Esta obra del dramaturgo Nicolás Lange (21), que dirige Víctor Valenzuela (26), llegó a su temporada con dos premios en sus manos: Mejor Dirección y Mejor Dramaturgia obtenidos en el XVII Festival de Dramaturgia y Puesta en Escena “Víctor Jara”, de la Universidad de Chile, un evento de teatro joven que se ha transformado en una cantera de artistas teatrales.

Como era presumible, el perfil experimental de esta obra caracterizaría a una propuesta más o menos críptica, que ya anunciaba su título, alejada de la representación convencional y al menos, tres rasgos:

Obra estructurada en fragmentos de historias independientes que aluden a un universo general, atiborrado de información, como consecuencia del desarrollo de la informática.

Una mirada donde lo poético-abstracto predomina al interior de una verbalidad de origen racional-intelectual, que incluye textos y voces en inglés.

Percepción del mundo con vivaces ojos adolescentes, con gente sobrepasada por el vértigo informativo de internet y las redes sociales, que afecta la conducta social y las relaciones personales, y que se manifiesta a través de un lenguaje contemporáneo lúdico en una obra que busca graficar cómo se diluye el límite entre lo real y lo virtual.

Búsqueda de sentido

En una propuesta donde la abundancia temática y de recursos crípticos oscurecen el conjunto del montaje, en contraste, llama

la atención la grandeza en la simplicidad que ofrece la primera escena, protagonizada por Camila Roeschmann.

En ese minuto o minuto y medio de acogida e invitación al público, la actriz se manifiesta a través de un lenguaje total, que atrapa y funde un gesto corporal, emotivo, intelectual y sensual… que parecía anunciar la potencia y dirección de la obra. Sin embargo, se va diluyendo en la avalancha de informaciones que sigue.

Es posible que haya hecho falta un punto de vista más visible para articular la búsqueda de los realizadores de plantear una idea propia sobre la realidad múltiple y, además, fragmentada que visualizan.

Tampoco ayudan a esto los elementos de diseño escénico ni un sorpresivo (e innecesario) desnudo masculino que incluye el montaje.

Tal vez la aproximación a este multiverso requiera mayor manejo para darle sentido, cualquiera sea, a estos cuerpos y presencias materiales que cohabitan con la virtualidad de los perfiles informáticos que, en la práctica, se asumen y operan en un mismo nivel de realidad, arrastrando sueños, deseos, lo reivindicativo público y lo íntimo privado.

La propuesta es un ejercicio que vale como expresión ambiciosa de un dramaturgo joven que utiliza materiales interesantes y cierto humor que provoca una reacción positiva entre el público joven cuando las alusiones son concretas y precisas.

Sala “Agustín Siré”. Morandé 750. Jueves, viernes y sábado, 20.30 horas. Entrada general $ 4.000; estudiantes y tercera edad $ 2.000. Hasta el 21 de Mayo.