A principio de la década de los ’80 ocurrió en Estados Unidos uno de los hechos más infames que hayan afectado a un conglomerado farmacéutico, luego de que una menor de edad muriera por culpa de un medicamento adulterado.

El nombre de la víctima era Mary Kellerman, una joven de tan sólo 12 años, quien consumió una píldora de Tylenol en su variante Extrafuerte -una de las marcas locales más famosas de paracetamol-, para tratar un resfriado.

Lo que jamás imaginó Mary y su familia, es que ella sería la primera de siete víctimas que fallecieron a causa de pastillas envenenadas con cianuro, en uno de los casos que más ha movido a la fuerza policial norteamericana y que hasta el día de hoy no tiene culpables.

Ésta es la historia de los llamados “Asesinatos del Paracetamol”.

La terrible muerte de Mary

Mary Ann Kellerman cursaba el séptimo grado en la escuela Addams Junior de Schaumburg, en Illinois, y era reconocida en su barrio por ser niñera de los hijos de diversas familias locales. En su tiempo libre, en tanto, disfrutaba de andar a caballo y juntarse con sus amigas.

Conocida como una niña tranquila, Mary Ann inquietó a su padre la tarde del 28 de septiembre de 1982, luego de llegar decaída a causa de lo que parecían los primeros efectos de un resfrío.

Con el fin de cuidarla, al ver a la mañana siguiente que la joven seguía con malestares se decidió a darle una cápsula de Tylenol para aliviar sus dolores. Minutos más tarde, escuchó un estruendo… Se trataba de su pequeña hija, a quien encontró muerta tirada en el suelo. Pese a contactar de inmediato a los paramédicos, éstos no pudieron hacer nada por revivirla.

La menor se convertiría en la primera de siete víctimas de una serie de asesinatos por envenenamiento, los cuales sacudieron al estado de Illinois.

Mary Kellerman | Beyond The Dash

La tragedia de la familia Janus

Sólo horas después, las muertes de tres integrantes de la familia Janus producto del consumo del medicamento adulterado, dejaron atónito a todo un país.

La tarde de 29 de septiembre, poco después de la muerte de Mary, el padre de familia Adam Janus se tomó dos pastillas de Tylenol para alivianar las molestias de un resfrío que lo afectaba.

Ese día faltó al trabajo porque no se sentía del todo bien, y después de almuerzo decidió ingerir los medicamentos. Minutos más tarde, murió en la cocina de su hogar a los 27 años.

Su muerte causó gran pesar en su familia. A las pocas horas de conocer su deceso, el hermano menor de Adam, Stanley (25 años), se dirigió hasta la casa del fallecido con el objetivo de planear su funeral. Llegó acompañado de su esposa, Theresa Janus, de 19 años.

Afectado por un dolor de espalda crónico, Stanley le pidió a su señora que le diera una cápsula de Tylenol del frasco de su hermano para sentirse mejor. Theresa también se tomó una pastilla para aligerar su malestar general, producto de lo ocurrido con su cuñado.

Minutos después, ambos colapsaron al interior de la casa de Adam.

La familia Janus | Beyond The Dash

Las tres últimas víctimas

Dentro de las próximas horas y días Mary Reiner (27 años), de Winfield; Mary MacFarland (31), de Elmhurst; y Paula Jean Prince (35), de Chicago, morirían en dichas ciudades del estado de Illinois en circunstancias similares.

En el caso de MacFarland, la empleada de la empresa de telecomunicaciones Illinois Bell se encontraba trabajando cuando fue afectada por una migraña el 30 de septiembre. Tomó una píldora del frasco de Tylenol disponible en su empleo y, para horror de sus compañeros, colapsó cuando iba de regreso a la sala común. Mary era madre soltera de dos niños, a quienes criaba por sí misma al momento de su muerte.

Prince, por su parte, era una auxiliar de vuelo que trabajaba para la aerolínea United Airlines. El día de su muerte, el 01 de octubre, participó en un vuelo de Las Vegas al Aeropuerto Internacional de Chicago-O’Hare, en Illinois. Compró un frasco de Tylenol en una tienda Walgreens ubicada en inmediaciones del recinto. A la mañana siguiente, fue hallada muerta en su departamento con una botella del medicamento abierta en el baño, informó el medio Beyond The Dash.

Finalmente, el caso de Reiner fue uno de los más dramáticos. La joven de 27 años había recibido hace sólo días a su cuarto hijo, fruto de su matrimonio con su esposo Ed. Para aliviar los dolores típicos del postparto, la madre decidió comprar un frasco de Tylenol, sin sospechar que el medicamento le causaría una muerte prematura. Colapsó el 29 de septiembre delante de su hija mayor, de tan solo 8 años, minutos antes de que su marido se percatara de la tragedia.

Beyond The Dash

En base a lo declarado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), consignado por CNN, el cianuro es un veneno que bloquea la capacidad del cuerpo para usar el oxígeno. Se trata de una sustancia que afecta especialmente el corazón y el cerebro, debido a que esos dos órganos utilizan mucho oxígeno, y “su efecto es muy rápido. No hay duda de eso”, indicó el doctor Edmund Donoghue, quien trabajó en el caso Tylenol como médico forense adjunto.

Primeras acciones

Luego de que la policía estableciera la conexión entre la ingesta de los analgésicos adulterados y las muertes, rápidamente se pusieron en acción junto a los fabricantes de Tylenol, el mega-conglomerado Johnson & Johnson.

Dentro de las primeras acciones destacó el que los efectivos policiales de todo EE.UU. salieron con megáfonos a la calle, con el objetivo de advertir a la población que no compraran el medicamento y solicitando la entrega de todos los frascos con su contenido.

En paralelo, las autoridades federales del Departamento de Salud y Johnson & Johnson ordenaron la retirada de 31 millones de frascos en todas las farmacias y supermercados que vendían el producto libremente, sin receta, como se estila con este tipo de medicamentos de acuerdo a información de El País.

Finalmente, la farmacéutica terminó revisando 1.5 millones de frascos de su producto y encontró tres envases sin abrir que estaban contaminados con cianuro, lo que arrojó un total de 10 frascos de pastillas alterados.

La situación sin duda dejó aterrorizada a toda una nación, que desde su puesta en venta en 1955 hizo del Tylenol el analgésico de venta libre más comprado en Estados Unidos, con un consumo total anual que supera los 160 millones de frascos.

La investigación

Tras asegurarse que la población estuviese informada, la policía estadounidense lideró una importante investigación para dar con el paradero del culpable.

De acuerdo al perfil criminalístico que hicieron en la época en torno al presunto asesino, se decía que se trataba de un ser frío, meticuloso, bien organizado y con conocimientos científicos.

Pese a que recibieron cientos de pistas e interrogaron a decenas de sospechosos, el más sonado fue un empresario en bancarrota del estado de Illinois llamado James William Lewis, quien envió una carta a Johnson & Johnson pidiendo un millón de dólares a cambio de “no seguir envenenando cápsulas de Tylenol”. Pronto se conoció que se trataba de un engaño.

Posteriormente aparecieron otros sospechosos, como un hombre que estaba en el local Walgreens mientras una de las víctimas, Paula Prince, compraba el medicamento. Otro sospechoso fue Roger Arnold, un locatario acusado de asesinato. Una cuarta fue Laurie Dann, quien fue acusada de disparar a quemarropa a un grupo de gente durante un alboroto ocurrido en 1988 en Winnetka, Illinois, pero posteriormente su participación en los envenenamientos fue descartada.

Con todo, y pese a las innumerables pistas investigadas, hasta el día de hoy la policía desconoce quién fue el culpable detrás de la adulteración de las cápsulas de Tylenol.

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Las pérdidas de Johnson & Johnson

Luego que el caso de las muertes explotara en la prensa, el efecto en los mercados fue inmediato.

El fatídico 30 de septiembre la empresa, que venía cotizando máximos históricos que superaban los 47 dólares por acción, cayó hasta los 43,13 dólares. Su mínimo lo marcó el 5 de octubre, cuando llegó a 39 dólares por título.

La empresa no recuperaría un cierre por sobre los 47 dólares sino hasta dos meses después, el 7 de diciembre, en gran parte gracias a su buen manejo de la tragedia.

Además, durante las semanas en que el foco estuvo centrado en la crisis del Tylenol, el volumen de las acciones negociadas de Johnson & Johnson llegó a multiplicarse por diez sobre lo habitual.

De este modo, mientras en los días previos a la tragedia se movía un volumen inferior a los 5 millones de dólares, el 30 de septiembre rozó los 20 millones y el 6 de octubre logró 52 millones de dólares en títulos negociados, informó El Economista.

Oficinas de Johnson & Johnson | Wikimedia Commons

La victoria mediática de la multinacional

Tylenol comenzó a venderse en Estados Unidos en 1955 por la empresa McNeil Consumer Products, la cual fue comprada por Johnson & Johnson en 1959.

A partir de 1960 se permitió su venta al público sin necesidad de receta. Sin embargo, no fue sino hasta 1975 cuando las ventas se dispararon producto de una fuerte campaña publicitaria.

Al momento de las muertes, Tylenol era el líder nacional de los medicamentos contra el dolor sin prescripción médica. Lideraba el 37% del mercado estadounidense, generando ventas anuales de cerca de 500 millones de dólares. La variedad Extrafuerte, que fue la contaminada con cianuro, suponía un 20% del total de ventas del medicamento.

Pese a que el caso pudo haber hundido al producto, lo cierto es que Johnson & Johnson manejó la crisis con prontitud e inteligencia.

Por una parte, canceló la emisión de los anuncios por TV de Tylenol apenas se conocieron los primeros decesos. En paralelo, ofreció 100 mil dólares de recompensa a quienes entregaran información sobre el envenenamiento mortal, con el fin de arrestar y procesar a los responsables.

Pero el punto clave fue la retirada de los 31 millones de envases, un total de 1.550 millones de cápsulas potencialmente mortales, repartidas en 34 estados en los que se habían distribuido, lo que costó a la compañía 100 millones de dólares.

La empresa reembolsó el dinero a las tiendas que habían adquirido el producto, al tiempo que a los consumidores que devolvieron el medicamento se les dio cupones para recibir el fármaco en forma de tableta sólida. Para reforzar esto, J&J inició una campaña publicitaria imprimiendo cupones de descuento en distintos diarios.

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Cambio regulatorio de los frascos

Sin embargo, uno de los aspectos más relevantes es que la tragedia del Tylenol motivó a un rediseño completo de los frascos de medicamentos sin prescripción.

Poco tiempo después de las muertes, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) divulgó las primeras regulaciones para los empaques a prueba de manipulación en medicamentos de venta libre.

Por su parte, J&J dio a conocer sus planes para los frascos Tylenol con triple sellado, el cual consistía en una caja con solapas pegadas, un anillo de plástico alrededor del cuello del envase y un sello de aluminio que ahora es común entre los medicamentos que consumimos.

Además, la compañía impulsó las cápsulas sólidas, aquellas que no vienen rellenas de polvo y que son fáciles de adulterar.

Los frascos antes y después | Vista en CNN

En paralelo, el congreso norteamericano aprobó una ley en 1983 que convirtió en delito la manipulación de medicamentos y otros bienes de consumo.

Considerando todo lo ocurrido, se puede afirmar que el buen trabajo realizado por Johnson & Johnson tuvo resultados. Tras los decesos, la cuota de mercado de Tylenol pasó del 37% al 24%. A mediados de diciembre superaba tímidamente el 30%. Pero una campaña de publicidad estrenada en 1983 le dio el impulso necesario a la marca para retomar su puesto como el medicamento más consumido de su mercado.

Pese a recuperar los buenos resultados en términos de ventas, a casi 40 años de los llamados asesinatos del paracetamol aún se desconoce el paradero del culpable. Un misterio sin resolver que puso en jaque a la nación estadounidense, y que obligó a cambios regulatorios cuyos resultados podemos ver hasta nuestros días.