La gestión política en los territorios es una “escuela de acuerdos y consensos” que contribuye a prestigiar el diálogo democrático.
Salvo breves y genéricas apelaciones a fortalecer Gobiernos Regionales y Municipios, esta temática de “la descentralización” es un ausente principal en la batalla presidencial.
Es cierto que las y los candidatos recorren el país, habitualmente con un discurso y un planteo general y centralista, sin empaparse de la realidad territorial chilena que nos caracteriza.
Nuestra geografía nos dotó de territorios bien diversos, como la macrozona Norte, la Centro, la Sur y la Austral, que tienen vocaciones productivas diferentes y que expresan realidades territoriales con una significativa identidad propia.
La propia región de Magallanes y la Antártica Chilena nos ha dado en los últimos años un ejemplo de lucha por nuevas formas de desarrollo productivo, apertura a modalidades eólicas energéticas y los primeros avances nacionales en el Hidrogeno Verde, el combustible mundial del futuro. Bajo el liderazgo del gobernador Jorge Flies, los magallánicos van reforzando una identidad regional que los ha caracterizado desde décadas.
A nivel de la gestión municipal, tenemos también algunos ejemplos importantes de “desarrollo local”. Renca y Maipú son realidades que muestran que desde el Municipio es posible construir, en tiempo breve, gestiones buenas y comprometidas, recuperar espacios públicos de la delincuencia y avanzar decididamente en la superación de carencias notables de niños y de adultos mayores.
Se han generado nuevos liderazgos locales, y también es el caso de Valdivia, de Puerto Montt y hasta de Puente Alto, con una idea de gestión ciudadana directa del alcalde Toledo.
Sin embargo, estos ejemplos excepcionales contrastan con la mediocridad de la mayoría de los gobiernos subnacionales chilenos. A las restricciones presupuestarias, agregamos severos problemas gestión, como es la subejecución de inversiones que se reitera y el caso Convenios que sigue mostrando falencias de credibilidad.
La descentralización es fundamental para nuestra diversificación y sustentabilidad productiva. De hecho, la gran mayoría del esfuerzo energético hacia lo solar y lo eólico se expresan a lo largo de nuestro territorio. El esfuerzo forestal, la dinámica de una agroindustria y variedad frutícola exportadora, el salmón y las pesquerías, la dinámica de la diversa minería y muy particularmente el turismo, son actividades claves de nuestro desarrollo que deben enfrentarse desde los territorios.
También los desafíos por la mejora de calidad de vida de las familias chilenas carenciadas, requiere una acción territorial y especifica. Cómo habríamos podido enfrentar la masiva y urgente vacunación contra el COVID sin los Municipios y sus servicios de atención primaria.
Un Estado moderno, como ocurre prácticamente en todos los países de la Unión Europea, es aquel que otorga confianzas y competencias a Municipios y Gobiernos Regionales. Cuánto avance tendríamos en superar la mentada permisologia si las entidades locales y regionales dispusieran de mayores competencias y de cuadros y equipos profesionales de buen nivel.
Por último, también la descentralización contribuye a la gestión democrática en Chile. Basta recordar que las decisiones de los Concejos Municipales y de los Consejos Regionales suelen ser de grandes mayorías, cuando no unánimes. La gestión política en los territorios es una “escuela de acuerdos y consensos” que contribuye a prestigiar el diálogo democrático.
Son, en suma, muchísimas las razones por las que “lo regional y lo local” no pueden ser párrafos aislados de propuestas presidenciales, sino estar en la esencia de nuestras acciones gubernamentales futuras.
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