El Gobierno acaba de lanzar un plan de industrialización de vivienda en madera que se iniciará en la región del Bío Bío, sin duda una gran noticia que nos alienta a trabajar colaborativamente con todos los actores disponibles en el desafío de superar el déficit de 30 mil viviendas que hay en la región del Bío Bío y 600 mil en todo el país.

Este trabajo conjunto entre el GORE Biobío, MINVU, MINAGRI, INFOR y CORFO, también reconoce el valor de la activación de las Pymes, considerándolas un actor relevante en este proceso que contempla la instalación de una nueva industria de viviendas en madera de alto estándar, aumentando de manera considerable su fabricación en las regiones del país, creando una red en torno a la industrialización de viviendas con estructura de madera.

Es en este último punto donde me gustaría detenerme, particularmente en el aporte territorial que debería ser el foco de este proyecto, considerando la dispersión geográfica que tienen las pequeñas y medianas empresas, lo que se transforma en una tremenda oportunidad para encadenarse rápido, levantando pequeñas fábricas locales en cada territorio, donde ellas puedan proveer abastecimiento de proyectos de construcción en vivienda, más que a través de grandes plantas que podrían acaparar el mercado.

Esta mirada territorial sería también una forma de atomizar la economía local, a través de los pequeños y medianos aserradores, contratando mano de obra permanente en comunas más pobres, encadenado con maestranzas y transporte local. Eso sumado a que las pequeñas plantas se pueden montar más rápido y con altos estándares de calidad, de la mano de la sustentabilidad y del apoyo permanente que nos puede brindar la academia a través de las universidades, instituciones tan presentes, importantes y comprometidas con el desarrollo de nuestra región.

A todas las ventajas mencionadas, sumemos las que vienen directamente de la madera como noble material. El proceso de construcción de un edificio de madera permite reducir entre un 34% y un 84% el impacto en el cambio climático respecto a un edificio de hormigón armado, aportando considerablemente en la huella de carbono al reemplazar a otros materiales de construcción, cuyos procesamientos son altamente emisores de gases de efecto invernadero.

En materia de plazos, la construcción en madera se traduce hasta en un 25% menos, permitiendo reducir hasta un 30% los costos de ejecución de un proyecto y además, produce un menor impacto social de la obra con su entorno, al implicar menos camiones, ruido y polvo.

Expuestos los beneficios de la construcción en madera y con el anuncio realizado hace algunos días por parte de las autoridades regionales y nacionales, tenemos que ponernos manos a la obra y en esa tarea el mundo de la madera está disponible para sumar a todos los actores sociales, incluyendo a las empresas y los gremios. Es ahí donde todos y todas estamos a disposición para ofrecer cambios, innovación, trabajo y voluntad de construir, ayudando a disminuir el déficit habitacional y aportando en los ámbitos ambientales y sociales del país.

Recordemos que el mundo de la madera es mucho más amplio y diverso de lo que se aprecia desde afuera. Somos representantes de los territorios, somos más de 300.000 personas que trabajamos directamente desde los bosques a las industrias, somos pymes, medianas y grandes empresas, somos historias de esfuerzo y somos una parte importante del tejido productivo de al menos 5 regiones del país.

Todos nosotros estamos a disposición de este desafío, para ser parte de las soluciones que beneficien directamente a las familias que hoy más lo necesitan.

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