Los muertos hablan o reaparecen en varios de los filmes presentados en el Festival de Cine de Cannes, que concluye el domingo tras la atribución de la codiciada Palma de Oro.

En la película “Biutiful”, del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu – una de las 19 cintas que compite en Cannes por la Palma de Oro-, el protagonista es un hombre con poderes extrasensoriales que acompaña a los muertos en su camino al más allá.

Encarnado magistralmente por el actor español Javier Bardem, Uxbal se comunica con los muertos, a cambio de unos pocos euros, y les ayuda a que se vayan al más allá “con el corazón tranquilo”.

“El Negro” Iñárritu no retrata a Uxbal como un charlatán. Aunque metido en una serie de comercios ilegales en las calles de Barcelona, el protagonista escucha de verdad hablar a los muertos.

Por ejemplo, un jovencito que yace en un féretro con otros compañeros pide, por medio de Uxbal, perdón a su padre por el reloj que le robó, y le dice al vidente dónde lo escondió: detrás de la pata de la cama.

Uxbal, que se sabe condenado a morir de cáncer, ve también extrañas criaturas negras pegadas en el techo, quizá murciélagos premonitorios. Y en su camino al más allá, habla con su padre, al que jamás conoció, pero que se le aparece y le acompaña en sus momentos finales.

El más allá tiene también un rol en la comedia ácida del neoyorquino Woody Allen, “You will meet a dark tall stranger” (Conocerás a un desconocido alto y moreno), con Antonio Banderas, Naomi Watts, Anthony Hopkins, Josh Brolin y Gemma Jones, quien encarna a una mujer que busca sentido a su vida tras el fin de su matrimonio.

Conoce a una vidente y empieza a creer en la reencarnación. Conoce a un viudo, que también cree en vidas anteriores y futuras, con el que quiere rehacer su vida. La pareja se ve obligada a recurrir a una vidente para comunicarse con la esposa muerta y pedirle autorización de casarse.

Pero en el filme de Woody Allen, que fue presentada en la selección oficial de Cannes, pero fuera de competencia, los videntes aparecen como charlatanes.

“No creo que en nada de eso. Los videntes son todos unos charlatanes que hacen grandes negocios y se aprovechan de la gente vulnerable”, dijo Allen en Cannes.

En “Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives” (El tío Boonmee, que puede recordar sus vidas anteriores), una fabula budista del tailandés Apichatpong Weerasethakal, que compite por la Palma, los muertos le aparecen constantemente al protagonista, un hombre que sufre de insuficiencia renal aguda.

Coproducido por España, este filme, que tiene imágenes muy bellas, cuenta la historia de un hombre que decide pasar sus últimos días en la selva, donde le aparecen los fantasmas de su esposa muerta y de su hijo desaparecido, que se le aparece transformado en un gran mono negro.

El cineasta, amado por círculos cinéfilos, dijo en Cannes que una de sus inspiraciones para este filme fue su región natal, en el norte de Tailandia, “con su vegetación, sus montañas y algunas de sus creencias animistas”. Y otra fue México, donde ha viajado dos veces.

“En algunos lugares de México se siente que el tiempo se detiene. Los relojes no marchan y suceden cosas inexplicables para la ciencia. Por eso México es un país con el que un tailandés como yo puede identificarse totalmente”, dijo el realizador, premiado en el 2001 en Cannes por “Tropical Malady”.

También hay fantasmas en la película “The Tree”, de la franco-australiana Julie Bertuccelli, con la actriz francesa Charlotte Gainsbourgh, que no está en la competencia por la Palma de Oro.

En este filme, que se proyectará el domingo por la noche, en la gala de clausura de la 63ª edición del Festival de Cannes, una niña que acaba de quedar huérfana busca el fantasma en las ramas de un árbol.

Mientras tanto, las apuestas en Cannes sobre cuál será el veredicto del jurado, presidido por Tim Burton, parecen inclinarse por dos películas: “Another year”, del británico Mike Leigh, y la francesa “Des Hommes et de Dieux”, de Xavier Beauvois, que se inspira en los últimos meses de vida de los monjes cistercianos de un monasterio en Atlas, las montañas de Argelia.

El año pasado, la ganadora de la Palma de Oro fue “La cinta blanca”, de Michael Haneke.