Tener una “cintura de avispa” es el sueño de muchas mujeres, que están dispuestas casi a cualquier cosa para conseguirla.

Y es que aunque por naturaleza algunas chicas no tienen el talle tan estrecho, se han obsesionado con reducirlo recurriendo a métodos -a veces extremos- que ofrece el mercado. Uno de ellos es el “Waist Trainer” o “entrenador de cintura”, que no es más que un ajustadísimo corsé que moldea esta zona hasta disminuir su diámetro.

Una de las celebridades que públicamente ha reconocido usarlo es la estrella de televisión estadounidense Kim Kardashian, quien a través de su cuenta en Instagram muestra cómo ha logrado que su diminuta cintura sea aún más pequeña gracias a este accesorio. Pero no es la única, también lo utiliza su hermana Khloé y la actriz Jessica Alba.

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“La intención de las famosas es la búsqueda de un ideal de belleza que se remonta hasta el Renacimiento. El corsé corregía la postura, reducía la cintura y pretendía dar altivez a los gestos de la mujer, a costa de comprimir su cuerpo en piezas de hierro o madera que bien parecían un instrumento de tortura. Lo común, por aquel entonces, era ver desmayos en damas causados por la falta de aire ante un corsé demasiado apretado”, señala el portal femenino perteneciente al diario español El País, SModa.

Este ejercicio de “entrenar” la cintura para hacerla más estrecha es conocido como ‘tightlacing’ y es practicado por chicas como Kelly Lee Dekay, una modelo norteamericana de 27 años que logró una cintura de 41 centímetros usando un corsé durante 7 años. La chica dijo que su inspiración fueron dibujos animados como Jessica Rabbit y algunas heroínas femeninas.

Los peligros

El problema de estos corsés entrenadores es que pueden llegar a ser peligrosos para la salud. Así lo comprobó en carne propia la periodista de la revista New York Magazine, Rebecca Harrington, quien probó un “Waist Trainer”, pero sólo alcanzó a usarlo 5 días, pues debió quitárselo porque le cortaba la respiración.

Ya en 1908 el médico francés Ludovic O’Followell advertía de estos perjuicios, indicando que la prenda presionaba las costillas inferiores a tal punto que podía llegar a oprimir los pulmones y afectar la respiración. Asimismo, mostró que algunos órganos se desplazaban hacia abajo y otros hacían presión contra la espina dorsal.

Con esto coinciden los expertos actuales, como el cirujano plástico de Beverly Hills, Gabriel Chiu, quien dijo al canal de noticias Fox News, que el corsé “reduce el flujo a los pulmones, corazón y otros órganos”, añadiendo que aunque se pueden observar resultados al poco tiempo, éstos son sólo momentáneos, porque lo que hace la prenda es “moldear” la cintura empujando las costillas y no perder peso.

Por otro lado, Carlos Tejero, neurólogo en el Hospital Clínico Universitario ‘Lozano Blesa’ de Zaragoza y vocal de la Sociedad Española de Neurología, señaló a SModa, que también se corre el riesgo de presionar el nervio femorocutáneo, pudiendo producirse una “meralgia parestésica” (adormecimiento de la zona), e incluso el “síndrome de dolor neuropático”, que es un dolor crónico que persistirá aunque se retire el corsé. Cuando el nervio está muy dañado, esta última condición es irreversible, y la única alternativa es tomar analgésicos de por vida.

De hecho, esta situación ya la había advertido hace un tiempo, la médico bariátrica neoyorquina Jyotindra Shah, quien afirmó que el uso prolongado de un corsé puede provocar heridas en los órganos internos, dañar la piel y restringir la respiración. Esto último, incluso, podría perjudicar nuestro metabolismo y salud.

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