No todas las alianzas están diseñadas para gobernar, y mucho menos para perdurar.

A una semana de la elección, en el último debate trasmitido por TVN, los candidatos apostaron por un contraste propositivo: intentaron marcar diferencias sin romper las formas. Fue un esfuerzo por proyectar unidad sin diluir identidad, clave en una primaria con voto voluntario donde la diferenciación moviliza.

Pero la realidad parece ir por otro carril: el efecto divisivo de la competencia —intenso en una primaria entre tres almas distintas— expone los límites de un pacto de gobierno que nunca logró transformarse en coalición política. Las estrategias comunicacionales no solo buscan ganar, sino también redefinir el perímetro del bloque oficialista en un ciclo político más incierto y con menos épica que en 2021.

La primaria del oficialismo, no solo definirá a la o el abanderado del bloque de gobierno para enfrentar la elección de noviembre. También está cumpliendo una función menos visible, pero más profunda: está dejando al desnudo las grietas que arrastra desde su origen una alianza que nunca logró consolidarse como coalición política real.

Un pacto, no una coalición

Lo que en 2021 fue un pacto electoral entre el Frente Amplio, el Partido Comunista y las fuerzas de la socialdemocracia tradicional (PS, PPD, PR y PL) para sostener la candidatura de Gabriel Boric, hoy sigue sin convertirse en un proyecto común con cohesión ideológica, institucionalidad política y visión compartida de futuro.

Las tensiones se han hecho evidentes en esta campaña presidencial, que ha enfrentado a tres candidaturas que expresan, en el fondo, tres culturas políticas distintas:

  • La ministra del Trabajo, Janet Jara, representa la apuesta del Partido Comunista por mantener una presencia protagónica en el liderazgo del bloque, proyectando una izquierda con raíces sindicales, anclada en la movilización social y con fuerte convicción programática.
  • Desde el Frente Amplio, Gonzalo Winter encarna a una generación política que emergió de la movilización estudiantil de 2011 y que hoy busca revalidarse como una izquierda transformadora con capacidad de gobierno.
  • Y en representación del socialismo democrático, Carolina Tohá representa una izquierda institucional, con experiencia, vocación de acuerdos y un discurso orientado hacia el centro político y la gobernabilidad.
  • Estas candidaturas no son meras biografías personales: son expresiones de modelos de liderazgo, de relación con el poder y de concepción del proyecto progresista. Y lo que la primaria ha puesto en evidencia es que, más allá de compartir un gobierno, los partidos oficialistas no comparten todavía una coalición con unidad estratégica ni relato común.

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    Política sin ideas Lunes 23 Junio, 2025 | 11:47

    No todas las alianzas están diseñadas para gobernar, y mucho menos para perdurar

    Buena parte de las tensiones actuales en el oficialismo se explican por la confusión —intencionada o no— entre tres conceptos que en ciencia política son distintos, pero que en la práctica se han tratado como equivalentes: el pacto electoral, la coalición de gobierno y la alianza política.

    El primero es un acuerdo táctico, generalmente puntual, que busca maximizar el rendimiento en una elección específica; el segundo implica compartir el ejercicio del poder con una mínima coherencia programática y mecanismos de coordinación; y el tercero requiere una visión de largo plazo, una narrativa común y una integración más estructural entre actores.

    En el caso chileno, lo que nació como un pacto electoral entre fuerzas muy distintas no logró transformarse en una coalición de gobierno cohesionada ni, menos aún, en una alianza política consolidada. Esta distinción es clave para entender por qué ciertos arreglos políticos fracasan tras las elecciones: no todas las alianzas están diseñadas para gobernar, y mucho menos para perdurar.

    En lugar de ordenar, la competencia ha reactivado viejas desconfianzas y ha hecho aún más visible la falta de cohesión interna. Vetos cruzados, acusaciones soterradas y estrategias divergentes para capturar apoyo ciudadano dan cuenta de un diseño político que sigue siendo más funcional que estructural.

    Una advertencia para el bloque oficialista

    Lo que esta primaria está evidenciando es que el oficialismo sigue siendo una coexistencia forzada de tres almas distintas, sin una narrativa integradora ni una hoja de ruta compartida. Las diferencias no son el problema —todas las coaliciones las tienen—. El problema es no tener institucionalidad para procesarlas, ni voluntad política para convertir el pacto en proyecto.

    Sin esa base, el riesgo es repetir el patrón de 2021: una unidad táctica que alcanza para ganar una elección, pero que resulta insuficiente para sostener un ciclo de gobierno cohesionado y con capacidad transformadora. Esta vez, sin embargo, hay menos épica, menos margen y una ciudadanía más escéptica.

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    La primaria es una oportunidad, pero también una advertencia: o el bloque oficialista se transforma en coalición real, o seguirá administrando la fragmentación como destino.
    - Marco Moreno