Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Argentina acaba de cerrar una etapa de 136 años al no tener elefantes en cautiverio en zoológicos. La última, Kenya, fue trasladada a un santuario en Brasil. El país vecino inició esta historia en 1889 con Siam y Neán en el Jardín Zoológico de Palermo. Años después nació Victoria Phua Porteña, el primer elefante nacido en cautiverio. Tras muertes de animales en condiciones paupérrimas, Argentina cambió su mentalidad sobre zoológicos. En 2016, se reconvirtieron en "Ecoparques" en Buenos Aires y Mendoza. La ley N° 5.752 permitió esta transformación.
En la última década, cinco ejemplares -Mara, Pocha, Guillermina, Pupy y Kenya- fueron entrenados para abandonar los zoológicos y disfrutar una nueva vida en hábitats similares a los suyos. El último traslado fue el 9 de julio.
Debieron pasar 136 años para que Argentina marcara un hito ejemplificador en América Latina. Es que el país vecino ya no tiene elefantes en cautiverio viviendo en zoológicos. Días atrás, Kenya, la última ejemplar que quedaba en el reconvertido como “Ecoparque” de la ciudad de Mendoza, fue la última en ser trasladada al Santuario Global de Elefantes en Mato Grosso (Brasil), un entorno lo más parecido a su hábitat en libertad.
Allá por 1889, Siam y Neán, de 21 y 20 años, fueron los primeros elefantes asiáticos en llegar a Argentina con destino al Jardín Zoológico de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires. Se trató de una compra al Tiepark Hagenbeck (Hamburgo, Alemania) que incluyó a esa pareja y a ejemplares de osos polares, camellos, hipopótamos y leones, todos animales con una vida natural totalmente ajena a las rejas y la humedad de la capital trasandina.
Una publicación detallada de 1893 de la revista del zoo porteño relató cómo fue aquel difícil período de adaptación y el sufrimiento -romantizado en el texto- de los elefantes, que quedaron alojados en una estructura que simulaba ser un templo hindú.
Al cabo de unos años, en 1904, nació Victoria Phua Porteña, considerado en la historia como el primer elefante nacido vivo dentro de un zoológico. Fue tal el furor de los visitantes que hasta se habilitaron paseos encima de los paquidermos, inimaginable para los tiempos actuales.
Claro, eran épocas en las que las familias concurrían al zoológico como un espacio para el entretenimiento. Como en Chile y en tantos países, en los recintos argentinos se veían postales como monos comiendo dulces de la gente, lobos marinos entrenados para hacer trucos y osos polares padeciendo temperaturas arriba de 35°C.
Fue, justamente, una consecución de muertes de animales en condiciones paupérrimas lo que potenció el cambio de mentalidad en la sociedad argentina que empezó a entender que los zoológicos sólo están diseñados para encerrar animales y privarlos de su medio natural.
Cómo Argentina se convirtió en un país sin elefantes en cautiverio
En julio, la historia del cautiverio de elefantes en Argentina llegó a su fin. Kenya, una elefanta africana de 44 años que había vivido sola gran parte de su vida en el zoológico de Mendoza, fue la última de cinco ejemplares en cruzar la frontera hacia la libertad: un intenso entrenamiento sin sedación, cinco días de viaje, 3.600 kilómetros por tierra en un contenedor adaptado y un destino de tierra roja en el santuario de elefantes de Mato Grosso, Brasil.
No obstante, el cambio de paradigma data desde 2016, propulsado tristemente por la muerte de dos símbolos de la lucha por los derechos de los animales: Arturo, el oso polar de Mendoza, y Winner, el de la ciudad de Buenos Aires. Ambos murieron en cautiverio y bajo el mismo signo de la resignación en cemento.
Con semejantes imágenes, se debatió y sancionó en la Legislatura porteña la Ley N° 5.752, que reconvirtió al zoológico de Buenos Aires en Ecoparque. Ese mismo año, Mendoza hizo lo propio con la Ley provincial N° 8.945, acompañada por el decreto reglamentario 451. Formalmente se terminó con los recintos obsoletos hacia la meta de solamente cuidar la fauna local y cerrar el ciclo del exhibicionismo animal. Además, se habilitó la logística para una transición ética de los animales hacia santuarios especializados.
Señalada como la primera para ser relocalizada, la elefanta Pelusa vivió por medio siglo en el zoo de la ciudad bonaerense de La Plata. Sin embargo, se tumbó al piso y nunca más se levantó: murió en junio de 2018, días antes de su traslado.
Hubo que esperar dos años, en plena pandemia de Covid-19, para que se lograra el primer traslado exitoso de una elefanta. Fue la africana Mara, habitante del Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires, que partió hacia el Santuario Global de Elefantes en Mato Grosso y demostró que una nueva vida era aún posible.
Después partieron en mayo de 2022 Pocha y Guillermina, madre e hija, desde el Ecoparque de Mendoza. En aquel momento, tenían 54 y 23 años, respectivamente. Para entender su calvario, las elefantas asiáticas vivían encerradas en un foso sin horizonte, sin árboles ni tierra bajo los pies. Si bien Guillermina sigue en el santuario disfrutando su vida en lo más cercano a su hábitat natural, Pocha falleció por una enfermedad renal crónica en octubre de 2022.
Volviendo al Ecoparque de la ciudad de Buenos Aires, Kuky y Pupy habían nacido en África como parte de canjes internacionales y pasaron más de 30 años en el mismo predio. El tiempo, una vez más, apuró los planes: Kuky murió semanas antes de su traslado. Pero Pupy, ya entrenada a sus 35 años, partió finalmente el 14 de abril de 2025, rumbo a Brasil.
Tamy, en Mendoza, fue otro caso emblemático. El elefante había sido entrenado, preparado y monitoreado para viajar. Pero en junio de 2025, cuando faltaban unos días para su traslado, murió. Y así quedó Kenya. Sola. Última. La que hizo historia.
Nacida en 1981, Kenya arribó a Mendoza en 1985 a través de un convenio con el mismo zoológico alemán que en 1889 había inaugurado el cautiverio de los paquidermos en Argentina. Por cuatro décadas, su recinto fue un escenario de concreto, con un mural pintado de otro elefante como única compañía. De hecho tenía fama de “malhumorada”, pero era debido a su estricta soledad y el resto de los padecimientos.
La vida de Kenya en Mendoza | Diario Los Andes.
Tras un viaje de casi cinco días, la elefanta Kenya arribó al santuario brasileño el 9 de julio, justo en el Día de la Independencia de Argentina. Con su viaje se terminó una era.
Además de estar todo el tiempo con su entrenador, Marcos Flores, las tareas sucedieron gracias al apoyo de las autoridades argentinas, así como del gobierno de Brasil y del Santuario de Elefantes de Mato Grosso y Fundación Franz Weber, que permitió la obtención de los permisos necesarios para su largo viaje hacía una nueva vida.
La ONG a cargo del santuario brasileño certificó estándares de excelencia por parte de The Global Federation of Animal Sanctuaries, convirtiéndose en la única institución latinoamericana con este prestigioso aval. Goza de un bioma apropiado para los elefantes, posee recintos completamente naturales y matorrales y áreas abiertas cubiertas de vegetación. Cada recinto tiene dimensiones muy amplias: entre 40 y 400 hectáreas cada uno. Allí, les proveen dietas excepcionales y atención de alta calidad de por vida a los animales.
“Hoy Kenya tiene la oportunidad de iniciar su viaje hasta ese escenario natural en donde va a poder vivir por primera vez con otros elefantes de su misma especie y volver a ser elefantes. Lo que está sucediendo hoy es muy importante no tan solo para Mendoza, sino también para el país porque de alguna manera estamos concluyendo un ciclo histórico de 136 años de cautividad de elefantes en la Argentina”, declaró Leandro Fruitos, consejero de la Dirección Biodiversidad y Ecoparque por parte de la Fundación Franz Weber.
Kenya en Mendoza | Gobierno de Mendoza
En el caso del Ecoparque de Mendoza, que está cerrado al público desde 2016 y aún en vías de reacondicionamiento, la meta es relocalizar a los animales ajenos al oeste argentino en sus hábitats o santuarios que lo respeten en libertad.
“Seguiremos trabajando por el resto de los animales que nos queden en el Ecoparque, pero también para los animales que están en silvestría en nuestra provincia y trabajando para conservar nuestra biodiversidad”, señaló el director de Biodiversidad y Ecoparque de Mendoza, Ignacio Haudet.
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