Aunque la paralización legal de actividades de 90 trabajadores del Teatro Municipal de Santiago impide que la obra se presente con escenografía, vestuario e iluminación, la obra maestra de Shostakovich regresó este jueves, ocho años después de su estreno en Chile, ya no en la memorable y cinematográfica puesta en escena de Marcelo Lombardero, sino en una versión de concierto que de todos modos incluye movimientos escénicos.

Por Joel Poblete

“Lady Macbeth de Mtsensk”

Con siete funciones y dos elencos, en julio de 2009 el estreno en Chile de una de las obras maestras de la ópera del siglo XX, “Lady Macbeth de Mtsensk” de Dmitri Shostakovich, fue un suceso que merecidamente puede ser calificado de histórico, y los responsables fueron tanto la excelencia musical de un sólido grupo de cantantes y la electrizante lectura musical comandada por Dimitri Jurowski -director ruso de apenas 29 años-, como el notable, cinematográfico y vital montaje del equipo liderado por el director de escena argentino Marcelo Lombardero.

Quienes tuvimos la posibilidad de asistir a esas representaciones las recordamos entre lo más memorable que ha ofrecido el Teatro Municipal de Santiago en las últimas décadas, y por lo mismo era una excelente noticia que ocho años después la temporada lírica 2017 incluyera el regreso de este título, con la misma producción, nuevamente con dos repartos.

Una temporada irregular

Considerando los irregulares resultados escénicos que ha ofrecido este ciclo durante este año en ese escenario, al menos era garantía de un buen espectáculo, considerando que al margen de los puntuales aciertos musicales, las cuatro óperas anteriores de la temporada no han generado consenso en críticos y público: no se salvan del todo ni la curiosa aunque efectiva “Jenufa”, ni la austera y escuálida propuesta para “Las bodas de Fígaro”, ni los intentos de modernizar “Rigoletto”, y aunque “La cenicienta” funcionó bien y era simpática, no ofreció nada demasiado refrescante o novedoso.

Huelga legal

Pero como ya se dio a conocer en los últimos días, la huelga legal convocada por el Sindicato Técnico -que incluye a 90 trabajadores de áreas como escenografía, vestuario, iluminación y tramoya– luego de no obtener resultados en su negociación colectiva amenazaba con impedir tanto el estreno, programado para este jueves 12, como las siguientes funciones.

Lady Macbeth de Mtsensk, versión 2009, TMS (c)
Lady Macbeth de Mtsensk, versión 2009, TMS (c)

Versión semi “escenificada”

Esto llevó a la dirección del teatro a ofrecer una solución alternativa para, de todos modos, poder ofrecer la obra a su público: según la información oficial del Municipal, se presentaría una versión “semi escenificada realizada por el director de escena Marcelo Lombardero”, aunque después trascendió por la prensa que lo que se ofrecería en verdad no había sido supervisado por él. Y en redes sociales los trabajadores en huelga afirmaban que en realidad lo que se podría ver y escuchar correspondería a una versión de concierto.

Por todas estas razones, en el estreno de este jueves rondaba una particular atmósfera. Afuera del teatro los trabajadores en huelga estaban con sus pancartas y repartían panfletos que decían “Sr. abonado: este no es el espectáculo que ud. pagó, la ópera la transformaron en concierto. No más discriminación laboral al sindicato técnico. El director de finanzas rompió las confianzas al tomar acuerdos y desconocerlos. Por respeto a nuestros oficios hoy hacemos huelga”.

En el interior del teatro, en el escenario sólo estaban las sillas rojas donde se ubicarían los cantantes del coro y los solistas. Y previamente al inicio de la función, apareció con un micrófono el director general del teatro, el francés Frédéric Chambert, quien de manera segura y serena durante algunos minutos se dirigió en español a los espectadores y pidió disculpas por la situación tanto a éstos como a Marcelo Lombardero, quien trabajó durante cinco semanas con los artistas para tener listo el regreso de esta elogiada producción; antes de explicar brevemente el contexto histórico que marcó el debut de la pieza en Rusia, Chambert reconoció que la huelga es legal, aunque también afirmó que como teatro estaban en su derecho de buscar una alternativa para de todos modos presentar la obra al público.

Lo que finalmente se pudo apreciar en verdad no fue sólo una ópera en concierto, ya que si bien el coro permanecía en sus lugares ya fuera de pie o sentados, entrando o saliendo, los solistas se desplazaron por el escenario y en la medida de lo posible intentaron representar la acción teatral, por lo que a pesar de no contar con escenografía, vestuario o iluminación, sí puede calificarse a esta versión como “semi escenificada”, algo no muy habitual por estos lados, pero que los espectadores del Municipal han apreciado en ocasiones previas, como por ejemplo cuando nos ha visitado el conjunto barroco Les Arts Florissants.

Por supuesto que quienes no conocen bien el argumento de la obra -un descarnado drama pasional ambientado en un pueblo de provincia, que mezcla el crimen, sexo, tragedia y crítica social con el humor negro y el sarcasmo- o la veían por primera vez pueden haberse confundido en más de un momento, incluso a pesar de los sobretítulos que van ofreciendo el texto en español; y también algunos pasajes ofrecieron más de un desafío para los solistas que debían simular lo que estaba pasando en escena, como por ejemplo la siempre perturbadora y polémica escena en que un grupo de hombres acosa y abusa de una joven.

Considerando las circunstancias, el espectáculo fue efectivo y distó de ser un fiasco, aunque por supuesto que se extrañó mucho todo lo escénico, aún más recordando la excelente propuesta teatral que Lombardero estrenó en 2009, uno de los mayores hitos en la contundente serie de aciertos que el artista argentino ha ofrecido en el escenario del Municipal, que incluyen “Tristán e Isolda” y los estrenos en Chile de otros títulos del siglo XX como “El castillo de Barba Azul”, “Ariadna en Naxos”, “Billy Budd” y el año pasado “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny”.

Lo musical

¿Y lo musical, que dada la situación se terminó convirtiendo en lo principal? Desde su estreno en 1934, la genial, compleja y ecléctica partitura de Shostakovich no deja de remecer al público con sus contrastes, pero es también un exigente desafío para cualquier director.

Dirigida por su titular, el ruso Konstantin Chudovsky, en una vital lectura a la que aún le falta profundizar los volúmenes y balances sonoros, así como el equilibrio entre los músicos y los cantantes, de todos modos la Orquesta Filarmónica de Santiago tuvo un sólido desempeño. La situación permitió apreciar aún más los detalles orquestales, o la fascinante energía emotiva de los interludios.

No se puede dejar de destacar también al grupo de bronces que irrumpió en escena aportando entusiasmo y simpatía en uno de los pasajes más memorables compuestos por Shostakovich en esta obra, acompañando la boda entre Katerina y su amante. Y el coro del Municipal, dirigido por Jorge Klastornik, estuvo excelente, si bien se echó de menos su participación escénica, que siempre es un gran aporte en las producciones del teatro.

Elenco internacional

El elenco internacional que debutó el jueves está compuesto por 14 solistas, de los cuales 4 son rusos y 9 son chilenos que además interpretarán sus personajes en el segundo reparto, el llamado elenco estelar, que se presentará en dos funciones, el lunes 16 y miércoles 18.

Debutando en Chile en el rol de Katerina Ismailova, la soprano rusa Elena Mikhailenko fue una efectiva protagonista, consiguiendo perfilarla como figura trágica a pesar de la precariedad escénica, con una voz atractiva y un buen desempeño que no empañaron ocasionales veladuras o detalles en la emisión de algunas notas.

El más aplaudido en el estreno fue su compatriota, el bajo Alexey Tikhomirov, quien ya ha cantado en el Municipal en “Boris Godunov”, “Don Giovanni”, “Otello”, “Turandot” y en esta misma temporada como Sparafucile en “Rigoletto”; acá fue un amenazador Boris Ismailov, de voz rotunda y potente aunque no demasiado grave, y fue uno de los solistas que más se comprometió en lo teatral.

Interpretando al amante de la protagonista, Serguei, regresó el tenor Mikhail Gubsky, quien ya cantara en Chile en “Boris Godunov” en 2011 y “El trovador” en 2013; mucho mejor en el repertorio ruso que en Verdi, el cantante estuvo muy bien, con buen volumen y proyección, mientras a su colega, el joven tenor Boris Stepanov, como el marido de Katerina, Zinovi, le falta aún rodaje, pero tiene un material interesante que puede seguir desarrollando.

El único artista de la producción de 2009 -ocasión en la que debutó en nuestro país- que regresó al elenco del Municipal fue el excelente bajo polaco Alexander Teliga, quien ha cantado en Chile además en “Boris Godunov” y “Katia Kabanova”, y acá nuevamente encarnó al viejo convicto, además de interpretar al sacerdote.

Solistas chilenos

Muy bien estuvieron los solistas chilenos en los roles secundarios: se lucieron especialmente la soprano Paola Rodríguez como Aksinya (¡qué difícil intentar representar a una mujer acosada y violada sin contar con vestuario ni apoyo de escena!) y una mujer convicta, la mezzosoprano Evelyn Ramírez como Sonyetka, y dos bajo-barítonos, Sergio Gallardo como mayordomo y especialmente como sonoro y autoritario jefe de policía, y el ascendente Matías Moncada como portero, policía y centinela.

También destacaron en sus breves cometidos el barítono Javier Weibel y los tenores Gonzalo Araya (su escena borracho es tremendamente exigente y uno de los mejores momentos de la partitura), Claudio Cerda, Gustavo Morales y Francisco Huerta.

Lady Macbeth de Mtsensk, ensayo del elenco estelar, TMS (c)
Lady Macbeth de Mtsensk, ensayo del elenco estelar, TMS (c)

Hay algo triste…

En dos partes y tres horas de duración incluyendo un intermedio, el espectáculo consigue transmitir la fuerza y desgarro de la obra, pero de todos modos y a pesar de sus logros, nada podrá reemplazar la satisfacción de disfrutar de una presentación completa. Es cierto que las óperas en concierto son una realidad en importantes escenarios líricos del mundo -por ejemplo, tres de los 12 títulos de la nueva temporada del Teatro Real de Madrid se ofrecerán en ese formato-, pero nunca hay que olvidar que gran parte de la magia de la ópera reside en su fusión entre música y teatro.

Las huelgas o problemas sindicales han puesto en riesgo espectáculos incluso en los más prestigiosos coliseos: en el Colón de Buenos Aires ha ocurrido en diversas ocasiones, como cuando la paralización de la orquesta obligó en 2011 a que el estreno en Argentina de “El gran macabro” de Ligeti fuera en versión para dos pianos, sintetizador y apenas un puñado más de instrumentos; o cuando en la Scala de Milán, también por una huelga de la orquesta, el maestro Riccardo Muti debió acompañar al piano a los cantantes en “La traviata”.

Aquí mismo hemos tenido ejemplos en el Municipal, como cuando en 1999 una huelga de orquesta y coro desembocó en que “Così fan tutte” de Mozart se interpretara sólo con solistas acompañados por dos pianos.

Pero una situación como esta, en la que la ópera se termina ofreciendo sin escenografía, vestuario e iluminación, es inédita en las temporadas oficiales. Y en medio de las diferencias de opinión que esta opción provoca, es probable que ambas partes tengan la razón: por un lado, y al margen de sus legítimas demandas sindicales, los huelguistas tienen razón en que no se está ofreciendo el espectáculo completo como debiera ser al público, y que su aporte desde sus distintas disciplinas, desde quienes maquillan a los cantantes hasta quienes mueven e iluminan la escenografía, es fundamental en la puesta en escena.

También la posición del Municipal es entendible: ¿era mejor cancelar las funciones si sólo se contaba con los elementos musicales, o al menos tratar de cumplir con su audiencia y ofrecer una alternativa a quienes de todos modos querían apreciar la obra? ¿y qué pasaba con quienes han viajado desde fuera de Santiago para asistir al espectáculo, o los cantantes que durante meses prepararon sus roles, e incluso los solistas internacionales que viajaron especialmente a Chile para esto?

Por supuesto que son muchas las interrogantes y cuestionamientos que surgen al respecto, y al margen de los logros artísticos que se aprecian, es indudable que hay algo triste en la situación, que debe afectar emocionalmente tanto a quienes estuvieron en el escenario, como a quienes están en huelga y estuvieron preparando durante semanas la producción, y también a quienes durante años hemos sido asiduos espectadores de la temporada lírica.

Más allá de todo esto, ¿vale de todos modos la pena ir? Claro que sí, porque incluso con las actuales circunstancias en contra, el espectáculo es estimulante, cuenta con buenos artistas chilenos y extranjeros y es increíble que se haya logrado improvisar esta solución a pesar de los obstáculos.

Probablemente de no solucionarse el conflicto entre los trabajadores en huelga y la dirección del teatro, las restantes funciones también serán así, aunque se irán puliendo detalles (en el estreno dio la impresión que el coro no siempre sabía cuándo salir del escenario o sentarse, o si unirse o no a los solistas en los intentos de simular una acción teatral). Pero por el bien de todas las partes involucradas, es de esperar que se encuentre una forma de llegar a acuerdo.

Las próximas funciones del elenco internacional serán este sábado 14, martes 17 y jueves 19, mientras el elenco estelar se presentará el lunes 16 y miércoles 18.