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Titanic sigue siendo tema de conversación a más de 20 años de su estreno, destacando la precisión con la que muestra las historias de sus pasajeros, como la del vigía Frederick Fleet. La trágica vida de Fleet indica que fue abandonado por su familia y criado en orfanatos antes de unirse a la naviera White Star Line. La fatídica noche del 14 de abril de 1912, Fleet avistó el iceberg que chocó con el Titanic, desencadenando una serie de eventos que culminaron en su supervivencia al dirigir un bote de pasajeros. Fleet sufrió una vida difícil, marcada por la depresión y la tragedia, y finalmente se quitó la vida a los 77 años, siendo enterrado en un cementerio de indigentes.

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A más de 20 años de su estreno, Titanic es una cinta que sigue dando de qué hablar, tanto por su realismo como la precisión al mostrar historias de sus pasajeros.

Conocidos son los casos de James Paul Moody, Molly Brown o de Ida e Isidor Straus. No obstante, a muy pocos les suena el nombre de
Frederick Fleet.

Para recordar hay que ir a la escena en que dos marinos están de turno nocturno en el puesto de vigía del barco, para divisar posibles icebergs en medio del océano.

Uno de ellos se muestra bastante confiado y bromista, asegurando que “puede oler el hielo”. Sin embargo, su cara de pavor lo delata segundos después, al ver la gran masa de hielo frente a ellos. El resto de la historia es conocida.

Aquella persona es Fleet, que tiene una historia bastante trágica en la vida real, mucho más allá del rol terciario en la cinta.

De acuerdo a NatGeo, Frederick nació el 15 de octubre de 1887, nunca conoció a su padre y su mamá lo abandonó a los pocos años. Por lo anterior, creció en orfanatos de su natal Southampton.

Tuvo varios oficios, hasta que fue reclutado por la naviera White Star Line. Su labor como vigía inició en el Oceanic, tiempo después fue transferido al RMS Titanic.

Frederick Fleet en 1912
Wikimedia Commons

La noche del 14 de abril de 1912, Fleet estaba de turno junto a Reginald Lee. La jornada parecía ser tranquila, pero todo se quebró con el avistamiento del iceberg y posterior llamado a James Paul Moody, con la frase “¡iceberg al frente!”.

Tras el impacto, el hombre se mantuvo 20 minutos en el lugar y, posteriormente, se puso bajo las órdenes de William Murdoch. Horas después, se le designó para dirigir el bote número 6 de pasajeros, lo que a la larga permitió que salvara su vida.

Los años posteriores de Frederick Fleet fueron complejos. Siguió trabajando en la marina, a bordo del barco Olimpyc, pero cerca de 1930 decidió dejar ese rubro.

Asimismo, en los juicios por el hundimiento del Titanic aseguró que podría haber visto antes el peligro si hubiese tenido los binoculares.

Sus últimos años fueron trágicos, entre una depresión crónica, la difícil situación económica y la muerte de su esposa, Eva Ernestine Le Gros, en 1964.

Finalmente, terminó suicidándose pocos días después, a los 77 años. La policía informó que se había tratado de una “muerte por depresión”.

Hay que señalar que su cuerpo fue enterrado en el cementerio de indigentes en Hollybrook.