Las entrevistas de trabajo no solo sirven para evaluar la experiencia y habilidades de un candidato, sino también para medir su capacidad de reacción ante situaciones inesperadas. En este contexto, algunos entrevistadores recurren a las llamadas “preguntas trampa”, diseñadas para ir más allá de la respuesta literal y analizar la actitud del aspirante.
Más que obtener una respuesta concreta, el objetivo de estas preguntas es evaluar coherencia, sensatez y alineación con los valores de la empresa. A través de ellas, los reclutadores buscan que el propio candidato revele, de manera indirecta, aspectos que podrían indicar que no encaja en el puesto o en la cultura organizacional.
Por este motivo, las preguntas trampa forman parte del filtro inicial en los procesos de selección, permitiendo a los responsables de contratación detectar respuestas que podrían no ajustarse al perfil deseado.
“¿Mentirías por la empresa?”
Entre las preguntas trampa que pueden surgir en una entrevista de trabajo, una en particular suele desconcertar a los aspirantes. Según la experta en recursos humanos Andrea Ramos, conocida en TikTok como @reclutandovoy, esa cuestión es: “¿Mentirías por la empresa?”.
Según la especialista, muchos candidatos reaccionan de manera automática y responden con un “sí, sin dudarlo” o un rotundo “no”, creyendo que así demuestran lealtad o integridad. Sin embargo, Ramos advierte que ninguna de estas opciones es la mejor respuesta.
La experta en selección de personal recomienda una respuesta más estratégica y ética ante esta encrucijada. En lugar de afirmar tajantemente que se mentiría -o no- por la empresa, sugiere una alternativa más equilibrada:“Me considero una persona bastante honesta, con lo cual, si se presentara una situación difícil, buscaría una solución que no comprometiera ni la integridad de la empresa, ni de los clientes, ni la mía”.
Este tipo de respuesta demuestra valores éticos, compromiso con la organización y habilidades para gestionar situaciones difíciles sin recurrir a la mentira.
Responder de manera improvisada a este tipo de preguntas puede llevar a respuestas poco acertadas que perjudiquen la candidatura. Por ello, es fundamental prepararse con antelación para evitar reacciones impulsivas o silencios incómodos que resten puntos al aspirante.
No se trata de memorizar respuestas ni de sonar artificial, sino de anticiparse a posibles cuestiones y reflexionar sobre cómo responder de forma estratégica sin perder autenticidad.