Una estatua gigante instalada en la ciudad japonesa de Fukushima, que representa a un niño vestido con una combinación amarilla antirradiactiva, creó polémica en una región que lucha por restaurar su reputación tras el accidente nuclear en marzo de 2011.

El personaje, de 6 metros de alto, lleva un casco en una mano, ejemplo de que el aire está ahora limpio, y un sol en la otra, símbolo de esperanza. En el torso se ve una pantalla que muestra “000” para subrayar la ausencia de radiaciones.

El artista Kenji Yanobe aseguró que quería transmitir un mensaje positivo, pero su obra, instalada a principios de agosto, no entusiasmó en las redes sociales.

“He visto a ‘Sun child’ (el nombre de la estatua), y da miedo. Creo que nos ridiculiza a todos, así como al trabajo que Fukushima hizo para borrar su mala imagen”, escribe un usuario de Twitter. “Dada la terrible reputación de Fukushima creo que esta instalación debería haber sido anulada”, considera otro usuario.

"Sun Child"
“Sun Child” | Agencia Agence France Presse

Kenji Yanobe publicó un texto de tres páginas para disculparse por el revuelo causado, a la vez que defendía su propósito. “Mi intención era mostrar una esperanza brillante para el futuro”, creando este niño de ojos grandes que mira al cielo, escribió.

En un comunicado, el alcalde de Fukushima, Hiroshi Kohata, transmitió una opinión parecida. “Esta estatua me transmite esperanza y fuerza para hacer frente a la adversidad”, afirmó.

El ayuntamiento no decidió aún qué medidas tomaría, pero aseguró que sólo recibió un puñado quejas por la obra. El artista también recibió apoyo en las redes sociales.

La ciudad de Fukushima, capital de la región del mismo nombre, alberga la central nuclear que quedó devastada por un enorme tsunami el 11 de marzo de 2011.

La catástrofe nuclear de Fukushima, la peor desde el accidente de Chernóbil (Ucrania) en abril de 1986, provocó la evacuación de miles de habitantes, muchos de los cuales no regresaron jamás a sus hogares.