El juez español Baltasar Garzón se sentó por primera vez el martes en el banquillo de los acusados, por ordenar presuntas escuchas ilegales en un caso de corrupción, primer proceso contra el magistrado que en una semana será juzgado por tratar de investigar crímenes del franquismo.

Garzón está imputado de “uso de instrumentos de escucha y grabación en violación de las garantías constitucionales” en la investigación de un escándalo de corrupción conocido como “trama Gürtel”, que a principios de 2009 implicó a altos cargos del Partido Popular (PP, derecha), que gobierna en España desde diciembre.

El juicio en el Tribunal Supremo de Madrid comenzó, ante una fuerte expectación mediática, con la lectura de la causa.

“El magistrado (Garzón) quiso intervenir las comunicaciones de los abogados con los internos Fracisco Correa y Pablo Crespo”, leyó la auxiliar judicial, mientras el juez, que compareció vestido con su toga negra de magistrado, escuchaba los cargos desde el banquillo de los acusados, sentado junto a su defensor Fracisco Baena Bocanegra.

Garzón ordenó estas escuchas en prisión por sospechar que los abogados participaban en las actividades delictivas de sus clientes. Los letrados denuncian por su parte una violación del derecho fundamental a la defensa.

De ser declarado culpable, el juez, mundialmente conocido por la detención del ex dictador chileno Augusto Pinochet en 1998 en Londres, podría ser condenado a un máximo de 17 años de inhabilitación profesional, lo que supondría el final de su carrera.