El primer ministro ruso Vladimir Putin prometió el martes “castigo” para los responsables del atentado que el lunes mató a 35 personas en el aeropuerto de Moscú y que según los investigadores podría ser obra de islamistas separatistas del Cáucaso norte.

“No me cabe la menor duda de que el crimen será aclarado y (los culpables) tendrán un castigo inevitable”, declaró Putin en una reunión del gabinete, durante la cual se observó un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del atentado, que también dejó 84 heridos, la mayoría de ellos graves.

Se trató de un “crimen cruel y sin sentido”, agregó.

El presidente Dimitri Medvedev había llamado poco antes “hacer todo lo posible para que los bandidos que han cometido este crimen sean identificados y comparezcan ante la justicia, y que las guaridas de esos bandidos sean liquidadas”.

“El terrorismo sigue siendo la principal amenaza para la seguridad de nuestro Estado”, agregó.

Medvedev ordenó reforzar la seguridad para los Juegos Olímpicos de invierno que se celebrarán en 2014 en Sochi, sur de Rusia.

Dirigentes de los grupos de oposición comunistas y liberales y blogueros en internet criticaron la incapacidad de las autoridades para impedir atentados periódicos de gran magnitud.

Medvedev, por su lado, cuestionó a los responsables del aeropuerto de Moscú-Domodedovo, por el incumplimiento de las normas de seguridad.

“Los testimonios de la escena del crimen muestran que eso era la anarquía. La gente estaba autorizada a entrar en todas partes”, denunció Medvedev.

“Todos aquellos que tienen responsabilidades, aquellos que deciden, y la dirección del aeropuerto deberán responder de todo”, anunció.

De hecho, por la tarde, la comisión investigadora del atentado anunció la apertura de un expediente contra los responsables del terminal aéreo, por desacato de las normas de seguridad.

El aeropuerto negó sin embargo tener cualquier responsabilidad en el drama y aseguró que se habían observado “todas las exigencias en materia de seguridad aérea”.

Según fuentes policiales, el equivalente de cinco a siete kilos de TNT fue utilizado para cometer el atentado en la sala de llegadas internacionales de Domodedovo, el mayor aeropuerto ruso (22 millones de pasajeros en 2010).

La investigación había revelado que las dos mujeres kamikaze oriundas del Cáucaso norte que en agosto de 2004 hicieron estallar dos aviones que habían despegado de Domodedovo pudieron subir a bordo con sus explosivos tras haber sobornado a los servicios de seguridad. Un total de 90 personas murieron en esas explosiones.

El atentado del lunes fue cometido probablemente por una mujer kamikaze acompañada por un cómplice, un modo de operación “habitual” de los rebeldes caucásicos, según una fuente policial citada por la agencia oficial RIA Novosti.

“La terrorista estaba acompañada por un hombre, que estaba a su lado, a quien la explosión le arrancó la cabeza, dijo la fuente. La bomba, explicó, “fue detonada a control remoto”.

Otras fuentes evocaron ya el lunes la pista del norte del Cáucaso, región del sur de Rusia en la cual se extendió una rebelión armada de inspiración islámica consecutiva a las dos guerras llevadas a cabo por las fuerzas armadas rusas desde 1994 en Chechenia.

El atentado fue firmemente condenado el lunes por la comunidad internacional, que manifestó su solidaridad al gobierno ruso.

El papa Benedicto XVI sumó su voz este martes, al condenar “un acto grave de violencia” y expresando su “profundo dolor” por las víctimas.

La explosión dejó 35 muertos y “hay 84 hospitalizados, la mayoría en un estado grave”, dijo el alcalde de Moscú, Serguei Sobianin. Al menos ocho extranjeros (entre ellos dos británicos, un alemán y un búlgaro) figuran entre las víctimas.