El Festival de Cannes, ese cóctel anual de glamour, lujo y cine en la Riviera francesa, debutó el miércoles con “Robin Hood” y con sus dos héroes, Russell Crowe y Cate Blanchett, pisando la célebre alfombra roja que recubre las escaleras del Palacio de Festivales.

Robin Hood

Afiche

Cenizas volcánicas, olas gigantescas y crisis económica amenazaban el mayor certamen cinematográfico mundial (12-23 de mayo), pero no lograron disuadir a decenas de estrellas y cineastas que fueron aclamados y admirados por una muchedumbre de curiosos apostados el miércoles de noche frente al Palacio de Festivales.

La estrella mexicana Salma Hayak, vestida de púrpura, el actor puertorriqueño Benicio del Toro, que forma parte del jurado de la Palma de Oro, la artista Eva Longoria (“Desperate Wives”), con un ceñido traje blanco, el actor venezolano Edgar Ramírez, que encarna a Carlos “el Chacal” en un filme en la selección oficial, dijeron presente en Cannes, contra viento y marea.

También subieron la alfombra roja Cate Blanchett, que vestía un inusual traje negro, el cineasta Tim Burton, que preside el jurado oficial, su colega español Víctor Erice, miembro de ese jurado, el mexicano Gael García Bernal, que preside el jurado del premio la Cámara de Oro, y la cineasta francesa Agnès Varda, entre muchos otros.

“Es un honor que el festival abra con ‘Robin Hood’, es fabuloso para mi amigo, Ridley Scott”, declaró Crowe antes de ingresar al Palacio.

Dirigida con vigor por Ridley Scott, que no vino a Cannes por un problema en la rodilla, “Robin Hood” -140 minutos de incesante acción- explora los orígenes del mito del legendario héroe inglés del siglo XII, que defiende a los pobres contra los ricos y es declarado un bandido ilegal.

Crowe y Blanchett, ambos australianos, dan vida al arquero Robin Longstride y a Lady Mariana en la película que costó 100 millones de dólares y que inyectó una dosis de adrenalina al Palacio de Festivales.

Combates mano a mano, lluvia de flechas, intrigas políticas entre la nobleza y el rey Juan de Inglaterra, que sucede a Ricardo Corazón de León, ataques a castillos históricos, una invasión de Francia que tiñe el mar inglés de sangre, traiciones: la película de Scott es espectacular y épica.

Y para contribuir a que los 100 millones de dólares de inversión se vean multiplicados a la hora de los beneficios, el héroe vive también una historia de amor, con una Lady Mariana moderna y liberada, que participa en la batalla decisiva al lado de Robin Hood.

Tras el pase a la prensa de la película, antes de la inauguración oficial, Blanchett y Crowe explicaron a los periodistas que se amontonaban en la sala de prensa del Palacio de Festivales cómo nació el proyecto de hacer este nuevo retrato del arquero rebelde que se puso del lado de los más débiles.

“Ha habido muchas versiones, pero nosotros queríamos explicar cómo Robin Hood se convierte en otra persona: en un hombre que defiende a los más débiles y presiona a un rey para que modere su poder”, indicó Crowe en la conferencia de prensa.

“Fue una perspectiva arrogante, que era necesaria. Partía del punto de vista de que lo que se sabía previamente de Robin Hood, era un error”, subrayó Crowe.

Crowe dejó claro que el filme tiene además una relevancia en estos momentos, y que si Robin Hood estuviera vivo en el siglo XXII, quizá lanzaría sus flechas contra Wall Street, o contra los monopolios de los medios de comunicación.

“Mi teoría es que si Robin estuviera vivo ahora, miraría a la monopolización de los medios de comunicación como su gran enemigo”, declaró el actor.

Pero “también podría mirar del lado de Wall Street, a la crisis de hipotecas, la crisis de los ‘subprime” y a todo eso”, como sus blancos, opinó.

La selección de esta película de gran público en la selección oficial del Festival de Cannes, donde se presenta fuera de concurso, no sorprende en la medida que los organizadores de la muestra han optado desde hace años por un cóctel de cine de arte y cine comercial.

Cannes ha premiado a cineastas de vanguardia y grandes maestros, como el italiano Michelangelo Antonioni, el griego Theo Angelopoulos y el iraní Abbas Kiarostami, y ha presentado en las galas de apertura filmes que atraen a las salas oscuras a millones de personas, como “Indiana Jones”, “Ocean 13″, e incluso “El Código Da Vinci”.

El jurado del Festival, cuya selección de películas retrata la geopolítica mundial -desde Irak a la crisis de Wall Street- se refirió tácitamente a la situación en Irán en la ceremonia de apertura, al dejar un sillón vacío como símbolo del realizador iraní Jafar Panahi.

Panahi es miembro del jurado, pero no pudo viajar a Cannes porque fue arrestado en marzo en Teherán por orden de las autoridades, que lo acusan de hacer un filme contra el régimen.