Esta pregunta más de algún padre se la ha hecho: ¿cuál es la edad apropiada para que mi hijo salga solo de casa?
Y es que esto conlleva ciertos riesgos, que muchos padres no están dispuestos a correr. Por lo mismo, los expertos creen que la edad adecuada depende de factores como el mismo entorno, pero también de la madurez del niño.
Según los expertos, la inclinación de muchos padres actuales es a sobreproteger a sus hijos, lo que tiene desventajas en el desarrollo de la independencia y autonomía.
Jesús Paños, psicólogo infantil del Hospital San Rafael en Madrid explicó al diario El País que “es posible que algunas familias tiendan a sobreproteger para evitar riesgos potenciales”.
“No podemos polarizar y destacar siempre el riesgo y el peligro. Los niños necesitan ganar en autonomía y en responsabilidad y para ello hay que prepararles, no hacerlo es irresponsable. Hay que enseñarles a enfrentarse a situaciones desconocidas, de forma progresiva y segura. La sobreprotección desprotege en el futuro”, añadió el profesional.
¿Hay una edad apropiada?
El psicólogo dice que antes de los 12 años no es recomendable que un niño salga solo. “No están preparados para valorar posibles situaciones de peligro ni para reaccionar ante ellas”, indicó.
En tanto, el psicólogo y director de la investigación Audi Attitudes de España, Francisco Alonso, indicó a ABC que desde los 10 años un niño ya está listo para salir solo desde un punto de vista de desarrollo psicomotor, pero tal vez la madurez le puede jugar en contra.
Y para Javier Urra, doctor en Psicología y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, “antes de los diez años no están preparados para reconocer ciertos riesgos o enfrentarse a una situación en la que un extraño trate de engañarles”.

¿Cuándo es el momento correcto?
Para determinar cuándo es el momento hay que considerar el entorno físico, por ejemplo cómo son los lugares que recorrerá, la distancia, la iluminación, el tránsito vehicular y si son lugares muy concurridos por peatones. Pero también, como señalamos más arriba, depende de la madurez del niño.
“Muchos padres piensan erróneamente que sus hijos están preparados para afrontar una conducta llegada una determinada edad aunque no hayan sido entrenados con anterioridad. Pero si nuestros hijos han sido preparados, la edad ya no es un factor tan determinante”, afirmó.
Por eso es importante que desarrollen autonomía, capacidad de organización, destreza motora, autocontrol, además de habilidades sociales y emocionales. Así lo señaló Rafael Bisquerra, director del Postgrado en Educación Emocional y Bienestar de la Universidad de Barcelona, añadiendo que éstas “son un requisito básico para la interacción social y la convivencia y deberían de estar presentes en la educación en la familia y en la escuela”.
La edad en que un niño sale solo de casa también depende de la cultura y el país. En países como Suiza, o Japón, los niños desde muy pequeños -6 años o menos- van solos a la escuela, porque la confianza social es muy grande. Eso permite que los padres puedan “soltar” a sus hijos con más facilidad. En Japón, de hecho, niños de 2 o 3 años ya van a comprar o llevan recados a los vecinos.
“Educar no implica solo cuidar de las necesidades básicas de nuestros hijos, hay que ayudarles a entrenar habilidades y desarrollar ciertas competencias”, afirmó Paños.
En este sentido, el psicólogo aconsejó entregar autonomía de manera progresiva a los niños, instándolo a enfrentarse a instancias en las que deben razonar, decidir y encontrar soluciones. Desde tareas simples como ordenar su dormitorio, poner la mesa o hacer su mochila pueden ayudar. También se puede considerar dejarlos solos por poco tiempo. “Veo con frecuencia que algo tan básico como esto no ha sido entrenado en algunos niños; se lo hacen los papás y mamás o la cuidadora”, indicó Paños.
“Educar en un difícil equilibrio entre la conciencia de los riesgos y el desarrollo de la autonomía personal. Lo importante no es tanto si salen solos a los dos, a los cuatro o a los 10 años, sino que cuando lleguen a la adolescencia estén realmente preparados para salir solos o en grupo, adoptando un comportamiento responsable y cívico, evitando comportamientos de riesgo (violencia, vandalismo, consumo de sustancias, etc.) y no confundiendo valentía con imprudencia o temeridad”, dijo Bisquerra.

Además, el desarrollo de la autonomía también fomenta su autoestima, les hace darse cuenta que son personas valiosas, útiles y autosuficientes.
“Vemos muchos niños que llegan a la consulta con diferentes problemas en los que la causa es la falta de aprendizaje de nuevos comportamientos. Los propios padres, en ocasiones, son la dificultad. Sus miedos, sus angustias y su falta de tiempo. Por favor, hay vida más allá de los centros comerciales. Fomenten en sus hijos la exploración del medio, su barrio, su pueblo o su ciudad, las actividades en la naturaleza, la práctica del deporte, la conducta de ayuda a otros en acciones solidarias, el aprendizaje de nuevas actividades… Enséñenles a organizar sus propias reuniones con otros amigos, a organizar excursiones o planificar actividades familiares”, expresó Paños.
De hecho, Alonso indica que no dejar que un niño de 14 años salga solo nunca (ni siquiera a comprar a la esquina), puede ser perjudicial para su madurez. “Acompañarles hasta esta edad puede limitar la capacidad de los hijos de asumir responsabilidades”, opinó.

Lo que debes hacer antes de permitirle salir solo
– Informarlo sobre los riesgos y peligros. Esto incluye enseñarles a cruzar calles, que busque lugares adecuados y seguros para hacerlo (semáforo, paso de cebra), que use casco si va en bicicleta, etc.
– Enseñarle a no hablar con desconocidos en la calle.
– Tampoco agobiarlos con tantas advertencias, porque pueden asustarse e volverse inseguros.
– Acordar qué hacer en caso de que se pierdan. Tener siempre consigo los teléfonos importantes y su dirección.
– Hablar y pedir su opinión respecto al desafío que enfrentarán y qué harían en caso de una eventualidad.
– Practicar. Puedes dejarle que vaya delante tuyo, no tomado de la mano, y seguirle para ver cómo reacciona. Luego puedes acompañarles la mitad del trayecto y dejarles que el resto sigan solos.
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