Una iraní de 26 años, condenada a muerte por el asesinato de un hombre, fue ahorcada el sábado por la mañana pese a las numerosas peticiones internacionales para que la pena le fuese conmutada, anunció la agencia oficial iraní.

Amnistía Internacional ha condenado la ejecución de Reyhaneh Jabari, calificándola de “nueva mancha en el balance de derechos humanos en Irán” y de “afrenta a la justicia”.

Reyhaneh Jabari fue condenada a muerte por el asesinato en julio de 2007 de Morteza Abdolali Sarbandi, un cirujano y exempleado del Ministerio de Información.

Desde entonces, artistas y personalidades de la sociedad civil iraní, así como numerosas organizaciones internacionales, han pedido clemencia para la condenada.

Un experto sobre Irán de la ONU pedía en abril al régimen de Teherán que suspendiera la ejecución, argumentando que el tribunal no había tenido en cuenta las pruebas presentadas y que la confesión de la acusada había sido obtenida bajo fuertes presiones.

Según fuentes confiables del experto, Morteza Abdolali Sarbandi habría agredido física y sexualmente a la joven, que se defendió apuñalándole y huyendo, no sin antes llamar a urgencias.

La justicia iraní concedió varios retrasos en la ejecución para obtener el perdón de la familia de la víctima, lo que según la “sharia” (la ley islámica, en vigor en Irán) permitiría a un condenado a muerte evitar la pena capital.

Pero la familia de Sarbandi siempre se ha negado, acusando a la joven de tener un cómplice durante el asesinato y exigiéndole “la verdad” sobre lo ocurrido como condición para el perdón.

La “sharia” castiga el asesinato, la violación, el robo a mano armada, el tráfico de drogas y el adulterio con la pena máxima.

Solo el año pasado, al menos 500 personas fueron ejecutadas en Irán, según la ONU.