Se requiere con urgencia iniciar caminos de reconstrucción social y sanación en una provincia que ha sido históricamente olvidada y relegada de sus derechos y dignidad.

Toda vida es importante y merece nuestro respeto absoluto. El Dicasterio para la Doctrina de la Fe presentó a inicios de este mes una declaración que tiene por nombre “Dignitas Infinita”, texto enmarcado en el aniversario 75 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde “la Iglesia proclama una vez más su convicción de que, creado por Dios y redimido por Cristo, todo ser humano debe ser reconocido y tratado con respeto y amor, precisamente por su dignidad inalienable”.

Este fin de semana hemos sido testigos de uno de los momentos más tristes de estos últimos años con la muerte de los tres carabineros abatidos en la provincia de Arauco. Han sido días de gran conmoción nacional.

Las innumerables muestras de comunión con los dolores de esta tragedia manifiestan que la sociedad reconoce la urgencia de concretar caminos de solución frente a un conflicto que ha degenerado en actos de violencia y corrupción con múltiples rostros y derivadas, que afectan la vida, la paz social y la sana convivencia de miles de personas que han nacido en estas tierras, han desarrollado un proyecto de vida, formado familia, y han aportado a la sociedad, como es el caso de los tres carabineros, todos hijos de la provincia. Somos testigos de una herida que sangra por mucho tiempo.

Debemos retornar a una cultura que promueva de verdad la dignidad y el respeto de la vida humana. Chile necesita con urgencia un cambio de mentalidad en este sentido, cambios que van desde los pequeños gestos de cada día hasta las grandes decisiones tanto personales como políticas, culturales o económicas. No se puede aspirar a mucho como sociedad si no se colocan y promueven estos principios como base de las relaciones humanas y sociales.

Esperamos que estos tres mártires de carabineros, junto a los esfuerzos de tantas personas que han entregado su vida durante estos años en la provincia de Arauco, puedan generar un movimiento social que permita advertir a quienes detentan el poder y los distintos grados de responsabilidad a nivel nacional o regional, que se requiere con urgencia iniciar caminos de reconstrucción social y sanación en una provincia que ha sido históricamente olvidada y relegada de sus derechos y dignidad.