Bernardo O´Higgins estaba herido. La batalla de Cancha Rayada lo tomó por sorpresa, al igual que a todos los soldados independentistas. Mariano Osorio reunía sus fuerza en Santiago, le había llegado apoyo desde el Virreinato por el sur de Chile. Se aproximaba la batalla final, y la responsabilidad y liderazgo estaba en el argentino, José de San Martín.

A 200 años de la batalla de Maipú, quieran o no, José de San Martín lideró la última batalla, quieran o no, él guió el triunfo en Maipú. A muchos se les olvida que el Ejercito Libertador de Los Andes estaba compuesto por más argentinos que revolucionarios chilenos, y que O´Higgins, en liderazgo político y militar, se encontraba por debajo de San Martín. La independencia se construye en base a ambiciones trasandinas, por una Sudamérica soberana, y los hilos eran movidos por una Logia Lautariana.

Cancha Rayada, el comienzo a la batalla final

Se estaba firmando el Acta de Independecia cuando el ejército realista logra armarse de nuevo con un poco más de 4 mil hombres. El bando patriota, compuesto por más de 6 mil soldados y comandado por San Martin y O´Higgins, se acercaron a Talca sin saber que los fieles a la Monarquía ya estaban en ese lugar.

Caída la noche, Jose Ordóñez, general de las tropas realista, ordenó atacar aprovechando el factor sorpresa. ¿Batalla? Más bien fue un desastre total. La oscuridad hacia que los patriotas se dispararan entre ellos, la confusión no dejaba pensar a O´Higgins, los gritos de muerte de sus aliados de seguro lo desconcertaron.

Batalla de Cancha Rayada
Batalla de Cancha Rayada

Es posible imaginar a O´Higgins intentado cargar su fusil con la chaqueta mal puesta, pidiendo a todos que se calmen, emanando al aire un par de improperios y tratando de buscar una explicación como también una solución. Ésta llegó, y era: “huir”.

Bernardo O´Higgins no arrancó al norte, no alcanzó o quizás quiso quedarse a combatir, quedando muy mal herido. Finalmente tuvo que ser trasladado a Santiago de gravedad -recordemos que la capital ya estaba bajo dominio patriota y era custodiada por Manuel Rodríguez-, con una herida en su brazo derecho que amenazaba con desangrarlo e infectarse.

“Aun tenemos patria, ciudadanos”

La noticia del desastre llegó como un viento frío polar a Santiago. Independentistas pensaban huir de nuevo a Mendoza, se aseguraba que San Martín y O´Higgins habían muerto en combate, ya no habían líderes y la causa parecía diluirse rápidamente…

En la capital se organizó un cabildo conformado por los principales actores políticos y militares, y la opción predominante era: “arrancar”. Manuel Rodríguez, quien era Director Supremo Interino, llamó a la calma mediante la popular, osada y arrogante frase: “¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”. Rodríguez ordenó que cada habitante armado sería considerado un miliciano de la Patria, pidió defender lo avanzado, motivó a la ciudadanía, creó y organizó a los “Húsares de la Muerte”, grupo militar que defendería a Santiago de los realistas.

Manuel Rodríguez
Manuel Rodríguez

El patriotismo se sentía en los aires de Santiago, Rodríguez logró organizar a los habitantes de la capital mediante un sólo lema: Resguardar Santiago de los realistas. Cuando “El Guerrillero” se encontraba realizando los planes de defensa, aparece O´Higgins mal herido en las puertas de la capital. La relaciones entre ambos estaban quebradas, luego del fusilamiento de José Miguel Neira (aliado y amigo de Rodríguez) por órdenes de uno de los hombres del Director Supremo, Ramón Freire.

Rodríguez, respetuosamente, le entrega el mando a O´Higgins y de manera muy diplomática se pone a sus órdenes. Sin embargo y al poco tiempo no lo reconoce como su líder, ni mucho menos le entrega el apoyo que se esperaba. En la víspera de la Batalla de Maipú, El Guerrillero se queda en la fortaleza de Santiago con sus Húsares, como frente de defensa en caso de una derrota y avanzada española.

Batalla de Maipú

Es fácil poder imaginar la tristeza, impotencia, rabia e incluso ira de Bernardo O´Higgins, en no estar al 100% para la batalla. Su herida era de considerar (considerando que, en esa época, era fácil que éstas se infectaran y se propagaran por todo el cuerpo) y ese brazo merecía reposo para luego dirigir con él una República joven y algo alborotada.

La responsabilidad recae en José de San Martín, quien a esta altura de la historia, ya posee fama internacional. Es considerado uno de los líderes revolucionario sudamericano, incluso a la misma altura de Simón Bolivar.

José de San Martín
José de San Martín

Es posible que San Martín no sintiera un amor y responsabilidad encarnecida por independizar Chile, pero tenía que hacerlo, era la única forma de resguarda la Capitanía de La Plata (Argentina) y mantenerla soberana de la Corona Española. Primero había que liberar Chile, y luego “quemar el hormiguero”, Lima.

Si se perdía en Maipú, los planes independentistas de San Martín podían peligrar, tanto tácticamente como desde la moral de sus dirigentes y de los seguidores de la causa. No era sólo una batalla para San Martín, era un escalón fundamental para asegurar definitivamente los aires republicanos en el continente y en su país.

En la mañana del 5 de abril, San Martín comanda al Ejercito Libertador de Los Andes al sector “Cerrillos del Maipo”, en una posición elevada. Mariano Osorio, líder del ejercito realista, se sitúa en el mismo sector. Quedan cara a cara, las banderas chilenas y argentinas flameaban fuerte y los estandartes españoles estaban firmes.

Manuel Blanco Encalada rompe el silencio entre ambos ejércitos y la mirada de sus comandantes, su artillería emitió los primeros disparos contra los realistas. La batalla comenzó un poco antes del medio día.

El General San Martín tomó una postura ofensiva cuando notó que los realista estaban replegados optando por la defensa. Los oficiales del ejercito patriota lograron tomar los cerros en donde estaban agrupados las fuerzas españolas. Mariano Osorio se da cuenta que la batalla está cuesta abajo para él y decide huir con sus hombres, mientras que los oficiales realistas, José Ordóñez y José Ramón Rodil deciden pelear hasta el final.

Batalla de Maipú | Icarito
Batalla de Maipú | Icarito

El acto heroico de los realistas los llevó a reagruparse, transformándose en un blanco fácil para los fusibles argentinos y chilenos. A pesar del cúmulo de muertes que dejó la resistencia realista, se mantenían firmen en su posición y rechazaban las líneas y cargas chilenas. De hecho, en uno de los batallones fieles a la monarquía, el batallón Burgos, algunos de sus solados gritarían: “Aquí está el Burgos. Dieciocho batallas ganadas, ninguna perdida”, mientras mostraban sus estandartes con orgullo.

La tierra de la actual Maipú estaba teñida de rojo, miles cuerpos caídos y de otros agonizantes eran parte de la panorámica de la batalla. José Ordónez decide retirarse hacia Lo Espejo con casi 2 mil hombres, quienes nunca desarmaron la formación y mantuvieron la línea, a pesar de 8 cargas de ataques chilenas. La resistencia y/o defensa monárquica fue admirable y San Martín supo reconocerlo: “Jamás se vio una resistencia más vigorosa, más firme y más tenaz.

“Gloria al salvador de Chile”

Bernardo O´Higgins llegó al campo de batalla un poco antes de que ésta terminara. Ordenó a su tropa (cerca de mil soldados) un ataque feroz a Ordóñez, pero San Martín ya no quería derramar más sangre, la batalla ya estaba ganada, los realista huyeron dejando 1500 soldados muertos y otros 2000 como prisioneros de guerra.

En ese contexto, Bernardo O´Higgins se acerca a San Martín, apoya su brazo izquierdo en el hombro de éste y le celebra mediante la histórica frase: “Gloria al salvador de Chile”, a lo que el general argentino responde: “Chile no olvidará jamás el nombre del ilustre inválido que el día de hoy se presentó al campo de batalla”.

El abrazo se concreta, la noticia llega a Santiago. Una reducida tropa realista, dirigida por Osorio, logra huir y refugiarse en Talcahuano, para luego salir del territorio nacional. O´Higgins se transformaría en Director Supremo de la ya oficial República de Chile, con un acta de Independencia totalmente válida. O´Higgins y los patriotas celebran, mientras que San Martín mira hacia el norte, con su mirada en la capital del Virreinato…