Aunque aún falta la publicación en el Diario Oficial para su promulgación como ley, este lunes se aprobó el proyecto que reajusta el salario mínimo. Una oportunidad para los trabajadores, pero que si bien buscó enfrentar el alza de los costos de la vida, generará también un aumento en los precios. Revisemos las razones y los consejos.

Sin duda, el sueldo mínimo era necesario. No sólo porque el valor actual llega a ser irrisorio frente a las alzas que por distintos factores han impactado en los costos de los precios del país. Pero el problema de la nueva ley, es que no se miró la situación en 360 grados, sino más bien, en 180.

Aunque las alzas de los sueldos base serán paulatinas (mayo de 2023: $440.00; septiembre de 2023: $460.000; julio de 2024: $500.000), y aunque la normativa considera bonificaciones para las pequeñas y medianas empresas que se entregarán a través del Servicio de Impuestos Internos, sólo se consideró para eso la parte líquida y no las estructuras de costos de las empresas. Es decir, no se miraron los costos asociados, como los aumentos en las imposiciones ni los aportes patronales en los seguros de invalidez, cesantía y sobrevivencia. Tampoco se miraron las indemnizaciones por años de servicio. Ni tampoco el posible aumento de 30% de un finiquito que pase por la Inspección del Trabajo. Ni las vacaciones, ni los reemplazos.

Todo lo anterior debe ser considerado dentro de los presupuestos de las empresas. Eso sin importar si el aumento del sueldo mínimo es paulatino o no. Las empresas van a tener problemas de costos; van a tener que reajustar sus precios: van a tener que subir sus precios.

Tampoco es lógico aumentar los sueldos mínimos en un contexto donde los valores para la educación y la vivienda -o incluso para algunas prestaciones de salud- no están congelados. Porque, en el fondo, se atacó sólo un frente. Los trabajadores van a tener algo más de dinero, pero probablemente, no alcance para cubrir las necesidades de carácter social, que podrán seguir subiendo.

¿Qué se puede hacer en este contexto? Las pymes, primero, deberán evaluar las estructuras de costos por los conceptos anteriormente mencionados, para calcular un nuevo precio de venta. Lo bueno, es que podemos reajustar dicho precio paulatinamente en un año.

En segundo lugar, deberán revisar si la bonificación del SII aplica a cada empresa y mirar, especialmente, la letra chica. Recomiendo, además, buscar nuevas estrategias de Marketing, que permitan amortiguar en cierta medida las subidas que deberán hacer en los valores al público.

Personalmente, estoy completamente a favor de que las personas mejoren sus niveles adquisitivos y que esto conlleve a una mejora en sus finanzas personales. Pero no se miró el lado B y, lastimosamente, una cosa no lleva a la otra.

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