El potencial retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos arroja una sombra de incertidumbre sobre el comercio global, particularmente en lo que respecta a las relaciones entre EE.UU. y China.

El mandato anterior de Trump estuvo marcado por una política comercial confrontacional hacia China, ejemplificada por la imposición de aranceles y el impulso para que las empresas estadounidenses trasladen sus bases de fabricación de vuelta a Estados Unidos o a socios comerciales estratégicos, como México, India o Vietnam.

Las implicancias de un eventual desacoplamiento entre EE.UU y China

Un nuevo mandato de Trump podría intensificar estas tendencias, provocando finalmente un verdadero desacoplamiento entre EE.UU. y China, con implicaciones de largo alcance para la economía global y en especial para países como Chile que están intrínsecamente vinculados a ambas economías.

A pesar de la fuerte retórica anti-China que ha proliferado desde 2017, al observar más de cerca las últimas tendencias comerciales, se revela una imagen de interdependencia duradera. Esto se evidencia en la persistencia de flujos comerciales, la complejidad de las cadenas de suministro y las maniobras estratégicas de las empresas para navegar aranceles y riesgos geopolíticos.

Las estrategias empleadas, como la exportación indirecta a través de terceros países, subrayan los desafíos de desenredar relaciones económicas profundamente entrelazadas. En pocas palabras, las empresas han encontrado la forma de circunnavegar las restricciones para seguir intercambiando a niveles similares a los de pre-Guerra Comercial.

No obstante, esta realidad podría estar cercana a cambiar bajo una nueva administración Trump. En ese sentido, con el liderazgo del Republicano, las relaciones entre EE.UU. y China podrían deteriorarse aún más.

Trump ha señalado su disposición a escalar las guerras comerciales con China, sugiriendo aranceles del 60% o más sobre los bienes chinos. Tales políticas comerciales agresivas podrían exacerbar las tensiones, empujando la economía global hacia un sistema más bifurcado donde los países podrían sentirse obligados a elegir bandos.

El escenario para Chile

Para Chile, un país que prospera con su economía orientada a la exportación, estos desarrollos podrían representar desafíos significativos. Las sólidas relaciones comerciales de Chile con China, particularmente en la exportación de cobre y otros minerales, podrían verse afectadas por las tensiones aumentadas entre EE.UU. y China.

Además, a medida que las cadenas de suministro globales se reajustan en respuesta a las presiones geopolíticas, Chile podría encontrar sus mercados de exportación y flujos de inversión impactados por cambios más amplios en las políticas comerciales internacionales.

La preparación de Chile ante una nueva presidencia de Trump debería involucrar principalmente la profundización de la diversidad de nuestros socios comerciales, mirando particularmente a India, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la Alianza del Pacífico, para de esta manera, estar lo más preparados posibles para aprovechar las oportunidades que se presenten frente a una futura disrupción de las cadenas de valores.

Una nueva presidencia de Trump, sin duda, intensificará las tendencias de desacoplamiento entre EE.UU. y China. Navegar este paisaje requiere una comprensión matizada de las tendencias globales y un enfoque proactivo hacia la política exterior y comercial. Haciendo esto, Chile puede salvaguardar sus intereses económicos y capitalizar nuevas oportunidades en una economía global en transformación.

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