Según la ciencia, el alcohol afecta más a las mujeres que a los hombres debido a diferencias en la anatomía de ambos sexos, pero, ¿cuáles son las diferencias y qué es lo que debate la comunidad científica?
Primero hay que entender cómo funciona el alcohol una vez que entra en el organismo. Los expertos han estudiado que este tiene efectos casi de inmediatos después de beberlo. Incluso antes de llegar al estómago, las papilas gustativas envían señales al cerebro que provocan pequeños cambios en la frecuencia cardíaca, el flujo sanguíneo y la química cerebral, preparando el cuerpo.
Resulta que, al tragar el alcohol, una parte se absorbe en el estómago, pero la mayor parte pasa al intestino delgado, desde donde ingresa rápidamente al torrente sanguíneo. Una fracción se descompone en el estómago y el hígado gracias a una enzima llamada alcohol deshidrogenasa (ADH), en un proceso conocido como metabolismo de primer paso.
De acuerdo con Deustche Welle, en un experimento hecho en 1990, investigadores dieron a 20 hombres y 23 mujeres la misma cantidad de alcohol, ajustada según el peso corporal de cada persona.
Las mujeres bebieron lo mismo que los hombres, pero sus cuerpos filtraron menos alcohol en esta fase inicial, por lo que una mayor cantidad llegó a la sangre, dando como resultado niveles promedio más altos de alcohol en el torrente sanguíneo.
Un estudio en 2018, rectificó que las mujeres producen en menor cantidad la enzima ADH, que es la que descompone el alcohol en el cuerpo.
Pero algunos científicos creen que este es solo uno de un conjunto de factores que pueden hacer que a las mujeres les afecte más. Lo que ocurre después en el cerebro también varía según el sexo biológico.
¿Por qué el alcohol afecta más a las mujeres?
Rainer Spanagel, profesor alemán de psicofarmacología e investigador en adicciones, señala al peso corporal como el factor principal. “No es la enzima”, explicó a, “es el peso”.
El etanol, explica, se distribuye de manera uniforme en los llamados compartimentos del cuerpo, que incluyen el cerebro y los órganos. Un cuerpo más pequeño implica compartimentos más pequeños.
“Si un hombre bebe media botella de vino y una mujer bebe lo mismo, la misma cantidad de etanol se acumula en un cuerpo más pequeño”, señaló.
Por su parte, otros investigadores sostienen que el peso por sí solo no explica completamente el efecto del alcohol en las mujeres. De hecho, el alcohol comienza a actuar desde el momento en que se consume y sigue influyendo mucho después de llegar al cerebro.
“Tal vez no sea tanto el peso o el tamaño, sino la composición corporal, donde hay mayores diferencias entre sexos”, sumó Edward Scotts, de la Universidad Estatal de Luisiana, quien investiga los mecanismos neurobiológicos del trastorno por consumo de alcohol.
Las mujeres suelen tener más grasa corporal y menos agua que los hombres, lo que hace que el alcohol se concentre más en la sangre.
“A eso se suma la diferencia en la ADH”, agregó Scotts. “Cuando se bebe alcohol, primero llega al estómago, donde hay ADH, pero los hombres tienen más que las mujeres. Por eso pueden metabolizarlo más rápido en la etapa inicial”.
Una vez que el alcohol llega al cerebro, en las mujeres aparece un fenómeno conocido como telescoping: una progresión mucho más rápida desde el consumo hasta la dependencia. “Se vuelven adictas más rápido y consumen grandes cantidades en menos tiempo”, explicó por su parte Jill Becker, investigadora de la Universidad de Michigan especializada en las diferencias sexuales en el cerebro y el comportamiento.
Esta observación está respaldada por estudios que muestran que las mujeres avanzan más rápidamente que los hombres desde el primer consumo hasta problemas graves relacionados con el alcohol e incluso el ingreso para recibir tratamientos, a menudo tras menos años de consumo y con una menor cantidad total a lo largo de la vida.
Las hormonas también influyen. El estradiol, la principal hormona producida por los ovarios, potencia la liberación de dopamina en el cerebro. El alcohol incrementa indirectamente la dopamina, y el estradiol amplifica ese efecto.
“Durante la ovulación, las mujeres tienden a disfrutar más las sustancias”, dijo Becker, lo que aumenta la probabilidad de beber más alcohol. De esta manera, no es que les afecte más porque sean “bebedoras más débiles”, sino porque sus cuerpos, enzimas, hormonas y cerebros responden de manera diferente, mucho antes de que entre en juego la tolerancia.