Si eres de las personas que detesta ser abrazada, seguramente has vivido muchos momentos incómodos en tu vida, sobretodo cuando has sido “atacado” por cariñosos individuos que no pueden evitar saludar efusivamente. Y para qué hablar de tus cumpleañoss o las celebraciones de año nuevo, cuando estás “obligado” socialmente a ser estrujado por brazos ajenos.

Probablemente, en muchas ocasiones has esquivado sutilmente estas demostraciones de cariño y en otras, simplemente te has quedado pasmado esperando que el momento pase luego.

Pero, ¿por qué algunas personas odian los abrazos, mientras otras realmente los disfrutan?

De acuerdo a los expertos, la clave puede estar en tu niñez. “Nuestra tendencia a participar del contacto físico, ya sea abrazarnos, darle una palmadita en la espalda a alguien o ser cariñoso con un amigo, suele ser producto de nuestras experiencias en la primera infancia”, asegura Suzanne Degges-White, asesora y orientadora de la Universidad de Northern Illinois en Estados Unidos a revista Time.

Por otro lado, un estudio de 2012 publicado en el journal académico Comprehensive Psychology determinó que las personas que fueron criadas por padres que eran muy abrazadores tenían más probabilidades de ellos también serlo en la edad adulta. El estudio concluyó que “los abrazos son un elemento importante en la educación emocional de un niño”.

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Degges-White asegura que para quienes fueron criados por padres fríos, la sola idea de que alguien los apretuje con sus brazos les puede provocar incomodidad. “En una familia que no fue físicamente demostrativa, los niños pueden crecer y seguir el mismo patrón con sus propios hijos”, explica.

Sin embargo, según la experta en algunas personas se produce el efecto contrario. “Algunos niños crecen y se sienten ‘hambrientos’ de contacto y se convierten en abrazadores sociales que no pueden saludar a un amigo sin un abrazo o un toque en el hombro”, indicó Degges-White.

Por otro lado, Darcia Narváez, profesora de psicología en la Universidad de Notre Dame, dice que hay dos maneras en que un niño que recibió poco afecto físico puede verse afectado. Primero, puede tener un nervio vago (transmisor de impulsos emocionales) subdesarrollado, disminuyendo la capacidad ser cariñosos o compasivos. Y como segunda cosa, también puede implicar a que se libere poca oxitocina (también llamada “hormona del amor”), que es la que puede ayudar a los humanos a formar lazos con otras personas.

El déficit de esta hormona puede hacer más complejo captar señales sociales y ser sociable. Por ello, abrazar y ser abrazado es algo muy importante en el desarrollo de los niños, asegura Narváez.

Pexels (CCO)
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“Las personas que están más abiertas al contacto físico con los demás suelen tener niveles más altos de confianza en sí mismos”, comenta Degges-White.

También hay que tener en cuenta que hay componentes culturales en el gusto por los abrazos. Por ejemplo, los estadounidenses y británicos son mucho menos propensos a abrazarse que los franceses o puertorriqueños, de acuerdo a un estudio realizado en 2010 por la Universidad UC Berkeley.

Beneficios de abrazar

Pero aunque no te guste abrazar, está comprobado científicamente que tiene beneficios.

Expertos de la Universidad de Medicina de Viena han establecido que abrazar a alguien que te importa puede aliviar el estrés, la ansiedad, disminuir la tensión arterial, e incluso mejorar la memoria. Sin embargo, abrazar a un desconocido puede tener el efecto contrario.

Los especialistas creen que todo se debe a que esta muestra de afecto eleva los niveles de oxitocina, también conocida como “hormona del amor”. Ese aumento parece tener un mayor efecto calmante en las mujeres que en los hombres, según informó la BBC.

Según el estudio, los efectos reductores del estrés de un breve abrazo por la mañana se prolongan a lo largo del día.

Asimismo, investigadores de la Universidad Carnegie Mellon también comprobaron los beneficios de los abrazos en el sistema inmunológico, estableciendo que éstos pueden dar un pequeño impulso al aliviar el estrés y mantenernos un poco más protegidos de los resfríos.