Las selecciones masculinas de fútbol de Nueva Zelanda y Egipto empataron el domingo 1-1 en el estadio Old Trafford de Manchester y conservaron así esperanzas de clasificarse por el Grupo C para los cuartos de final del torneo olímpico Londres-2012.

El marcador lo abrió Chris Wood (17) y el empate lo estableció Mohamed Salah (40), ante una multitud de 76.000 espectadores que vibró con un final emocionante en el cual los africanos estuvieron dos veces a punto de marcar el gol que hubiese sido de la victoria.

Brasil, que juega a las 15h00 local en el mismo estadio, lidera la llave con tres puntos, al igual que su adversario, Belarús, con menos goles anotados, en tanto que Egipto y Nueva Zelanda suman un punto cada uno.

En el minuto 90, Emad Meteab tuvo a su merced al arco neozelandés desguarnecido pero remató por arriba del travesaño y en un final no apto para cardíacos, segundos después, el guardameta Michael O’Keeffe le tapó un disparo a quemarropa a Ahmed Fathi.

“Tuvimos algunas chances de marcar. El partido fue muy duro. Ahora tenemos la expectativa de clasificar con el segundo puesto, en el partido con Brasil”, dijo el DT neozelandés Neil Emblen.

El encuentro se jugó en uno de los templos del fútbol mundial en ambiente típicamente británico de clima fresco que alternó lloviznas con tímidas apariciones del sol y tribunas colmadas con aficionados apasionados por el juego.

Los Faraones llevaron a toda costa la iniciativa, merced a la capacidad organizativa de Mohamed El Neny, hombre de cabeza levantada, inteligencia táctica y sentido del pase en el momento justo.

“Pudimos haber ganado, fallamos en la puntería al final”, admitió el DT egipcio, Hany Ramzi.

El gol rondaba el arco defendido por O’Keeffe, que pasó varios sofocones por remates o cabezazos a quemarropa de Saleh Gomaa, Eslam Ramadam, El Neny y Meteab.

Pero la sorpresa la sufrió el portero africano Ahmed Elshenawi, cuando en un tiro de esquina conectó de cabeza Shane Smeltz y Wood, sólo, descuidado dentro del área chica, a dos metros de la portería, metió el balón rozando el poste.

El murallón de camisetas blancas neozelandesas se hizo más duro e infranqueable con un esquema ultradefensivo.

Pero si la magia de El Neny no daba frutos tuvo que ser el espíritu combativo del caudillo y capitán, Mohamed Aboutrika, quien puso desde 20 metros un pase al corazón del área para el toque suave al gol de Salah.

Emblen mandó a la cancha al moreno James Musa en un giro en la postura táctica, más ofensiva.

La creación de ataque en la escuadra oceánica recaía en Marco Rojas, pero sin inspiración, sólo a base de pelotazos largos a Smeltz y Kosta Barbarouses, bien controlados por Mahmoud Alaa Eldin y Ahmed Hegazi, columnas defensivas.

Thomas Adam y Ryan Nelsen, el capitán, estacionados delante de una línea de cuatro volantes defensivos, le bloqueaban los caminos a Egipto, al que cada vez se le hacía duro avanzar y peor aún sin El Neny, reemplazado.

La amenaza, sin embargo, era siempre Aboutrika, cuyos adelantamientos sorpresivos llevaban peligro hasta que fue reemplazado.

Cada vez se animó más Nueva Zelanda y se apagó en simultáneo Egipto, al perder el control de la pelota en el medio juego, salvo en una grieta por la que se filtró Ahmed Fathi, quien se perdió el gol solo frente al portero.

Al salir reemplazado Rojas, también empezó a debilitarse la llama neozelandesa y también la de Egipto al ser sustituido Aboutrika.