Influencers como Iván González no hacen más que reducir una asimetría de información que es también una asimetría de poder.

Por: Fernando Arancibia Collao
Instituto de Éticas Aplicadas
Pontificia Universidad Católica de Chile

El domingo 17 de agosto, BioBioChile destacó a Iván González, un abogado chileno que se ha convertido en fenómeno viral gracias a sus consejos financieros simples y directos. Con el lema “Yo emparejo la cancha”, explica qué pasa si alguien no paga sus deudas y revela prácticas que las grandes tiendas preferirían mantener ocultas.

Su estilo, que mezcla humor, lenguaje coloquial y crítica social, le ha permitido conectar con miles de personas endeudadas: más de 860 mil seguidores en Instagram y más de 644 mil en TikTok lo siguen día a día. No pocos lo describen como un “héroe sin capa” de quienes enfrentan la trampa del crédito fácil.

Críticas a Iván González

Pero su irrupción también ha desatado polémicas. Según el medio especializado Chócale, varias instituciones lo acusan de simplificar en exceso los riesgos del endeudamiento y de fomentar una “cultura del pillo”.

La Asociación de Bancos sostiene que promover el incumplimiento mina la confianza y encarece el crédito; la Asociación del Retail Financiero advierte que daña la “histórica buena conducta de pago” en Chile y golpea especialmente a los más vulnerables; mientras que la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) insiste en que los compromisos financieros deben asumirse con responsabilidad y ofrece canales oficiales de educación financiera.

Frente a estas críticas, quisiera argumentar que figuras como González cumplen un rol necesario y positivo, tanto ética como económicamente:

La falsa responsabilidad absoluta del deudor

Los mercados suelen asumir que cada persona sabe qué le conviene. Pero la economía del comportamiento ha mostrado que este supuesto es falso: muchas decisiones financieras están condicionadas por miedo, urgencia o desconocimiento.

En un escenario donde los productos son cada vez más complejos, trasladar toda la responsabilidad al deudor resulta injusto.

Reducir la asimetría de información

Los productos financieros son un caso evidente de asimetría: las instituciones conocen a la perfección los riesgos y condiciones, los clientes no. En teoría, los mercados eficientes requieren información perfecta; en la práctica, los consumidores están en desventaja.

Los influencers financieros, al entregar información clara, ayudan a equilibrar esa desigualdad. En este sentido, su aporte no solo es éticamente defendible: también mejora el funcionamiento del mercado.

¿Una “cultura del pillo”?

Es cierto que algunos podrían usar esa información para eludir pagos de mala fe. Pero eso no invalida la función de quienes democratizan el conocimiento. Además, no siempre las instituciones actúan de buena fe: ofrecer tarjetas de crédito a estudiantes, por ejemplo, es claramente abusivo.

Cuando ambos agentes actúan con ventaja indebida, el único modo de equilibrar la relación es disminuir la brecha de información.

La “buena conducta de pago” en cuestión

Las instituciones insisten en que el no pago afecta sobre todo a los más vulnerables. Sin embargo, olvidan que muchas veces esos mismos sectores son los que reciben créditos injustos, diseñados para aprovechar su fragilidad.

Pagar esas deudas no siempre es moralmente deseable: detrás hay un sistema que se beneficia del consumismo y de intereses excesivos.

Responsabilidad compartida

La CMF cumple un rol valioso en educación y promoción de responsabilidad individual. Pero esa es solo una parte del problema. La otra –la más grave– está en las condiciones sociales y en las prácticas de un sistema financiero que ajusta sus reglas según la vulnerabilidad de las personas. Influencers como González no hacen más que reducir una asimetría de información que es también una asimetría de poder.

Los consejos de González no son un riesgo para la sociedad, como sostienen sus detractores, sino un aporte a la justicia en un mercado que muchas veces se aprovecha de la ignorancia y la fragilidad de quienes menos tienen.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile