Los comerciantes persiguen a los chilenos de distintas formas en la playa, para ofrecer diversos productos. Pero en la costanera de Río de Janeiro, otros, hacen guiños a nuestros turistas usando la polera, la bandera y las frases típicas de Chile, como estrategia de marketing para vender Caipiriñas.

Con 6.78 millones de habitantes, Río de Janeiro es una de las ciudades más pobladas de Brasil. Pero, en vacaciones de verano, es usual encontrarse a turistas chilenos y a los vendedores de caipiriña montando estrategias para atraerlos.

El inconfundible acento se escucha en repetidas ocasiones, tanto en la playa de Ipanema hasta la favorita de la mayoría: Copacabana.

Es en este último lugar donde es más frecuente escuchar las palabras como “cachai” o el inconfundible “weón”, que detecta a un chileno, esté en donde esté.

Sin embargo, la cantidad de argentinos que llegaron al mismo lugar que los vecinos trasandinos para disfrutar de unos días de relajo, no fue menor. Su acento también forma parte del panorama, pero como se dice en buen chileno “pasan piola” y en esta nota explicaremos por qué.

Turistas chilenos y la estrategia de vendedores de caipiriña en Río

“¡Chi-Chi-Chi… Le-Le-Le. Viva Chile!”, vitoreaba un grupo de chilenos en plena Copacabana, la playa favorita de turistas sudamericanos en Río de Janeiro.

BioBioChile, de visita en el lugar, el pasado jueves 09 de marzo, constató el momento. La ocasión no era cualquiera. Sonaba la cumbia y la tradicional frase en las cercanías a un negocio de caipiriña, cuyo dueño usó una estrategia de marketing infalible para nuestra nacionalidad.

El puesto, en plena Avenida Atlántica, tenía todos los ingredientes no sólo para elaborar el trago oficial de Brasil, sino, para identificarse con sus clientes trasandinos.

Fernandino, Rei da Caipirinha (Rey de la Caipiriña), enarbolaba la bandera de Chile, atrayendo al público nostálgico que, a pesar de estar unos días fuera de su país, sucumbió al patriotismo en tierras lejanas.

La cumbia seguía sonando y los chilenos, con cóctel en mano, disfrutaban de un producto hecho de manos brasileñas, pero de mente ágil, que sabe que en vacaciones de verano hay nutrido público chileno que cautivar.

Las fotos en este mininegocio, otro elemento llamativo adornándolo. En estas, aparecen grupos numerosos de chilenos, posando junto a su bandera.

“Aquí están los copetes”, decía el dueño del emprendimiento, de origen brasileño, vestido con la camisa de sus anfitriones. “Con todo, si no pa’ qué”, agregó un chileno, vestido con la camisa de Brasil.

“La picada del Makabeo” atrayendo turistas chilenos

A escasos 5 metros de Fernandino, está otro negocio carioca ofreciendo cocteles a los turistas chilenos.

Su nombre, un elemento fuerte en la estrategia publicitaria: “La Picada del Makabeo”. Todo parecía indicar que se trataba del emprendimiento de un chileno.

El dueño es Josimar Oliveira, un nombre poco común en nuestro país. Uno de sus clientes le preguntó:

– ¿Cuánto tiempo llevai aquí en Brasil?
– Trabalhando dez (Trabajando, diez).
– ¿Diez?
– Sí.

Su portugués era mejor que su español, por lo que insistimos en saber si era chileno, pero era de pocas palabras y de mucha habilidad para preparar las Caipiriñas y otros cocteles que ofrece en temporada alta en Río.

Oliveira tiene una fuerte conexión con el público chileno. De hecho, en su cuenta de Instagram @Josimar2917 exhibe los regalos que recibe desde el vecino sudamericano, además de los múltiples saludos desde varias partes de territorio chileno.

“Obrigado meus amigos chileno pelos regalo” (“Gracias mis amigos chilenos por los regalos”), publicó en 2019, con una botella de vino en una mano y, en la otra, un pisco. Vestía la camisa de Chile.

En cuanto a su negocio, este “chileno de corazón”, tiene las imágenes clave para atraer a su público objetivo. Condorito, entre estas.

El Weón de las Micheladas

Los turistas chilenos no tuvieron nada que extrañar en sus vacaciones por Copacabana, a juzgar por los negocios que enarbolaban la bandera de este país y ofrecían frases e imágenes alusivas a esta larga franja de territorio.

Prueba de esto, es el tercer negocio dedicado a nuestro país: “El Weón de las Micheladas”, luciendo su nombre para atraer al público que usa a diario esta palabra y en varios contextos que ya son de todos conocidos.

“La Picada del Pícaro”, era otra de las frases que figuraba en su puesto de cocteles. Sin embargo, acá sonaba una cumbia colombiana, lo que desentonaba con su estrategia de marketing. Eso, no hizo que dejara de vender sus preparaciones. “Viva Chile”, se leía en el letrero.

Al entregar el cóctel a un cliente, le aseguró:

– Es buena para Chile, para quedar curado.
– Eeesooo… para quedar curados.

En su carrito de ventas figuraban otras frases chilenas como “Sipo’ con todo si no paqué” (sic).

Las estafas y hurtos en plena playa, contra turistas chilenos

No falta, en un país ajeno y con vacaciones en su máximo esplendor, que algunos comerciantes (no todos) quieran pasarse de listo con el turista chileno.

BioBioChile fue testigo de cómo un hombre, quien se identificó como un habitante de una favela, comenzó a elaborar un tatuaje a una joven, sin que ella o su familia se lo pidiera.

Mientras lo dibujaba, hablaba cosas positivas de Chile y repetía que vivía en una favela cercana a Copacabana. Cuando terminó el tatuaje de henna, dijo que para los argentinos costaba 120 reales, el equivalente a casi 19 mil pesos chilenos, pero que para los chilenos, lo dejaba en 120.

Los turistas se negaron, pero él insistía en cobrar por un arte en el que evidentemente no era prolijo. Esta vez, redujo su cobro a 100 reales (15 mil pesos chilenos), pero una de las personas en el grupo familiar le ofreció 70 reales, lo que al cambio actual son 11.025 pesos chilenos. El hombre los aceptó y se fue.

“Fue para sacárnoslo de encima”, comentó Josefa Flores, mientras lamentó haber perdido la cantidad por estar desprevenida.

“Uno tiene que decir que no, a cada momento. Llegan y saben perfectamente que eres chileno”, aseguró la mujer, mientras otro turista, brasileño, en su silla de playa también presenció la situación, comentando que la turista de Chile hizo bien al no darle lo que el sujeto pidió al principio, porque los estaba estafando.

En tanto, en un negocio de Caipiriñas, uno de sus dueños advertía a una consumidora que tuviera cuidado al comprar este cóctel a la orilla de la playa, ya que a una turista (de nacionalidad desconocida), le colocaron un somnífero y cuando despertó, sus cosas habían desaparecido.

Otro de los consejos es no dejar las pertenencias en la playa y bañarse todos al mismo tiempo. Una familia chilena lamentó que la mochila que dejaron en la arena desapareciera en un breve descuido.

“¿Nadie se quedó cuidándola?”, preguntaba un hombre a su grupo familiar, mientras todos se quedaban en silencio y mirando para todos lados, con la esperanza de identificar al ladrón.

Sin embargo, los mismos comerciantes cariocas son los que advierten de las complejidades de una de las playas más exclusivas y visitadas, pero también de las más peligrosas en cuanto a hurtos e intentos de estafa se trata.