Como todos los días, Ione Wells iba caminando a su casa en Camden (al norte de Londres) cuando un hombre la atacó. El sujeto se se abalanzó sobre ella, la agarró del pelo e intentó someterla sexualmente, sin embargo, sus gritos de auxilio alarmaron a quienes estaban cerca.

Gracias al actuar de sus vecinos y familiares, la joven de 20 años logró ser rescatada y el individuo -un adolescente- pudo ser detenido por la policía, según consigna el diario inglés Metro.

La experiencia, obviamente, marcó y traumó a la estudiante, quien hoy trabaja por recuperar la normalidad de su rutina. Para ello decidió contarle al mundo lo ocurrido y encabezar una campaña en las redes sociales llamada #NotGuilty (No soy culpable).

La iniciativa busca despertar conciencia en las mujeres sobre que ni su ropa ni los lugares que frecuentan las hace responsables de estos abusos. Además llama a las víctimas a compartir sus historias y pide a las comunidades que se unan en torno a este tema.

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Hace algunos días, la estudiante publicó su versión de los hechos en una carta abierta a su agresor, publicada en la revista universitaria Cherwell. En ella explica detalles de todo lo ocurrido la madrugada del 11 del abril y las consecuencias de ello.

Te invitamos a leer a continuación las palabras de la joven

“No puedo enviarte a esta carta a ti, porque no conozco tu nombre. Sólo sé que fuiste enjuiciado por un serio ataque sexual y una prolongada agresión de naturaleza violenta. Y te tengo una sola pregunta.

Cuando fuiste atrapado en una cámara siguiéndome a través del vecindario, cuando esperaste hasta mi propia calle para acercarte, cuando aferraste tus manos a mi cara hasta que no pude respirar, cuando me empujaste y caí de rodillas hasta que mi rostro sangró, cuando luché con tu mano lo suficiente para poder gritar…

Cuando me agarraste del cabello y estampaste mi cabeza contra el pavimento y me dijiste que dejara de gritar, cuando mi vecina te vio y te gritó y tú la miraste a los ojos y continuaste pateándome…

Cuando partiste mi sostén a la mitad por la fuerza con la que agarraste mis pechos, cuando no alcanzaste mis pertenencias porque sólo querías mi cuerpo, cuando fallaste en obtenerlo porque todos mis vecinos y familia salieron, y tú los viste… ¿alguna vez pensaste en la gente en tu vida?

Mi comunidad no se sentirá insegura cuando camina de regreso al hogar en la noche. Tomaremos el último tren a casa y caminaremos por nuestras calles solos, porque no arraigaremos ni nos entregaremos a la idea de que nos estamos exponiendo al peligro por hacerlo…. Tú comunidad, aunque no puedas verla a tu alrededor todos los días, está aquí. Está en todos lados.

Tú subestimaste a la mía. ¿O debería decir a la nuestra? (…) No hay límites para nuestra comunidad, sólo existen excepciones: y tú eres una de ellas”.