VER RESUMEN

Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

En 1984, la italiana Cristina conoció al estadounidense Matt en Londres de manera fortuita, iniciando un romance fugaz de dos días. Tras intercambiar cartas por años, lograron reencontrarse y decidieron vivir juntos para siempre. A pesar de sus diferencias sociales, se casaron y viajaron por el mundo antes de establecerse en Italia, donde criaron a sus dos hijos y abrieron una panadería.

En agosto de 1984 Cristina viajaba desde Italia a Londres cuando coincidió con un interesante joven. Cuando este la invitó a salir, no dudó un segundo y aceptó. Tras arribar al aeropuerto, se separaron con la promesa de verse al día siguiente. Sin embargo, ella no esperaba que esta fuera la última vez que lo vería.

Con apenas 18 años, la originaria de Florencia había llegado hasta la capital del Reino Unido para estudiar inglés por tres meses, por lo que tomaba todas las oportunidades que se le daban.

Pero cuando llegó a la plaza de Trafalgar al día siguiente, cerca del medio día, comenzó a buscar al hombre que conoció en el avión, sin embargo, nunca pudo encontrarlo entre la multitud.

Pasaron varios minutos antes de que Cristina aceptara que su cita la había dejado plantada, por lo que no pudo ocultar su decepción.

No obstante, durante la espera le fue imposible no posar sus ojos en un joven de cabello largo que estaba sentado entre los leones de bronce característicos de la plaza leyendo una edición de “Romeo y Julieta” de William Shakespeare: “Me llamó la atención porque era guapo: tenía el pelo largo y un aire hippie”.

Aún con valentía, Cristina se acercó y lo saludó. Él rápidamente despegó los ojos del libro y le sonrió: “Luego empezamos a hablar”, recordó en conversación con CNN Travel.

Dos días en Londres

Se trataba de Matt, un estadounidense de 20 años que había llegado junto a su familia desde California de vacaciones: “Estaba de viaje y sabía que me iba en dos días. De repente, una chica guapa se sentó a mi lado; eso fue suficiente para mí”, relató.

Grateful Dead, la banda favorita del joven, comenzó su primera conversación cuando ella apuntó a su Walkman (dispositivo portátil para reproducir música) y él le contó qué había asistido a varios conciertos de la agrupación. Tras consultarle sobre qué la había llevado hasta Londres, Cristina le contó sobre sus estudios. Pese a la barrera idiomática, se notaba que algo nacía entre ambos y tenían solo dos días para averiguarlo.

Tras dos horas conversando, Matt tomó su cámara y capturo en una fotografía a quien sería su esposa por los próximos 40 años, aún sin saberlo.

Fue ella quien dio el primer paso y le preguntó si tenía planes más tarde, ante lo que el estadounidense accedió a salir a un bar. Al igual que con su cita del aeropuerto, quedaron de verse en la estación de Bond Street, pero Matt no la decepcionó y sí llegó. Fue en ese pub que se dieron su primer beso a solo horas de conocerse.

Ambos no podían esperar a compartir cada momento antes de que el joven tuviera que retornar a California, por lo que pactaron una cita para el día siguiente, el último del estadounidense en Londres: “No podía esperar. Tenía muchas ganas de verlo al día siguiente”.

“No soporto la idea de no volverte a ver”

En el mítico Hyde Park ninguno podía negar el amor que sentían: “Realmente nos besamos y hablamos todo el día en el parque”, recuerda Matt.

En un instante, la italiana tomó su cámara y capturó a Matt con su polera de Grateful Dead mirando hacia el horizonte, una fotografía que se quedaría para siempre con ella, recordándole ese amor fugaz.

Con el fin de aprovechar cada minuto, el estadounidense esperó hasta el último momento para ir al aeropuerto esa noche, no sin antes dejarle una nota a Cristina: “No la abras hasta que llegues a casa”, le pidió.

“No soporto la idea de no volverte a ver”, versaba la nota.

Al instante sus ojos se llenaron de lágrimas, pero en el fondo albergaba la esperanza de que volvería a verlo, cómo y dónde, aún no estaba claro.

Sin superar la pena por algunos días, su arrendador se percató de sus ojos rojos de tanto llorar, por lo que le sugirió escribirle. La idea no había pasado por su mente antes. Y aunque no tenía la dirección de su hogar, sí tenía la de su universidad, por lo que comenzó enviándolas ahí, pese a que Matt seguía de vacaciones por Europa con su familia.

Con el tiempo la tristeza se comenzó a disipar, Cristian se acostumbró a la vida en Londres e hizo amigos, pero no recibía respuesta de su romance fugaz, ¿acaso Matt ya no la quería? ¿Había conocido a alguien más?

Matt y Cristina de vacaciones en Italia cuando comenzaba su romance
CNN Travel

Tras varias cartas sin respuesta, la italiana decidió acudir al hotel donde se hospedó con su familia, donde si bien no podían darle la dirección del hogar, sí accedieron a enviarla ellos, lo que la llevó a descubrir por qué Matt no había respondido ninguna de sus misivas anteriores.

“Yo era universitario, así que cambiaba de departamento cada año y entonces nunca me reenviaban el correo”, explica Matt. Los primeros escritos de la italiana se habían perdido, pero habían retomado el contacto por fin.

Tras leer repetidas veces las cuatro páginas de respuesta del norteamericano, ambos comenzaron una relación epistolar que se extendió por algunos años.

“Las cartas cobraron mayor importancia a medida que nuestra relación crecía, a medida que nos íbamos conociendo”, recuerda el estadounidense.

El reencuentro de Matt y Cristina

Después de dos años, Cristina ya estaba de regreso en Florencia cuando un día recibió noticias de Matt. En medio de su aventura a Grecia haría una parada en Italia para volver a verla. Aunque los padres de la italiana estaban escépticos, aceptaron. Luego de tres meses el estadounidense no llegó jamás a la Península balcánica.

Cuando terminó el verano, él regresó a California para terminar la universidad, pero sabía que no sería la última vez que la vería. Más pronto que tarde, la joven lo visitó en California y en 1987 él decidió trasladarse hasta Italia para enseñar inglés y continuar su relación.

“Fue entonces cuando decidimos que íbamos a vivir juntos para siempre”, relató el joven al mencionado medio. “Solo tenía 21 años, era muy joven, pero estaba muy convencida de que él era para mí”, aseguró la italiana.

De vuelta a California, a la Toscana y viceversa

Para 1990 Matt y Cristina se habían trasladado a California. Pese a tener orígenes muy diferentes, pues él era de una familia acomodada, mientras la de ella provenía de la clase media, pudieron superponerse a sus diferencias y conseguir su propio departamento.

Un año más tarde, tras recibir una carta inmigración donde le avisaban que tenía dos semanas para dejar el país, se casaron. Con apenas la mamá de Matt y algunos amigos como testigos, sellaron su amor un 12 de abril. Más tarde, ese mismo año, tuvieron una ceremonia en Italia con la familia de Cristina.

Tras dos años casados, la pareja se embarcó en una nueva aventura y recorrieron Tailandia, Malasia, Singapur, Indonesia y Australia, para luego instalarse nuevamente en Italia, esta vez en Milán.

Ahí le dieron la bienvenida a su primer hijo, Davide. Seis años más tarde llegó Francesca a sus vidas.

Después de varios años viviendo en la Toscana, Matt y Cristina se jubilaron en 2019, luego de cerrar su panadería ‘Mama’s Bakery’, tras la llegada de la pandemia. Hoy, a más de 40 años de esa desafortunada cita en Londres, están enfocados en viajar por el mundo y aprovechar a su familia.

“Hacemos exactamente lo que queremos”, dice la mujer. “Tenemos suerte de poder hacerlo”, concluye el estadounidense.

Matt y Cristina en la actualidad
CNN Travel