Pornografía, masturbación, cibersexo, un menú cargado de amoríos casuales y sexo a la carta, son parte de los comportamientos que imperan actualmente en el mercado erótico. Conductas que van en alza debido al destape existente, donde la sexualidad se presenta como el producto más apetecido de medios de comunicación, cine, publicidad y música contemporánea.
Es así como este producto cotizado por miles de personas forma parte de la sociedad actual, transformándose en el atractivo favorito de clubes nocturnos, calles, internet y departamentos de solteros; hay todo un mercado a disposición de personas ansiosas por satisfacer sus instintos, y que al no saciarlos, terminan con grandes problemas y una vida llena de conflictos existenciales.
Es en este escenario en que resalta la hipersexualidad; trastorno caracterizado por una constante estimulación visual que provoca que el individuo exacerbe su natural sexualidad hasta la adicción.
Tal conducta se manifiesta en personas que cuando adolescentes fueron reprimidas sexualmente y al ser adultos, desean mantener su libido encendido en todo momento. Para ello, consumen de forma periódica pornografía o adoptan conductas extremas con relación al sexo, alterando la forma en cómo se relacionan con el resto e incluso en la intimidad.
“Hoy, cada individuo tiene la capacidad de reconocer cuándo están más proclives al contacto erótico y hasta les resulta fácil determinar qué tipo de estímulos aumentan su libido. Sin embargo, cuando este deseo es periódico, y cuya potencia obliga a la persona a dejar de lado las obligaciones laborales y personales, la adicción al sexo se hace evidente”, sostuvo Fernanda Medina, psiquiatra y sexóloga.
Tal comportamiento de carácter irrefrenable y repetitivo, se presenta con culpa y sensación de vacío una vez que se ha conseguido saciar el apetito carnal, momento en que invade a la persona una sensación de depresión, provocando serios problemas en su autoestima.
La sexóloga, indicó que la adicción al sexo, no tiene un género definido, pues se presenta de igual forma en hombres y mujeres de entre 20 a 45 años.
¿Cuándo se debe tratar?
“Si bien se desconocen las causas que provocan esta adicción, estudios en la materia apuntan a desórdenes en los neurotransmisores y fundamentalmente a factores emocionales, tales como: estrés, inseguridad, sentimiento de inferioridady un fuerte temor a la humillación”, indicó la profesional.
Asimismo, quienes sufren este trastorno no son capaces de controlar el impulso que los lleva a tener sexo de forma casi urgente, ocasionando en ellos serias dificultades en su vida social, familiar, laboral y hasta económica.
Con el propósito que las personas puedan recuperar el control de sus impulsos, este comportamiento adictivo merece ser tratado con especialistas, donde es vital trabajar sobre la personalidad ansiosa del paciente y así entregarles aquellas herramientas que le permitan manejar de forma optima los sentimientos de inferioridad y la tolerancia a la frustración”, destacó la especialista.
Si bien en la actualidad no hay tratamientos específicos para curar de forma definitiva la adicción al sexo, ésta se puede controlar con terapias cognitivas, grupos de “sexo adictos” y medicamentos que disminuyan impulsos y ansiedad asociada a dicha conducta. Tales mecanismos apelan a conseguir una “sobriedad sexual”, es decir, que el paciente consiga tener encuentros no impulsivos ni generadores de malestar.
Pero si estás dudando de tu sexualidad y deseas saber si eres un amante del sexo, a continuación la profesional entrega una serie de señales de alerta que te ayudarán a detectar dicho problema:
1. Se siente un deseo intenso, incómodo, que necesita ser satisfecho en forma urgente.
2. El impulso sexual va ligado a fantasías y pensamientos sucios que te mantienen excitado en todo momento.
3. La persona intenta ineficazmente controlar la conducta sexual, pero los resultados en su mayoría son en vano.
4. Existe un consumo excesivo de material pornográfico.
5. Después de llevar a cabo el acto, se presenta un sentimiento de culpa por no haber frenado el impulso.
6. Existe un deterioro y descuido de la vida laboral, social, académico y familiar.
7. Se generan gastos desmedidos en la contratación de sexo pagado.
8. No hay límites de lugar ni hora para tener llevar a cabo el acto sexual.
9. En el momento del impulso, la persona no tiene la capacidad de evaluar los riesgos asociados a su conducta, donde se presentan los posibles peligros de contraer enfermedades de transmisión sexual a la hora de intimidar con un desconocido.
10. Existe un malestar subjetivo, angustia, remordimiento, culpa, aislamiento social, ideas depresivas, intentos de suicidio, todo por no poder controlar tales impulsos adictivos.
11. Dificultades para asumir el problema: sentimientos de vergüenza que impiden compartir lo sucedido con personas cercanas o profesionales.
La experta hace hincapié en que de padecer tal comportamiento se debe dejar de lado la culpa y la vergüenza y buscar ayuda en los profesionales de la salud. Hay caminos para restablecer las costumbres sexuales saludables, tanto de quienes padecen la adicción como de las parejas de los “adictos”, que al igual que ellos, necesitan del mismo apoyo para retomar de forma óptima la relación de pareja.