La mayoría de los helados con sabor a vainilla comercializados actualmente en el mercado, están hechos con vainillina (también llamado vanilina, Metil vanilina o aldeheido vanilínico), un saborizante sintético que se produce a partir de Guaiacol, es decir, pasta de papel.

Según explican en Gizmodo, cuando el papel se degrada por oxidación produce naturalmente vainillina, y es por eso que nos agrada tanto el olor de los libros.

Además, señalan que la razón por la que la vainilla natural no se usa tanto, es porque ésta además de escasear, es compleja de cultivar de manera abundante. La sintética, por el contrario, es fácil de producir masivamente, aunque el proceso es un poco caro.

Ahora, científicos de la Universidad Putra en Malasia, usaron un sistema de sales o iones líquidas, que les permitió sintetizar este mismo compuesto en base a una especie de aserrín y en forma más barata.

Esto es un gran avance, no sólo por significar un costo mucho menor para el bolsillo, sino que también para el medio ambiente, ya que la oxidación del Guaiacol emana sustancias tóxicas.

Y es que aunque los iones líquidos también son contaminantes, los expertos “han conseguido reducirlos a una sal prácticamente inocua y líquida a temperatura ambiente”, explican en Gizmodo.

De este modo, en un futuro próximo podríamos consumir helados hechos en base a aserrín. Sin embargo, para que esta sustancia comience a utilizarse masivamente, es necesario perfeccionar el proceso.