Hace algunos meses, mientras sosteníamos una reunión con dirigentes y vecinos de comités de vivienda en Valdivia, una vecina contó su testimonio. Relató que tenía 15 años cuando en una tarde de marzo llegó su papá muy contento a la casa y le contó a toda la familia que había obtenido el subsidio habitacional, lo que significaba que pronto dejarían la actual vivienda que arrendaban. Ella muy contenta, decidió marcar sus cuadernos del colegio únicamente con su nombre y no con la dirección de su casa. Sin embargo, pasaron más de 10 años y la buena noticia que el papá había llevado esa tarde de marzo no pasó del papel, ya que el subsidio quedó atrapado en burocracia, excusas y reuniones que les hicieron como familia perder la esperanza.

El año pasado finalmente entregamos esa vivienda a la familia, pero el triste relato de la dirigente de Valdivia es, lamentablemente, una realidad que han vivido muchas familias en Chile durante las últimas décadas. La espera transforma el sueño en pesadilla y muchas personas fallecen a la espera de esa vivienda que no llega.

Bajo el convencimiento personal de que no hay transferencia más significativa y transformadora para una persona y su familia que la entrega por parte del Estado de una vivienda en propiedad, y siguiendo las instrucciones del ex Presidente Piñera, nos dispusimos el año 2020 a trabajar en herramientas para dotar a Chile de una nueva y mejor política habitacional; una que entregara más rápidas y mejores soluciones, y permitiera duplicar la superficie de las viviendas y acortar a la mitad los tiempos de espera de las familias.

De esta manera es que junto al subsecretario Guillermo Rolando y con el respaldo unánime del Senado de la República, nos sentamos junto a dirigentes, parlamentarios, la sociedad civil, gremios y fundaciones con el propósito de implementar nuevas medidas, accionables en el corto plazo, no perdiendo un sólo minuto en un diagnóstico claro y con el extraordinario apoyo técnico del Banco Interamericano de Desarrollo. En sesenta días entregamos al país un plan con herramientas para disminuir los tiempos de espera, para hacer más eficientes los procesos para disponer de suelo público en las mejores zonas de cada ciudad promoviendo así una real integración social y urbana y para hacer parte en la toma de decisiones a las familias. Este trabajo se hizo de la mano de la implementación de una nueva estrategia respecto a las ciudades, bajo la plataforma Ciudades 2050, que entrega una mirada de mediano y largo plazo para la creación de planes de ciudad monitoreados a través de estándares e indicadores urbanos previamente convenidos. Hicimos seguimiento al cumplimiento de las medidas y fuimos perfeccionando aquellas que en la práctica mostraban y demostraban la necesidad de modificaciones.

Creamos también el Desafío 100+100, que nos permitió triplicar las soluciones habitacionales para las familias en campamentos, bajo la lógica de trabajar siempre primero con aquellas personas que postulan a los subsidios del Estado sin saltarse la fila, sin olvidar que un gobierno y una sociedad tienen que dar siempre la mano a las personas que viven en asentamientos precarios.

El Senado nuevamente estuvo a la altura y aprobó en marzo de este año el proyecto de ley de Integración Social y Urbana y las bases del plan de emergencia habitacional que lanzó hace pocos días el actual gobierno, lo que sintoniza muy bien con la naturaleza de las buenas políticas habitacionales, que son y deben ser políticas públicas que superen la contingencia y las barreras naturales de los cambios de gobierno.

Chile tiene un déficit habitacional mayor, agravado en el último por el aumento en la vulnerabilidad de las personas como consecuencia de la pandemia y relacionada también al fenómeno de una masiva migración.

La actual administración tiene un desafío importante y es necesario seguir trabajando junto a los vecinos, en terreno y especialmente en regiones, para poder enfrentar con éxito un problema doloroso y cuya expresión más visible es la de las familias viviendo en asentamientos precarios, lo que se advierte y vive más crudamente cuando el frío y el barro entran en sus hogares.

Los cambios e innovaciones que se sigan introduciendo a la política habitacional no deben desconocer, ni desde la Constitución ni desde la ley, que las familias buscan en definitiva ser dueñas de una vivienda. El techo propio es el más sólido.

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