Estamos cerrando el cuarto año del actual gobierno y, lamentablemente, debemos constatar que este período ha sido prácticamente un tiempo perdido para el sistema de salud chileno. No lo decimos con ligereza, sino con la amarga certeza que otorgan los hechos: hospitales sin insumos, listas de espera interminables, un sistema público al borde del colapso y una deuda creciente con los proveedores.

A diferencia de lo que la ciudadanía esperaba tras la pandemia, la salud no fue prioridad para esta administración. Las señales han sido claras: improvisación en la gestión, falta de coordinación, debilitamiento de la red pública, promesas incumplidas y un abandono sistemático de los compromisos con los actores que sostenemos día a día la atención en salud.

Como Asociación de Proveedores de la Industria Salud, representamos a cientos de empresas que abastecen a hospitales, clínicas y centros médicos en todo el país. Sabemos, desde dentro, cómo opera el sistema, y hoy podemos afirmar que estamos enfrentando la peor crisis del sector en décadas. No solo por la creciente deuda del Estado con nuestros asociados —que compromete la continuidad del suministro de insumos, equipamiento y servicios— sino por el impacto que esto tiene en los pacientes, que son quienes terminan pagando el costo de la ineficiencia.

Mientras los hospitales carecen de elementos básicos, la ministra de Salud y su comitiva viajan al norte del país con más de 25 personas, en un gasto que raya en lo insultante. Este tipo de decisiones no solo es desconectado de la realidad que vivimos en los hospitales públicos, sino que representa una bofetada para los enfermos que siguen esperando atención, para los profesionales que deben trabajar con recursos mínimos y para los proveedores a quienes se les debe cientos de miles de millones de pesos.

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La salud debe estar en el centro del debate

No se puede construir un sistema de salud digno sobre una base de desconfianza, morosidad e indiferencia. Se necesita visión, voluntad política y gestión eficiente. Chile no puede seguir postergando una conversación seria sobre el modelo de salud que queremos para el futuro.

Por eso, desde ya hacemos un llamado a los actuales y futuros candidatos presidenciales: la salud debe estar en el centro del debate. No podemos seguir aceptando que este sea un tema decorativo en los programas de gobierno. Queremos saber, con claridad, qué modelo de salud proponen, cómo lo financiarán y de qué forma se garantizará la sostenibilidad del sistema para los próximos años.

Los últimos cuatro años han sido una oportunidad desperdiciada. No repitamos el error. El país lo necesita. Y los pacientes no pueden seguir esperando.