El Plan de Reactivación Educativa impulsado por el Ministerio de Educación busca dar respuestas a problemáticas que presenta actualmente el sistema educativo, por el cierre prolongado de establecimientos durante la emergencia sociosanitaria del COVID-19. El programa pone énfasis en aspectos como la asistencia y revinculación de estudiantes excluidos del sistema; el fortalecimiento de aprendizajes y condiciones para la enseñanza; además de la convivencia y salud mental de los alumnos.

Dentro de la estrategia del plan, se anunció una convocatoria a cerca de 20.000 tutores con la finalidad de que incentiven habilidades de lectura, escritura y comunicación prioritariamente a estudiantes de 2° a 4° básico. También se informó que se buscaría trabajar con sesiones de tutorías en otras disciplinas y niveles, “con foco interdisciplinario”.

Esta arista en particular ha generado un intenso debate. Docentes, psicopedagogos y profesionales de la educación en general han cuestionado esta medida, ya que consideran que no visibiliza las dificultades y necesidades de las escuelas, tomando en cuenta que los problemas existentes son más profundos y urge mejorar las condiciones laborales generales de los docentes.

Apuntan a que, si se abordan dichas dificultades, se lograría una verdadera reactivación educativa. En este sentido, a partir del diálogo con profesionales de la educación de distintas áreas y niveles, creemos que lo deseable es que precisamente sean ellos quienes deben acompañar a los tutores en estas iniciativas, por sus conocimientos, experiencias y estrategias.

Sabemos los desafíos que esto representa. Según los estudios de Elige Educar y del Mineduc, se proyecta un déficit de más de 26.000 docentes y 6.700 educadores/as al año 2025, explicado principalmente por la renuncia al sistema educativo de profesores en ejercicio y la caída sostenida de las matrículas en las carreras de pedagogía, con un descenso promedio anual del 8% durante los últimos cinco años.

Sin embargo, creemos que el Plan de Tutorías se puede presentar como una oportunidad de trabajo colaborativo con las escuelas, siempre y cuando se tome en cuenta el contexto y las necesidades de cada comunidad, situando al estudiante como protagonista de su aprendizaje. Este punto es en particular relevante, tomando en cuenta que muchas políticas públicas no llegan a puerto debido a que no se toman en cuenta las necesidades de los actores educativos, ni el propósito que hay detrás, como menciona Michael Fullan.

En base a nuestra experiencia, y tomando en cuenta el diálogo constante que mantenemos con distintos profesionales del área, creemos que la propuesta debe tener un foco tanto local como global, procurando mantener una comunicación y monitoreo constante con los profesores y directivos de los establecimientos, generando así reportes de mejoras.

En esta línea, se debe tener un especial cuidado con la relación que se establezca entre el tutor y el estudiante, por lo que es vital que tanto las escuelas como las fundaciones que liderarán esta política realicen un buen monitoreo y acompañamiento constante a las partes.

Por último, se deben generar instrumentos de evaluación ex-ante y ex-post, con el fin de comprender si la política en cuestión está propiciando los resultados esperados.

Sabemos que el Plan de Tutorías no mejorará del todo los problemas actuales que tenemos en educación, ya que éstos son sistémicos y profundos, pero si se involucra a la comunidad completa, esto es estudiantes, directivos, profesores, tutores, apoderados y a otros profesionales de la educación, se podrá lograr en conjunto cambios sustentables en beneficio de los aprendizajes.

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Ayudar a escribir el Chile de mañana Lunes 08 Mayo, 2023 | 10:24
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