Hace algunos días tuve el honor de participar en el evento de premiación “B Corp Best for the World”, donde se destacó a las empresas que se ubican en el 10% de los mejores puntajes en la medición de su desempeño B en varias áreas, entre ellas su desempeño medio ambiental. La instancia fue una excelente oportunidad para, más allá del reconocimiento, ahondar entre los presentes (todos representantes de las Empresas B galardonadas) en las razones que hacen que estas compañías destaquen por sobre el resto.

¿Cuál es la diferencia de las firmas que fueron reconocidas versus aquellas que no necesariamente han abrazado los principios del triple impacto o la sostenibilidad en un sentido amplio? ¿Qué hace que algunas sí se decidan a incorporar estos principios en su estrategia, propósito y modelo de negocios? Creo que lo primordial para una empresa -sea B o no-, es el cumplimiento de las siguientes 5 Cs:

Conciencia: Son empresas que entienden que la utilidad y rentabilidad para el accionista como único objetivo no es suficiente, y que los demás impactos deben ser considerados y perseguidos con igual importancia, porque ahí radican las posibilidades de ser exitosos de manera sostenida, y de contribuir a que el mundo como un todo sea exitoso también.

Conocimiento: Estas compañías han entendido cuáles son las fuentes y causas de los principales desafíos que enfrenta el mundo en términos medioambientales y sociales, y han generado (o lo están haciendo ahora) las capacidades necesarias para ser rentables financieramente y al mismo tiempo hacer frente a estos retos utilizando un enfoque científico y basado en los hechos.

Colaboración radical: Son empresas que no sólo compiten, sino que muchas veces colaboran entre sí, porque tras haber desarrollado conciencia y conocimiento, saben que los esfuerzos y acciones individuales serán menos efectivos y eficientes que los colaborativos, y que las soluciones a los desafíos más apremiantes vendrán luego de sumar varios esfuerzos.

Credibilidad: Quienes cumplen con este ítem emprenden cambios en su estrategia y en sus acciones que no sólo están basados en el conocimiento, sino que además se transparentan y respaldan con certificaciones, protocolos, marcos y metodologías validadas transversalmente (la misma certificación B, por ejemplo).

Consistencia: Las organizaciones perseveran en el tiempo en su visión, en las directrices estratégicas, en los compromisos y en las acciones, modificando los planes según la incorporación y aporte de nuevos inputs, pero manteniéndose fieles a esta visión distinta, lo que queda de manifiesto en la necesidad de recertificarse periódicamente para mantener este status.

Sumo a esta reflexión una sexta C que corre de manera transversal, me refiero al compromiso. Para que una empresa realmente sea sostenible debe contar con la firme voluntad de llevar a cabo estrategias en el corto y largo plazo y donde además, participe el equipo en su totalidad y no sólo unos pocos. Mientras más personas sean parte, más fuerte y poderoso será el cambio hacia un mundo sustentable, y mientras más potente sea la motivación, más fácil será el camino.

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