que se deben dar son claras: experiencia en lo técnico, currículo y manejo político.
Tal como ha ocurrido en otros gobiernos, la combinación de estas características no se debe dejar de lado, y el presidente electo ha sido bastante taxativo, aquí nadie sobra.
Otro punto a considerar es cómo se articulará la relación con el nuevo Congreso. Tras las últimas elecciones de diputados y senadores, las fuerzas políticas cambiaron y hay una llegada muy fuerte de congresistas del Partido de la Gente (PDG) y de los propios Republicanos. Pero tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, la izquierda sigue teniendo un número considerable de parlamentarios.
Hoy la derecha no tiene mayoría y se deberá lidiar con eso. El equipo que Kast ponga al frente de las negociaciones para sacar adelante los proyectos de ley, deberá contar con la experiencia y el peso político más fuerte de esta nueva administración porque los acuerdos no se logran solos. Por lo mismo, la necesidad de aprender de los errores del pasado.
No solo del gobierno de Gabriel Boric que va de salida, sino que también de los gobiernos de Piñera y de la rigidez de Bachelet, en no darse cuenta de que muchas de sus propuestas le hacían mal al país. El 11 de marzo, Chile comienza una nueva etapa.
En esta etapa se debe buscar un equilibrio entre los distintos desafíos que se enfrentarán, porque si bien hay urgencias como mayor seguridad y control de la inmigración; no se puede dejar de lado tareas como terminar con las listas de espera en salud; el derecho de los padres de poder elegir la educación que quieren para sus hijos y muy especialmente, generar más y mejores empleos.
Entendemos que el próximo gobierno no solo deberá ser de emergencia, sino que también tiene el desafío de trabajar con gran capacidad de gestión, desde el día que asuma.
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