Yo no canto por cantar: Dolor y sanación en el canto campesino femenino

Documental Yo no canto por cantar: Dolor y sanación en el canto popular campesino femenino

Yo no canto por cantar, de Ana L´Homme

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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

El documental "Yo no canto por cantar", de Ana L´Homme, sigue a la cantora Mauricia Saavedra por el Maule, donde mujeres como María Eugenia Manríquez y Doralisa Gómez comparten sus motivaciones, dolores y cómo el canto las sana. Herederas de una tradición, estas "cantoras valientes" usan la música como refugio de violencias y abusos. La película retrata la riqueza del canto campesino femenino como forma de resistencia y sanación, aunque la voz en off a veces sea redundante.

En el canto campesino “yo siento y lo devuelvo hecho canción”.

El documental Yo no canto por cantar, de Ana L´Homme, sigue a la cantora Mauricia Saavedra por la región del Maule. Es un recorrido humano, íntimo, hacia una tradición femenina. En ese recorrido llegan donde María Eugenia Manríquez, Amalia Céspedes, Ana Julia Rojas y Doralisa Gómez, que cuentan sus motivaciones, el sentido de su canto, de dolores y cómo la música las sana.

Yo no canto por cantar es un documental que se adentra en una tradición, en la cultura popular campesina del Maule. En especial en el canto popular campesino femenino. Un canto con raíces profundas, que llega al alma. Que sirve para afrontar la vida, para prolongarla, para hacerla fértil.

Son “cantoras valientes sobrevivientes de una violencia devastadora”. Como afirma Mauricia Saavedra: “Yo sano a través del canto. Escribo y canto.”

Mauricia Saavedra, Yo no canto por cantar, de Ana L´Homme.

Abuelas

Algo común a las cantoras es la influencia de madres y abuelas. En especial de estas últimas en el heredar y proseguir con una tradición que va más allá del canto. Es la de tener, además del don, una herramienta para sobrevivir a violencias y abusos. Una forma de sacar dolores profundos.

“¿Cuál es la mayor satisfacción de un sembrador? Esparcir la semilla, y luego esperar que brote”, dice Mauricia. Así, estas mujeres han heredado este arte y, algunas, lo trasmiten.

Yo no canto por cantar vincula con la tierra, con la tradición, lo colectivo. En ese sentido, Mauricia dice que quiere “ser una cantora campesina más y no una artista”.

Un documental profundo y duro

El documental de Ana L´Homme es una película dura. Porque logra entrar en la vida de mujeres mayores que han vivido diversas situaciones fuertes, de abusos y violencias, algunas extremas. Eso, además de vivir en un contexto de sobrevivencia, de mucho trabajo y esfuerzos, de precariedad material.

La contraparte a lo anterior, es la riqueza de la música, su capacidad para ser refugio y forma de expresión. De poder canalizar y ser un medio, para algunas, de sanación.

En síntesis, muestra “el tesoro de ser una cantora campesina”. Y la “sabiduría para no amarrarse al dolor, amarse a sí misma”.

Yo no canto por cantar es un documental que cala hondo, que emociona. Que perturba. Y que, al mismo tiempo, genera empatía y da esperanza, por la fuerza cultural y de esas mujeres que han logrado mantener ese arte y sobrevivir. Gran parte de ello trasmitido a través del canto.

Tal vez el aspecto más débil del documental es la voz en off, a veces muy pedagógico o descriptivo, redundante. Una voz que hace protagonista a la directora y guionista, pero sin mostrarla, sin aparecer realmente. Por otro lado, resulta fundamental vincular el canto popular campesino femenino con temas femeninos y feministas, en especial vinculados a abusos, violencia y machismo. Sin embargo, a mi juicio, el documental encapsula este arte y a estas mujeres, casi como una práctica oculta, paralela.

Yo no canto por cantar es un buen documental sobre nuestras raíces, la cultura popular campesina, de las cantoras, de la resiliencia y capacidad de resistir y sobreponerse de estas mujeres. Necesario.

Afiche de Yo no canto por cantar, de Ana L´Homme.