El Síndrome de Solomon se identifica cuando el individuo toma decisiones o lleva a cabo conductas que provocan que evite destacar por sobre los demás. Tratan de hacer todo lo que pueden para no ser diferente a la masa, aunque esto los ponga en situaciones incómodas. Estamos hablamos de personas que usualmente tienen falta de confianza, timidez y baja autoestima.

Se dice que todos padecemos este síndrome en cierta manera. En ocasiones, y tal vez sin darnos cuenta, adoptamos comportamientos para evitar destacar dentro un grupo social, pues tememos llamar la atención de manera excesiva, por ejemplo, por miedo a que nuestros logros puedan ofender a los demás.

¿Alguna vez pensaste en por qué nos da tanto “miedo” hablar en público? Esto es porque por unos instantes somos el centro de atención y nos genera incomodidad.

Para entender un poco mejor el síndrome, es necesario saber que fue nombrado así por su descubridor el psicólogo estadounidense Solomon Asch, quien en 1951 realizó un experimento que le permitió identificar el problema.

Según consigna el sitio especializado Gabinete de Psicología, el profesional se hizo pasar por un oftalmólogo y se dirigió a un colegio en Estados Unidos, para realizar supuestamente una prueba de visión.

Citó a 123 alumnos voluntarios e hizo grupos de ocho personas. En cada uno aisló a un miembro, mientras que con los otros siete acordó que darían una respuesta equivocada, que por supuesto él les entregaría.

A todos los participantes, Solomon les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes, dibujadas junto a una cuarta línea: de izquierda a derecha, la primera y la cuarta medían lo mismo.

Experimento de Asch | Wikipedia
Experimento de Asch | Wikipedia

Asch les pidió a los participantes que dijesen en voz alta cuál de las tres líneas verticales era igual a la otra dibujada justo al lado. Todo lo organizó de tal manera, que el octavo alumno o “alumno aislado”, fuese el último en hablar.

La respuesta era muy sencilla. Sin embargo, los siete estudiantes coludidos con el psicólogo debían responder incorrectamente. Este ejercicio, se repitió 18 veces entre los 123 alumnos.

Sólo un 25% de ellos mantuvo su criterio todas las veces que les preguntaron y no se dejó influenciar.

Cuando terminó la prueba, el total de los alumnos aislados reconocieron que “distinguían perfectamente qué línea era la correcta, pero que no lo habían dicho en voz alta por miedo a equivocarse, al rídiculo o a ser el elemento discordante del grupo”.

El resultado del experimento mostró que podemos estar mucho más condicionados de lo que creemos. Para la mayoría, la presión de la sociedad sigue siendo un gran obstáculo.

Según el psicólogo, existe un miedo al sobresalir del resto, porque eso podría implicar que los otros se sientan amenazados con nuestras conductas. Ésta es la razón por la que los alumnos, aunque tuviesen la respuesta correcta, prefirieron fallar antes que quedar mal con sus semejantes. La pregunta que nos hacemos es: ¿por qué preferimos seguir la masa y no decir lo que pensamos? De acuerdo con el síndrome, tememos sentirnos vulnerables o rechazados.

El miedo sería inversamente proporcional a nuestra autoestima: entre menos amor propio nos tengamos, más pavor tenemos al experimentar a ser diferentes. Y al contrario, entre más amor propio, menos miedo tenemos al sobresalir.

Pixabay | Pexels
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La visión chilena

Mariana Lepe, psicóloga de la Universidad Adolfo Ibáñez, comenta sobre el síndrome que “la manera en que nos posicionamos como un agente cultural se ve moldeada según los patrones de relación interpersonales tempranos, los cuales generan una imagen corporal y social específica”.

“Esta imagen tiene que ver con la percepción que tienes de ti mismo, en función de representaciones que otros han hecho sobre cómo eres. Cada comentario u opinión que sea interiorizado, repercute en nuestra autoestima y genera comportamientos en el ambiente”, asegura.

Según ella, en un entorno social, donde las personas son aceptadas en mayor medida cuando son condescendientes, “se tiende a perpetuar una dependencia sobre la sensación de ser conocedor sobre cierto fenómeno, donde hay un doble refuerzo positivo, en comparación a decir lo que piensas y quedar expuesto a ser rechazado o criticado, donde evidentemente el refuerzo positivo es menor, sobre todo cuando existe la presencia de una autoestima vulnerable”.

“Frente a cualquier fenómeno que se produce sobre la base de las relaciones intrapersonales e interpersonales como lo es el ‘síndrome de Solomon’ existe el miedo a la vulnerabilidad, base sobre la cual se estructura el funcionamiento psíquico, como una manera de entender y enfrentarse a la realidad, por lo que también se generan los mecanismos de defensa que articulan la autoestima”, afirma.

La profesional dice que las personas van a tender a actuar desde la seguridad, por lo tanto, omitir a veces una opinión tiene que ver con una manera de protegerse a sí mismo. Sin embargo, cuando la omisión de ciertas acciones la compromete en diferentes áreas de desarrollo, ya sea educacional, laboral y social, se estaría frente a un posible riesgo que amerita atención psicológica.

“El ser aceptado se vuelve rápidamente un objetivo crucial en la vida de las personas. El problema está en que los rangos dentro de los que se mueve la aceptación, incluyen criterios que fácilmente pueden inclinar a las personas a desarrollar patologías y sufrir de bullying, depresión, trastornos de conducta alimentaria, trastornos de ansiedad por ansiedad de exclusión y muchos más, sólo por no cumplir con estos criterios y por no entender las señales sociales sobre ‘cómo se debe ser’ de una manera positiva’”, sentencia la docente.

¿Cómo superar el complejo Solomon?

Para comenzar a superar este síndrome o complejo, debemos entender la torpeza que cometemos cuando nos molestamos por lo que la gente opina de nosotros.

Cada uno de nosotros tiene una opinión propia sobre sí mismo, como también de los demás, siendo tan respetable como la del resto de nuestros pares. Si nos detenemos a analizar la situación, nos damos cuenta que no queremos destacar o sobresalir por miedo a lo que ciertas personas puedan decir de nosotros, compensando sus carencias. y que éstos puedan sentirse mejor consigo mismos.

“La solución está en no seguir validando estereotipos, sobre todo físico;, en motivar el análisis y la expresión de opinión en los jóvenes sobre temas que incluyan emociones, sensaciones, vulneración de derechos e injusticias; y cultivar la capacidad de asombro y exploración, de modo que la autoestima deje de depender sobre lo que dirán los demás y se oriente a lo que realmente significa ‘sentirse capaz’”. explicó Lepe.

¿Cómo saber si tengo baja autoestima?

Un porcentaje importante de la población tiende a creer que tiene baja autoestima, pero a veces este concepto es confundido con timidez, que son cosas distintas.

A continuación te contamos algunas características de las personas que no creen en sí mismas.

– Incomodidad frente a los buenos comentarios:

Si les dicen “¡te felicito!”, ellos tienden a dudar si es cierto, además de sentirse incómodos.

– Dificultad para tomar decisiones:

Alguien con baja autoestima, es muy indeciso. Aún más, si existe otra persona implicada en ello, porque temen a equivocarse.

– Comparación y envidia:

Aunque tenga todo para ser feliz y una vida muy plena, siempre pensarán que es menos de lo que tienen los demás.

– No expresan su opinión, aunque quieran:

Definitivamente,no dicen lo que piensan por el “qué dirán”.