Tras recibir un fondo concursable, el jardín infantil Huellas de Puerto Montt instaló dos invernaderos para las clases de ciencias, además de mejorar su fachada y su sistema de calefacción.

Un informe de Unicef reveló que la primera infancia es la etapa donde más se aprende, ya que hasta los dos años de vida el cerebro forma conexiones neuronales a un ritmo de entre 1.000 y un millón por segundo.

Después, hasta los cinco años, se desarrollan las competencias lingüísticas, socioemocionales y cognitivas.

Buscando estimular eso es que, con un aporte de 3 mil dólares de la empresa Finning y las labores de trabajadores voluntarios, se habilitaron dos invernaderos que servirán para las clases de ciencia de los niños y niñas del jardín Huellas de Puerto Montt, informó la revista Logistec.

El reporte de Unicef mostró que esa etapa la actividad interactiva es la mejor forma de aprender. Se indica que “el juego en el período preescolar permite a los niños explorar y dar sentido al mundo que les rodea, además de utilizar y desarrollar su imaginación y su creatividad”.

Por eso, con esta iniciativa se busca que los niños y niñas puedan desarrollar a través de la actividad sus habilidades en ciencias, matemáticas, tecnología e ingeniería (STEM, por sus siglas en inglés).

Adicionalmente, se mejoró la fachada y el sistema de calefacción, reemplazando las estufas a leña por dos aires climatizadores, contaminando menos y optimizando el consumo de energía.

Cristina Maldonado Cárdenas, directora del jardín infantil y sala cuna Huellas de Villa Cordillera de Puerto Montt, expresó al citado medio que “el cambio de calefacción de nuestras instalaciones ayudará a mejorar la calidad del aire de nuestros pequeños en sala y reforzar nuestro compromiso con el cuidado del medio ambiente”.