El titivillus es un demonio que acecha a todos los que escribiendo o hablando comenten un error, el error que los llevará al infierno

Te pasó que pensabas una cosa y dijiste otra o escribiste algo y el corrector ortográfico lo cambió. Es posible que no haya sido un error cualquiera, sino que estabas poseído por el Titivillus,.

Aunque no lo creas, lo que te mencionamos tiene una base histórica que pocos conocen, pero que te ayudará a entender muchas de las acciones que realizas diariamente cuando te quieres expresar, ya sea a través de la escritura o hablando, sobre todo si es en público.

Se trata de la historia de un demonio, uno que te posee y hace que, simplemente, te equivoques, un demonio al que puedes culpar cada vez que dices o escribes lo que no querías.

Pero, para descubrirlo, hay que viajar algunos siglos en la historia y entender, por qué apareció el misterioso Titivillus.

Titivillus,: el demonio de tus errores

Si esta introducción no te dejó helado, es porque quizás escribes muy correctamente y tienes la capacidad de hablar sin errar en tus palabras.

Pero, si te sentiste identificado con algún error en tus palabras al enviar ese mensaje de whatsapp, quizás es porque este demonio apareció en tu vida.

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La historia del Titivillus hace referencia a un demonio que es responsable de tus errores ortográficos, esos que te avergüenzan, tanto que puedes llegar a recibir burlas o retos por ellos.

Su objetivo es que cometas errores ortográficos o te equivoques al hablar, pronunciando mal, omitiendo palabras o tartamudeando, la tentación que entrega a sus víctimas.

Pero, por qué el Titivillus quiere que te equivoques. La respuesta es simple, él busca encontrar almas para Lucifer y tus errores te llevarán con él al infierno.

Parece una historia de terror, pero la verdad es que es una leyenda muy cierta, que tiene un particular origen, que viene exclusivamente de la exigencia que le ponen a las personas cuando están expresando algo, consigna Harper Bazaar.

El origen del Titivillos

Los escribas temían profundamente a este demonio, del que se tiene registro en el Tractatus de Penitencia de Juan de Gales, del año 1285.

Se trata de un demonio que suele ser representado como una figura encorvada, cargando un saco de libros en su espalda, que se colaba en los lugares donde había escribas para robar sus errores ortográficos, registrándolos para el día del juicio final.

En la época medieval los escribas recurrían constantemente a este demonio para justificar los errores que cometían mientras realizaban extensas labores de copias de textos, en lugares cerrados, sin buena iluminación y un cansancio que muchas veces los agobiaba.

El titivillus era la excusa perfecta para disculpar algún error, sobre todo si eran poseídos por un demonio que se alimentaba de sus errores.

Aunque no afectó solo a escribas, sino que también a quienes participaban de los servicios religiosos de la época, provocando “a charla ociosa, la mala pronunciación, la murmuración u omisión de palabras, la falta de atención y los tartamudeos”, consigna Guiteca.

Se creó con el objetivo de hacer que quienes eran responsables de los textos de la época no cometieran errores, con una medida de presión como ir al infierno, pero también para que los creyentes se concentraran más durante la misa o su momento de oración. Una creación que caló muy profundo en su época.

El mayor escándalo del Titivillus

El Titivillus es un demonio entrometido que protagonizó una de las historias más escandalosas de la época titulada “La Biblia Maldita”.

Según recoge Hipertextual, en el siglo XVII, Carlos I de Inglaterra encargó la edición de una biblia a Robert Baker y Martin Lucas, impresores reales de gran reputación.

Baker y Lucas escribieron la biblia y la vendieron rápidamente, sin notar que el Titivillus se había colado en sus páginas y justo en un mandamiento.

La biblia decía “Cometerás adulterio”, en vez de decir “no cometerás adulterio”, llamando a que quienes tenían la biblia cometieran pecado mortal.

Esto enfureció al rey, quien ordenó destruir la “biblia maldita”, pero también que junto al arzobispo de Canterbury, George Abbott, multaran a Barker y Lucas por su grave error quitando su licencia como impresores y con 300 libras, una suma que asciende a casi 500 mil dólares de esta época, consignó Hipertextual.

Barker quebró, pero se libró de la horca y fue a la cárcel por 10 años para pagar su deuda, solo porque testigos dijeron que estaba borracho cuando escribió los 10 mandamientos, una borrachera que habría generado el propio Titivillus. Mientras que Martin Lucas se especula que murió en la horca.

Esta es la historia de un demonio que vive en la mitología, pero que sirve como la excusa perfecta para cada vez que tengas un error al escribir.