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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Patricia Rivadeneira vuelve a la gran pantalla con su papel protagónico en "Una luz negra", explorando el duelo tras la muerte de un hijo. El estreno, a su vez, coincide con una pérdida en la vida real: el reciente fallecimiento de su madre. En esta entrevista, la actriz habla sobre la relación entre la película y su propia experiencia con los duelos, y también analiza temas como la crisis financiera de TVN y la última polémica del Museo Nacional de Bellas Artes.

A poco más de siete años de su último rol protagónico (“La Telenovela Errante”, Raúl Ruiz/Valeria Sarmiento), Patricia Rivadeneira regresa a la pantalla grande con un filme que pone en relieve su estatus de ícono del cine chileno.

Esta vez, la actriz carga sobre sus hombros el peso dramático de “Una luz negra”, película de Alberto Hayden que arriba esta semana a la cartelera con una temática siempre compleja: el duelo y sus vacíos. Un historia que, en este caso, se relaciona intrínsecamente a su propio presente.

En “Una luz negra”, Rivadeneira encarna a Josefina, una madre que aún intenta sobrellevar la prematura muerte de su hijo Jorge. En ese trance, y por mera coincidencia, conoce a un hombre (Francisco Pérez-Bannen) con el mismo nombre de él, y con una notoria similitud física que, con el tiempo, obsesiona a ambos.

“En estos días murió mi mamá. Y Josefina, el personaje que ha perdido este hijo, ya tiene un tiempo viviendo sola sin él”, reflexiona en diálogo con BioBioChile a raíz de las vivencias que se han cruzado en el nuevo largometraje. “La presencia de nuestros seres queridos no está solo en la conversación o en la presencia física que tenemos con esas personas: también se plasma en los objetos, en los otros miembros de la familia. Y obviamente, en el caso de la película, se plasma en este homónimo”, agrega.

“Ese homónimo revive y reaviva el duelo; revive la necesidad de encontrar algo que explique por qué ese hijo murió. Y ahí, entonces, ocurre como un transfer con el personaje de Pérez-Bannen, que un poco le gusta y donde hay ahí un poco de incesto también”, explica.

Patricia Rivadeneira está de vuelta: "Aquí todo se maneja con el Excel que nos heredó Jaime Guzmán"
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El elenco de “Una luz negra” (en cartelera en las principales salas del país, incluido el circuito independiente) lo completan Antonia Bannen, Carla Casali, Carlos Donoso, Andrea Giadach y Manuela Oyarzún.

“Es una película para ver en pantalla grande, donde se puso mucha atención en el audio, en el sonido, que es algo que no todas las películas buscan. La música dice cosas, y las sombras también dicen cosas, porque están ahí y juegan con el sonido. Todos hemos tenido un duelo o vamos a tenerlo. Todos le tememos a la muerte y a la pérdida de los seres queridos. Entonces, en ese sentido, creo que es una película que acompaña”, cuenta Rivadeneira.

Patricia Rivadeneira: “La polémica le sirve al arte. El arte tiene que molestar. Es bueno que haya polémicas, porque quiere decir que está entrando en lugares donde nos ponemos a pensar”

La semana pasada, a raíz de la polémica alrededor de la exposición “Janet Toro. Intimidad radical. Desbordamientos y gestos” en el Museo Nacional de Bellas Artes, un grupo de parlamentarios republicanos acusó a Toro y a la curadora de la muestra de “ultrajar la bandera chilena”. Para no pocos, la anécdota hizo recordar de inmediato el nombre de Patricia Rivadeneira.

En 1992, la estrella de “Caluga o menta” fue protagonista de la controvertida performance “Por la Cruz y la Bandera”, de Vicente Ruiz, la cual fue descrita por medios de la época como “grotesca”, “repudiable” y “pornoshow”. ¿La razón? En el despliegue, la intérprete se dejaba ver semidesnuda, cubierta sólo con una bandera chilena, todo esto con el incipiente retorno a la democracia como telón de fondo. Con los años, dicha performance se convirtió en un hito del arte contemporáneo local.

“Como estuve con lo de mi madre, no he ido aún a la exposición (de Janet Toro), pero (la controversia) me parece una ridiculez más… ¡La bandera, por favor!”, lamenta con tono irónico. “Pero mira: la polémica le sirve al arte. El arte tiene que molestar. Es bueno que haya polémicas, es bueno que pise callos, porque quiere decir que está entrando en lugares en donde nos ponemos a pensar, a reflexionar sobre quiénes somos. Así que en ese sentido, me parece buenísimo”.

(P): Además de obras, películas y teleseries, eres dueña de un catálogo que también incluye performances icónicas, algunas en dictadura y en los primeros días de la transición. ¿Crees que te expusiste demasiado? ¿Cuál es tu recuerdo sobre la percepción de miedo de esa época?

(R): Había tanto miedo en esa época —porque la vida valía muy poco, la vida podía desaparecer, no había libertad—, que éramos valientes. El miedo era enorme. Cuando uno piensa en los muchachos que van a la guerra a morir, uno dice ‘son locos’, pero hay momentos en donde te expones para poder vencer el miedo. Y hay veces, en que es más importante la libertad que la seguridad.

(P): Como actriz emblemática de la época de oro del Área Dramática de TVN, y en el marco del debate actual sobre su financiamiento: ¿cómo imaginas el canal en el futuro? Una de las propuestas surgidas en el Congreso, plantea convertirlo en un canal exclusivo de noticias y contenidos informativos. ¿Estás de acuerdo?

(R): Lo que pienso es que hay intereses muy claros desde hace muchos años. Inclusive el presidente Sebastián Piñera era dueño de un canal, y por lo tanto, los intereses de privados han atentado (desde antes) en contra de la vida de Televisión Nacional; hace muchos años que lo quieren privatizar. Ahora, esto de convertirlo en un canal de noticias…

Yo creo que mengua sobre lo que significa realmente un medio de comunicación de esta envergadura, lo que significa para los chilenos. Cerrar toda posibilidad de crear conciencia sobre nuestra identidad, de convertirse en un instrumento de formación, de educación, de pensamiento crítico, y de la construcción de la ficción que un país necesita para madurar culturalmente. El cine ha creado la marca de Estados Unidos, por ejemplo. La ficción, ya lo sabemos, crea un impacto muy fuerte en la identidad de un país. Y achicar esa cancha, me parece equivocado. Los países más importantes en el mundo, todos tienen televisión pública. En vez de achicar, habría que agrandar. Pero como aquí todo se maneja con el Excel que nos heredó Jaime Guzmán. En fin.

(P): Uno de tus proyectos más recientes, ajenos al teatro, al cine y la TV, es Escenix, “el Netflix del teatro chileno”, donde los usuarios pueden ver obras de teatro en streaming. Cuéntanos por qué decidiste embarcarte en esta aventura

(R): Escenix es una plataforma de teatro chileno, “nuestro Netflix del teatro”. La creamos hace 5 años, con mucho esfuerzo, y está accesible a todo el público con un catálogo de más de 100 obras: 30 estrenos, 20 obras argentinas de Corrientes, y 80 obras de teatro chileno para la gente que no las ha visto, que ya salieron de cartelera, para quienes se las perdieron o no tienen acceso al teatro.

Además, estamos en la biblioteca digital disponibles en modo gratuito para todos los profesores que enseñan lenguaje, que enseñan teatro, que enseñan arte, y para los alumnos, ahí iremos creciendo. Sólo hay que ir a escenix.cl e inscribirse. También nuestra intención es crear un archivo patrimonial que permita ver este arte que es efímero. Esto se trata de ir al teatro en vivo, pero no podemos negar que la nueva tecnología y la pantalla existen, y que es necesario que estos registros queden para la posteridad. Es una iniciativa que nosotros hemos impulsado con Escenix, pero que existe en muchos países.

(P): ¿Han habido acercamientos con organismos o fondos públicos a lo largo de estos 5 años? ¿Hay interés de parte de las autoridades en apoyarlo?

(R): Sí, nosotros nacimos con fondos Corfo, como una startup, y nuestro interés es realizar una alianza más permanente con el Ministerio de las Culturas. El año pasado hicimos una para el mes del teatro. Este año, esperamos seguir encontrando una manera, porque así como existe Ondamedia, que me parece una iniciativa fabulosa pero que sin embargo es para películas de cine hechas para las pantallas, que por lo tanto no van a desaparecer si no las graba alguien, en nuestro teatro (chileno) si no hay alguien dispuesto a invertir en hacer estos registros, (la obra) se pierde. Esto nació para la pandemia y ahí hubo mucho interés y todos se movilizaron en hacer estos registros de buena calidad, pero ya se les olvidó.

Así que estamos ahí, a punta y codo e invitando a las compañías a que hagan los registros, nosotros estamos disponibles también para hacerlo. Ahora hay un fenómeno que espero que se revierta, pero las temporadas teatrales son tan cortas, que es muy fácil que las obras pasen y mueran. Una obra del calibre de “Suárez”, que estuvo una temporada de 5 años y se ganó todos los premios, prácticamente no la pudimos llevar a regiones.