Una comisión de investigación australiana escuchó este miércoles cómo un sacerdote armado obligaba a niños a arrodillarse entre sus piernas durante la confesión, a la vez que el tesorero del Vaticano, George Pell, reconoció que la Iglesia vivió un periodo de “delitos y ocultaciones”.

El cardenal australiano George Pell, poderoso “ministro” de Economía del Vaticano, declaraba ante la Comisión Real para una Respuesta Institucional al Abuso Sexual de Menores.

Por sus problemas cardíacos, el ex obispo de Melbourne y luego de Sídney, de 74 años, declara por tercer día consecutivo por videoconferencia desde un hotel de Roma.

La comisión se centra actualmente en las ciudades de Ballarat y Melbourne, en el Estado de Victoria, donde el cardenal Pell creció y trabajó. Se interesa por la respuesta que la Iglesia australiana dio a las acusaciones de pederastia contra el clero católico, sobre todo los años setenta.

El caso de Peter Searson, sacerdote de la parroquia de Doveton, salió a colación y el cardenal Pell explicó que era uno de los hombres “más desagradables” que conoció nunca.

A pesar de las pruebas que se acumulaban sobre su comportamiento pederasta durante los años ochenta, la Iglesia no hizo nada por destituirlo. Searson, fallecido en 2009, sólo fue condenado una vez en 1997 por agresión física a un niño de 12 años.

Un denunciante contó que Peter Searson empuñaba un arma de fuego y obligaba a los niños a arrodillarse entre sus piernas para confesarse.

El cardenal Pell tachó de “detestable” el comportamiento pero desmintió haber estado al tanto en aquel momento y explicó que el fallecido arzobispo Frank Little hubiera podido hacer más.

“El arzobispo Little parecía incapaz de afrontar al padre Searson, o incluso proporcionar informaciones adecuadas sobre la situación”, dijo, y dio a entender que aparentemente decidió no hacer nada para proteger así la reputación de la Iglesia católica.

La comisión también pudo escuchar que Searson mató a un gato agarrándolo por la cola y arrojándolo por encima de una valla, mostró el cuerpo de un finado en su féretro a unos niños o amenazó a una niña con un cuchillo contra el pecho.

El tesorero del Vaticano explicó que buscó consejo de la oficina para la educación católica después de una denuncia en 1989, pero la oficina le “engañó” sobre la naturaleza de los hechos reprochados a Searson.

Desde el principio de su audición, el cardenal ha contado que al menos dos arzobispos y otros miembros de la jerarquía eclesiástica le mintieron por omisión.

“Era un mundo extraordinario. Un mundo de crímenes y ocultación. La gente no quería alterar el statu quo”, declaró.