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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Un estudio comprobó que niños chilenos que vivieron el aislamiento por la pandemia de Covid en su primera infancia sufrieron retraso psicomotor. También se observó que el retraso afectó más a niños de entre 3 y 5 años de familias vulnerables.

Un estudio hecho en Chile, comprobó que los niños que vivieron el aislamiento de la pandemia del Covid durante su primera infancia (lactantes y preescolares), sufrieron retraso psicomotor. Además, esto afectó más a niños de familias con bajos recursos.

Recordemos que, el desarrollo psicomotor es el proceso en que los infantes adquieren habilidades motoras, sensoriales, lingüísticas y sociales, reflejando la maduración de su sistema nervioso central. La primera infancia es crítica para esto, ya que durante esta etapa los circuitos neuronales maduran rápidamente.

La investigación examinó cómo los efectos estresantes de la pandemia, como el aislamiento social y la reducción de oportunidades de aprendizaje, afectaron a bebés de 0 a 2 años y preescolares de 3 a 5 años.

Los científicos revisaron datos de un centro de salud de Santiago, donde compararon evaluaciones del desarrollo psicomotor de niños que vivieron su primera infancia antes de la pandemia y niños que la vivieron después de esta.

Los infantes y preescolares expuestos a la pandemia presentaron una mayor frecuencia de retraso psicomotor que la cohorte pre-pandemia“, explicó a BiobioChile José Luis Márquez, de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), quien dirigió el estudio.

En los infantes, este porcentaje pasó de un 9 % en la cohorte no expuesta (prepandemia) a un 18 % en la cohorte expuesta (pandemia). En los preescolares ocurrió algo similar: el retraso aumentó de un 17 % a un 35 %“, puntualizó.

Niños de bajos recursos tuvieron mayor retraso del desarrollo psicomotor

Los resultados también encontraron que en los bebés de 0 a 2 años se observó retraso del desarrollo psicomotor en todos los niveles socioeconómicos, pero en el grupo de 3 a 5 años afectó mayormente a niños de familias con bajos recursos.

Los investigadores creen que las condiciones socioeconómicas no mostraron variaciones en los bebés, ya que entre los 0 y 24 meses tienen menos autonomía, pero en niños de 3 a 5 años es diferente.

“En los preescolares, por su parte, el grupo de mayor ingreso no mostró un aumento significativo, pero los demás sí. A esta edad los niños dependen más de entornos estructurados como los jardines infantiles y de espacios de juego e interacción social”, aclaró Márquez.

“La interrupción de estas instancias podría estar vinculada al mayor porcentaje de retrasos observado en los grupos más vulnerables, que además suelen tener hogares más pequeños y menos acceso a espacios abiertos o actividades recreativas que favorecen el movimiento y la interacción”, añadió.

Si bien el estudio no entrega certeza de por qué los grupos más vulnerables fueron más afectados, el investigador plantea que “este hallazgo requiere atención porque la primera infancia es una etapa de alta sensibilidad biológica, el cerebro, el músculo y otros órganos están en pleno desarrollo, y los cambios en el entorno pueden dejar huellas profundas y duraderas a través de mecanismos epigenéticos, con consecuencias que se pueden extender hasta la adolescencia, la vida adulta y más allá”.

¿Podría haber consecuencias a largo plazo?

Las consecuencias a largo plazo de los retrasos en el desarrollo psicomotor por la pandemia serían otro motivo de estudio, pero por ahora se desconocen a ciencia cierta, explicó Márquez.

La primera infancia es una etapa de ventanas críticas del desarrollo, en la que los genes y el ambiente interactúan de manera muy estrecha. En este periodo existe una gran plasticidad biológica, que permite adaptaciones rápidas a los cambios del entorno, pero que también puede hacer que ciertas experiencias de adversidad dejen huellas duraderas”, señaló.

“Este tipo de huellas pueden expresarse a través de mecanismos epigenéticos, es decir, modificaciones en la regulación de los genes que no alteran la secuencia del ADN y que pueden persistir en el tiempo. Dichos cambios pueden permanecer silenciosos y, frente a nuevos estresores en etapas posteriores de la vida, aumentar la susceptibilidad a problemas en el aprendizaje, la salud física o la salud mental”, añadió.

Sin embargo, dice, atribuir consecuencias específicas por ahora sería especular, “lo que sí muestran múltiples estudios es que los retrasos que aparecen en la primera infancia tienden a ser más difíciles de revertir a medida que el niño crece, lo que refuerza la importancia de la detección e intervención temprana”.

El investigador llama a implementar “intervenciones específicas y sostenidas” para lidiar con estos efectos de la pandemia, especialmente con políticas públicas orientadas al sistema educativo.

“Es fundamental fortalecer el trabajo de los profesores y otros profesionales del sistema escolar, dotándolos de herramientas y apoyo especializado para favorecer el desarrollo intelectual, físico y socioemocional de los estudiantes con rezagos. En este sentido, la educación física puede ser un gran aliado, ya que a través del movimiento y el juego estructurado contribuye de manera decisiva al desarrollo integral de los niños”, sugirió.

Si bien se necesitan investigaciones más amplias para continuar analizando este fenómeno, “este estudio confirma y dimensiona con datos objetivos lo que clínicos y docentes ya venían observando en su quehacer diario, que los niños que nacieron o crecieron en pandemia presentan mayores rezagos en su desarrollo psicomotor“, dijo Márquez.

“La magnitud de las diferencias encontradas constituye una señal de alerta muy clara. Estos hallazgos no solo ayudan a comprender el impacto de la pandemia en el desarrollo infantil, sino que también orientan dónde deben concentrarse los esfuerzos de las políticas públicas y las intervenciones, en los niños más pequeños, en los grupos más vulnerables y en las escuelas básicas que hoy los acogen”, concluyó.

Referencia:

Francisco Pérez-Lefimil, Sofía Garrido-Luco, Tomás Romero-Briones y José Luis Márquez, Universidad de Santiago de Chile (USACH). Pandemia de COVID-19 y desarrollo psicomotor en lactantes y preescolares chilenos: un análisis de cohortes sobre disparidades socioeconómicas y de edad. Estudio por publicarse en la revista Children and Youth Services Review, 2025.