Marín Naritelli se atreve a morir y realizar, como él mismo dice, una autopsia. Vaya sentencia. Incluso, temeraria. Sobre todo en la actualidad, que se escribe con miedo y, tanto más, con exceso de arrogancia.

Alberto Cecereu (c)

Por Alberto Cecereu

Pero nuestro autor es todo lo contrario. No hay miedo. Y lo deja claro desde su título, que es mezcla de arenga política, abrazo apapachador o, incluso, de protesta. Muy de nuestros tiempos, por cierto.

Nueve partes tiene este libro. Que el autor, como en su última obra, repite la fórmula: su carácter de misceláneo. Como un almanaque. Una enciclopedia. Pero no me refiero como crítica, sino como fortaleza, ya que, no arriesgando su voz auténtica, habla desde distintas esquinas, puntos de vista, camas y mesas, cuerpos y emociones.

Porque Francisco se hace parte de nuestro contexto histórico. El lenguaje crea imágenes de objetos que ya no son perceptibles en el mundo real y, por ende, deben ser explicados o interpretados desde esa mirada histórica. ¿Qué sería Marx sin los burgueses y las clases proletarias de los levantamientos populares de 1848 en París? Aunque no estoy diciendo que Marín es Marx – nunca tanto , afirmo que Marín Naritelli nos trae no una autopsia de sí mismo, sino que de todos y todas.

Se trata, por tanto, de una poetización de los acontecimientos que han sido desplegados en las transformaciones de varios lustros en los chilenos y chilenas, y cómo esas transformaciones se despliegan en el tiempo. Porque sabemos que están ocultas, esperando salir afuera, como semilla que busca germinar.

En ese contexto, es que el autor existe y persiste tanto individuo como parte de un grupo. “Sería grato conversar de la ausencia. / Decir: aquí estoy débil de tantos sitios, porque un lugar son todos los lugares”, como afirma en el poema El mediador, donde realiza una especie de viaje, incluso con carácter iniciáticos, con tal de verse así mismo.

O en otro poema, donde imaginé sentado al chileno, ese que abunda saltándose filas, haciendo trampa, con la pillería en la mano, como en Fragilidad: “Nosotros nos creemos el hoyo del queque,/ portamos tristezas incalculables./ Nos verás reír, reír quizá muy fuerte,/ tentar proyectos, proferir discursos”.

Por otro lado, nos encontramos con un autor que se expresa desde el amor, el romanticismo. Él mismo dice ser cursi. Pero no se parece a esos poetas de Instagram que son éxito de ventas, replicando viejas fórmulas de cancioneros juveniles o música pop. No. Todo lo contrario.

Explora el amor en todas sus formas. Y es categórico: “Te amo en el mismo lugar donde te precipitas,/ insolente e incendiaria”. Porque el amor, aunque se siente como una nube indescriptible, no sucede, sino es en el cuerpo. Cobra efecto en lo material, y como dice Foucault, “no es el acto ni la propiedad de un cuerpo”, sino que el discurso y el lenguaje el que existe en relación, efecto y coexistencia entre lo material y lo inmaterial. ¿Qué es el amor sino lo invisible que sucede dentro de ti?

Allen Ginsberg en 1959 escribió que “La historia reciente es el registro de una gran conspiración para imponer un nivel de conciencia mecánica a la humanidad”, y Marín Naritelli es una respuesta a ello. Su disección. Sus sinceridades, al incorporar notas y críticas a sus escritos, comentarios, notas de prensa. Aquello, caracteriza el autor en entregarnos un documento, una especie de libro de notas con la creación de una voz poética que busca no sólo el aguante a sí mismo, sino también a este, el sistema, que parece pesarnos tanto.

Porque a pesar de que me aventuro en creer que este libro es una autopsia para todos y todas, no es, por ningún motivo, una cirugía invasiva. No. Por el contrario. Es, en todo momento, una especie de tour de nuestros cuerpos, para mostrarnos amores y desamores, personajes, caretas y vicios. En fin, un libro fascinante, para velador y micro, para dedicar a un nuevo enamorado, o para una ex.

Portada de Aguante!, Francisco Marín Naritelli, Ediciones Filacteria (c)

Aguante!

Francisco Marín Naritelli
Ediciones Filacteria, 2021.
127 páginas.