La guía de orientación sexual entregada por el Ministerio de Educación pone en serio riesgo a nuestros niños y también a todos quienes creemos que la educación sexual es un derecho que deben ejercer los padres según el grado de desarrollo emocional y físico de nuestros hijos.

Es inaceptable que el Estado quiera dictar pautas que definan la forma en que estudiantes de kinder enfrentan su sexualidad, especialmente en una etapa de la vida donde las prioridades definitivamente son otras.

No se puede tolerar que para imponer una agenda de identidad de género, el Estado proponga una estrategia de terapias grupales que incluyen masajes y caricias en las espaldas entre compañeros, todo para cuestionar el modelo de pareja entre hombre y mujer y brindar así una educación de supuesta diversidad.

La excusa sobre prevenir posibles abusos sexuales no es cierta porque el objetivo final es cuestionar el modelo de masculinidad y femineidad vigentes. Las formas de enfrentar los abusos deben nacer de una política que complemente la opinión de los padres y los establecimientos educacionales y requiere mucho más que aprender a explorar el cuerpo, algo que por lo demás no corresponde realizar junto a compañeros o compañeras

El presidente Gabriel Boric se equivoca cuando dice que quienes estamos a favor de la acusación constitucional contra el ministro lo hacemos influidos por la condición sexual del señor Ávila. El Primer Mandatario quiere cambiar el foco del problema principal y poner al ministro como una víctima de una campaña homofóbica, algo sobre lo cual yo jamás formaría parte.

Lo hacemos porque entendemos que niños de cuatro o cinco años no están preparados para recibir este tipo de instructivos, más aún cuando la información no es consultada e informada a padres y apoderados.

Antes de imponer la agenda sexual en los colegios, el gobierno debe preocuparse de la mala calidad en la educación, la grave deserción escolar, los actos de terrorismo en liceos emblemáticos, la violencia escolar, el bullying, además de perfeccionar la carrera docente, trabajar en la deuda histórica y tantas otras falencias presentes que sí deben ser puestas como prioridades urgentes.

Resulta inconcebible que el mismo Presidente de la República, quien en la cuenta pública hizo un llamado a priorizar las necesidades de la gente insista en una agenda identitaria que solo preocupa a grupos específicos.

La agenda ideológica de la izquierda está sexualizando a niños de kinder y no es representativa de la sociedad chilena, porque es de una minoría. Y tenemos el pleno derecho a oponernos a este tipo de dictadura estatal.

Insisto que no estamos cuestionando al ministro Avila por su condición sexual. Lo hacemos porque el gobierno está intentando imponer la idea que es la identidad de género y no el sexo biológico lo que hace a la persona ser hombre o mujer. Y sin siquiera consultar a los padres.

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