La corredora latinoamericana sorprendió a todos tras imponerse en la maratón de Boston en tiempo récord, pero todo fue una farsa.

En el mundo del atletismo, la historia de la cubana Rosie Ruiz sigue siendo una de las más controvertidas y sorprendentes. En 1980, esta corredora latina logró engañar a todos al cruzar la línea de meta de la Maratón de Boston en primer lugar, sólo para descubrirse más tarde que había tomado el metro en plena carrera. Un hecho que sigue siendo recordado como uno de los mayores fraudes en la historia del deporte.

Ruiz, que se había ganado la admiración de todos como una corredora de élite, vio su reputación destrozada de la noche a la mañana tras ser descalificada y perder su título. Su fraudulenta hazaña, además, puso en tela de juicio la seguridad y la vigilancia en las competiciones deportivas, donde se supone que sólo el esfuerzo y la dedicación pueden llevarte a la victoria.

Sorpresa, triunfo y récord histórico en Boston

El 21 de abril de 1980, en una hazaña que dejó boquiabiertos a todos los presentes, la desconocida corredora cubano-americana Rosie Ruiz se alzó con la victoria en la prestigiosa maratón de Boston, estableciendo un récord impactante de 2:31:56. Una proeza que la catapultó a la fama en un abrir y cerrar de ojos a la nacida en La Habana, quien llegó a Estados Unidos a los ocho años y se estableció con familiares que residían en Miami.

Su victoria sorprendió a expertos y fanáticos, ya que esta competidora era prácticamente una desconocida en el mundo del atletismo. Su historia se convirtió en un enigma para los amantes de la competición, con una mujer sin un historial deportivo destacable y con escaso conocimiento en la disciplina, logrando imponerse a corredoras de renombre en una de las carreras más exigentes y prestigiosas del mundo.

Rosie Ruiz en conferencia de prensa tras ser declarada ganadora de la Maratón de Boston
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Pero lo más sorprendente fue la inusual mejora de 25 minutos en su tiempo respecto de la maratón de Nueva York, la que le permitió clasificarse para esta competición. Este drástico cambio desató sospechas y dio inicio a una investigación que reveló un giro inesperado en la historia de Ruiz, cambiando por completo la percepción de su increíble gesta.

A diferencia de los demás participantes, la condición física con la que finalizó la cubana estaba lejos de evidenciar que acababa de correr 42 kilómetros, y claro, nunca lo hizo, pese a asegurar tras la carrera que aquella mañana se había “levantado con mucha energía”.

Cuando se supo la verdad

Todo comenzó con las sospechas del ganador de la categoría masculina, Bill Rodgers, quien notó la llegada de Ruiz a la rueda de prensa sin una gota de sudor ni signos de cansancio. Cuando el corredor comenzó a hablar de esto con sus demás colegas, notó que nadie recordaba haberla visto correr. La investigación que vino después fue aplastante.

Las pruebas contra la atleta centroamericana fueron contundentes, sobre todo cuando la reconocida fotógrafa Susan Morrow testificó en su contra y juró ante la ley haberla visto dentro un metro de Nueva York mientras corría su primera maratón, para luego, reincorporarse al circuito aprovechando que las miradas de los espectadores se encontraban en el competidor acabó ganando.

Tras no ser descubierta, Ruiz fue más allá en Boston y aplicó la misma artimaña. En las misma investigación, dos alumnos de la Universidad de Harvard confesaron haberla visto ingresar a la carrera desde el público, a un poco más de un kilómetro de la línea de meta. Llevó su farsa al siguiente nivel y fue descubierta, como si de una apostadora se tratara. No había ninguna fotografía de la competencia en la que se le viera correr o incluso, en los cientos de videos de aficionados, tampoco aparecía.

Policías asisten a Rosie Ruiz tras ganar Maratón de Boston
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Tras la contundente revelación de evidencia incriminatoria, el épico triunfo de Rosie Ruiz se desvaneció, revelando un monumental fraude. Suspendida de la competición y desposeída de su supuesto logro en Boston, la victoria fue entonces otorgada a la legítima ganadora Jacqueline Gareau, cuyo tiempo de dos horas, 34 minutos y 28 segundos brilló con verdadera autenticidad.

A modo de compensación, la organización del certamen bostoniano decidió darle una ceremonia a la altura a Gareau, montando de nuevo todo un evento para premiar y realizar la fotografía de rigor a quien sí había ganado honradamente la carrera. Un acto al cual asistieron más de tres mil aficionados.

Premiación de Jacqueline Gareau
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“Sabíamos que se había colado. Lo dedujimos. No había sudado lo suficiente, corrió con una camiseta pesada y no sabía nada sobre correr”, manifestó Rodgers a The Associated Press, luego de que se confirmara la farsa.

En un fugaz lapso de tan sólo ocho días, la efímera reina del asfalto vio cómo su preciada medalla de oro se desvanecía entre sus manos, mientras su fugaz pasaje por la gloria se volvía objeto de cuestionamiento y desilusión. A pesar de las evidencias en su contra, Ruiz se mantuvo firme en su negación de haber incurrido en irregularidades, negándose rotundamente a devolver el venerado galardón y sin jamás reconocer la flagrante trampa, incluso teniendo la oportunidad en televisión abierta.

Conferencia de prensa de Rosie Ruiz tras conocerse la verdad
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Las consecuencias del fraude y su antilegado en el deporte

Ya alejadas de las pistas y trabajando en el área administrativa de una empresa de inversiones de Florida, una cercana a la exdeportista cubana develó en una entrevista anónima para un diario independiente de Boston que, finalmente, Ruiz sí le había reconocido el engaño y detalló su versión de los hechos, a modo de excusa.

“No sabía que las primeras participantes de la competencia aún no habían finalizado y su intención sólo era cruzar la meta. De hecho, se sorprendió mucho cuando la señalaron como ganadora”, reveló.

Pese a dejar de estar vinculada con el deporte, la excorredora se convirtió en sinónimo de trampa y deshonestidad en el mundo del atletismo.

Un antilegado que quedó marcado por uno de los engaños más recordados y que, a día de hoy, se sigue utilizando para referirse a las artimañas que los atletas utilizan para recortar circuitos, con la frase: Doing a Rosie o en español, hacer un Rosie.

En 2019, Rosie Ruiz falleció a causa de cáncer a los 66 años, poniendo fin a una vida marcada por el episodio en Boston que, de una u otra manera, la dejó grabada en la historia del deporte. Quizás no de la mejor forma, pero su legado siempre será recordarnos la importancia de la ética en la competición y la necesidad de construir una imagen basada en la integridad y el esfuerzo honesto.

Diario de Boston informando sobre el fraude de Ruiz
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